Francisco I, el logro de un humilde
El Vaticano acaba de designar al hasta hoy Cardenal Jorge Bergoglio, S.J. -Arzobispo de Buenos Aires- como nuevo Pontífice de la Santa Sede. Desde ahora, Su Santidad Francisco I.
El Vaticano acaba de designar al hasta hoy Cardenal Jorge Bergoglio, S.J. -Arzobispo de Buenos Aires- como nuevo Pontífice de la Santa Sede. Desde ahora, Su Santidad Francisco I.
Bergoglio, de origen humilde, un hombre de silencio pero de firmeza, era lo que podemos llamar un verdadero "cura de la calle". Jamás excluyó a persona alguna: se trata de un hombre común que jamás exhibió problemas a la hora de acercarse a adictos, desposeídos y madres solteras.
El nuevo Papa es hijo de un humilde matrimonio italiano. De padre ferroviario, Bergoglio fue criado en la fe cristiana, luego de formarse en el ámbito de la educación pública bonaerense. Cursó estudios técnicos y, a los 21 años de edad, ingresó en la Compañía de Jesús. Poco a poco, fue ocupando posiciones tanto en la Iglesia argentina como en el Vaticano.
Hoy, Jorge Bergoglio es el primer jesuita que llega al papado, de la mano de la humildad de su formación hogareña y con una profunda trayectoria en su vida cristiana. Su formación jesuita le granjeó una reputación de "revolucionario" dentro de la Iglesia.
Quienes lo conocimos, sabemos de su firmeza. Es un gran hombre con antecedentes de austeridad que jamás supo mantenerse en silencio frente a las injusticias y que, en los últimos tiempos, se ha caracterizado por enfrentarse a las clases dirigentes con la contundencia de sus palabras.
Su humildad y espontaneidad lo harán distinguirse. Asimismo, romperá con el estricto protocolo del Vaticano, tal como lo hizo en la Argentina, en donde, a pesar de ser Cardenal, no dejaba de ser un pasajero más en ómnibus y subterráneos.
El nuevo Pontífice es un hombre ciertamente audaz, alejado de las formalidades y del "qué dirán".
Seguramente, en el Vaticano, así como hubo un antes y después de Juan Pablo II, habrá un antes y un después de Francisco I. Hombre de oración y firmeza que llevará transparencia y justicia a la Santa Sede.
Asistimos a una designación importante y clave que aún debe resolver Su Santidad Francisco I: es la del Secretario de Estado del Vaticano. Conociendo el pensamiento de Bergoglio, seguramente optará por un firme seguidor de sus ideas.
Una cosa es segura: con Francisco I, se puede ser amable; se puede ser diferente y él así lo aceptará. Se puede ser pecador y él sabrá perdonar. Pero el gobierno argentino deberá tener muy en cuenta que el nuevo Papa no es la persona con la cual maniobrar políticamente, ni jugar.
Ofrecemos, pues, una calurosa bienvenida a Su Santidad Francisco I, y le deseamos un extenso y fructífero pontificado. Puede anticiparse que, para aquellos que somos católicos apostólico-romanos, seguramente muchas cosas cambiarán. Además del nombre, el rostro y el estilo.
* El autor es ex representante de la República Oriental del Uruguay ante Naciones Unidas.