Murió Chávez; preguntas acerca del futuro de Venezuela
Luego de una serie de avisos carentes de coherencia, obsequiados por el vicepresidente -de facto- Nicolás Maduro, se produjo el anuncio oficial de la muerte del presidente Hugo Chávez Frías, a las 4.26pm de este martes 5 de marzo.
Luego de una serie de avisos carentes de coherencia, obsequiados por el vicepresidente -de facto- Nicolás Maduro, se llevó a cabo el anuncio oficial de la muerte del presidente Hugo Chávez Frías, a las 4.26pm de este martes 5 de marzo. Como era de esperarse, el gobierno de Venezuela no aclaró si el deceso de Chávez se produjo efectivamente en Cuba -esto es, a manos de médicos de la isla- o si se tuvo lugar en la República Bolivariana.
La situación venezolana, por estas horas, está en manos del ejército; el propio Maduro, Diosdado Cabello y otros altos funcionarios del régimen se encuentran en la obligación constitucional de convocar a nuevas elecciones, a desarrollarse dentro de los próximos treinta días.
Con respecto al vicepresidente, lo concreto es que carece de legitimidad, en tanto que no ha sido elegido a través del voto y Chávez jamás lo invistió en forma oficial. Ergo, Nicolás Maduro apenas se encuentra usurpando una función y, de acuerdo a las leyes de la nación caribeña, este delito se reprime con prisión de cumplimiento efectivo.
Sobra decir que, a partir del entierro de Hugo Chávez, las aguas se dividirán, y comenzarán a salir a la luz las verdaderas ambiciones de cada uno de los considerados aptos como para competir por la presidencia de la República Bolivariana. En este estado de situación, no debería esperarse mayor respeto por el pasado del fallecido presidente frente al mando del país. Menos porciones de ese respeto podrá esperar el vicepresidente.
En rigor, la variable que comienza a cobrar verdadero valor se anota dentro de los considerandos del Artículo 233 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. El referido apartado -como es ya de público conocimiento-: "Serán faltas absolutas del Presidente: su muerte, su renuncia, o su destitución, decretada por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia; su incapacidad física o mental permanente, certificada por una junta médica designada por el Tribunal Supremo de Justicia y con aprobación de la Asamblea Nacional; el abandono del cargo, declarado como tal por la Asamblea Nacional, así como la revocación popular de su mandato. Cuando se produzca la falta absoluta del presidente electo antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo presidente, se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional".
El Artículo 233 es irrebatiblemente concreto: designa que Nicolás Maduro deberá alejarse del cargo que se encuentra usurpando, y que el cargo quede en manos del Presidente de la Asamblea Nacional, hoy Diosdado Cabello.
Por su parte, el Artículo 229 de la carta magna de Venezuela advierte que en ningún caso podrá ser elegido jefe de estado "quien esté de ejercicio del cargo de Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Ministro o Ministra, Gobernador o Gobernadora y Alcalde o Alcaldesa, en el día de su postulación o en cualquier momento entre esta fecha y la de la elección".
Finalmente, el citado apartado impide al vicepresidente Maduro continuar ejerciendo el rol de presidente interino de la república, conforme lo ha venido haciendo desde que diera inicio la etapa de convalescencia del ahora desaparecido Hugo Chávez Frías.
Como complemento, el Artículo 233 contempla que, si acaso la falta absoluta del presidente -como es el caso en ocasión de fallecimiento- se produce durante los primeros cuatro años del período constitucional, "se procederá a una nueva elección dentro de los treinta días consecutivos siguientes". En concordancia con lo expuesto en este segmento, la responsabilidad de convocar a nuevos comicios y la posterior toma de posesión del nuevo primer mandatario recaerá en quien haga las veces de presidente de la Asamblea Nacional.
Durante el pasado 5 de enero, la propia Asamblea Nacional ratificaba al legislador oficialista Diosdado Cabello como titular del cuerpo legislativo con miras al año en curso, por lo que -desde hoy- debería encargarse de la presidencia, desplazando a Maduro de esa posición. Nuevamente, en virtud de que, de continuar en ella, Nicolás Maduro debería ser juzgado y sentenciado por "usurpación de funciones y poder". Y, en este ínterim, reside el gran interrogante, si acaso el vicepresidente dará el paso al costado que ordena la letra de la ley.
A pocas horas del anuncio oficial -si acaso tal anuncio se sustenta en hechos verídicos-, aflorarán las diferencias entre los potenciales competidores. Esos enfrentamientos y la puja interna harán que el legado del ahora desaparecido presidente vayan a parar al olvido.
En este punto, vale rescatar las consecuencias que desatara el reclamo de miles de estudiantes universitarios en manifestación. Estos insistían en conocer el real estado de salud de Chávez y, al poco tiempo, Maduro puso en marcha los mecanismos para oficializar el anuncio del deceso. Obvia conclusión: la ciudadanía venezolana comienza a exhibir un vigoroso poder de presión, y lo propio sucede ahora en el orden internacional.
La historia personal de Hugo Chávez Frías ha llegado a su fin. Desde este preciso instante, se abren las puertas hacia una dura transición: los dignatarios remanentes del chavismo deberán enfrentarse en una lucha interna de alcance colosal y, al mismo tiempo, poner la cara frente a una oposición que ha recobrado oxígeno.
Muchos en la América Latina seguramente declamarán, sin tapujos, que la región tiene ahora una oportunidad para comenzar a respirar con alivio.
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* El autor es ex representante de la República Oriental del Uruguay ante Naciones Unidas