Mientras Corea del Norte amenaza, Barack Obama debilita la defensa antimisiles de EE.UU.
El jueves pasado, el vocero de la Casa Blanca Jay Carney afirmó que Estados Unidos es "totalmente capaz de defenderse a sí mismo" frente a un ataque norcoreano con misiles balísticos.
El jueves pasado, el vocero de la Casa Blanca Jay Carney afirmó que Estados Unidos es "totalmente capaz de defenderse a sí mismo" frente a un ataque norcoreano con misiles balísticos. Sin embargo, Carney no mencionó que la Administración Obama ha tratado de debilitar el programa de defensa antimisiles de largo alcance del país, desde que llegó al poder.
Antes que nada, Obama decidió disminuir a sólo treinta el número de misiles interceptores de la Defensa de Medio Alcance con base en Tierra (GMD), que son capaces de derribar los vectores de largo alcance norcoreanos o de cualquier otra procedencia. En 2004, la Administración Bush había desplegado el primer interceptor y planeaba desplegar un total de cincuenta y cuatro. La Administración Obama revocó esa decisión, basándose en una nueva información de inteligencia" que pretendía demostrar que la amenaza de los misiles balísticos no estaba avanzando tan rápidamente como se pensaba previamente.
La Administración Obama siguió un programa de defensa antimisiles que va en total detrimento de la protección del territorio nacional de Estados Unidos. De acuerdo al presupuesto presentado el año pasado por el presidente para la defensa antimisiles, la Administración está planeando gastar tres veces más en defensa antimisiles en otras regiones que en defender el territorio nacional entre los ejercicios fiscales de 2012 y 2017.
Estados Unidos debería desarrollar un sistema integral y escalonado para la defensa antimisiles, capaz de abordar la amenaza de los misiles balísticos a nivel mundial. Aunque el de Corea del Norte es sólo el ejemplo más reciente de sus pruebas nucleares, Irán también continúa avanzando en sus programas de armamento nuclear y misiles balísticos.
Los sistemas actuales proporcionan el punto de partida para dichos avances. En concreto, la Administración debería habilitar los modelos iniciales de los interceptores tipo Standard Missile-3 (SM-3) para hacer frente a los misiles balísticos de largo alcance en las fases intermedias de sus trayectorias. Aunque ello requiere una mejora de las capacidades de mando y control, así como interceptores conectados a un radar de despliegue avanzado.
La Administración debería también potenciar y mejorar las capacidades de rastreo de las actuales redes de radares y satélites. Para lograr los mejores resultados, los sensores y radares deberían estar ubicados tanto en el espacio como en tierra. Un sistema bien distribuido debería permitir delegar la autorización de los lanzamientos a niveles inferiores dentro de la jerarquía militar para, de esta manera, lograr las mejores probabilidades de intercepción dentro del corto período de tiempo que tienen quienes han de tomar la decisión luego de que un misil haya sido lanzado. De hecho, un misil balístico de largo alcance como el que está desarrollando Corea del Norte puede alcanzar cualquier parte del mundo en solo 33 minutos.
La Administración Obama podría dirigir la aprobación de un plan para adquirir interceptores con base en el espacio para la defensa antimisiles, siguiendo el modelo del plan de adquisiciones aprobado para los interceptores Brilliant Pebbles de 1990. Los interceptores con base en el espacio proporcionarían la mejor protección posible frente a la mayoría de tipos de misiles balísticos. Por desgracia, la Administración Obama no ha hecho nada por potenciar los interceptores con base en el espacio.