Cristina Elisabet Fernández Wilhelm de Kirchner y el anillo de Su Santidad Francisco
Al año de haber sido elegido Papa, Karol Wotjyla regresó a su patria, trasladándose a su ciudad, Varsovia. Allí, ofició una misa ante más de dos millones de fieles. Todos ellos, fervorosos católicos y profundamente anticomunistas.
18 de Marzo de 2013
Al año de haber sido elegido Papa, Karol Wotjyla regresó a su patria, trasladándose a su ciudad, Varsovia. Allí, ofició una misa ante más de dos millones de fieles. Todos ellos, fervorosos católicos y profundamente anticomunistas. El pueblo depositó su esperanza en que Juan Pablo II serviría de inspiración para las fuerzas necesarias con las cuales terminar con un régimen que tanto daño había ocasionado a Polonia y al mundo entero. Así fue.
El dirigente gremial Lech Walesa -jefe del sindicato Solidaridad, de fuertes lazos con la Iglesia y con enorme arraigo en las masas obreras- logró quebrar el espinazo del gobierno pro-soviético, con la ayuda de Juan Pablo II. A partir de ese nombramiento y de la presencia del jefe de la Iglesia, el comunismo inició su retirada definitiva de la historia. En esa oportunidad, Walesa manifestaría: "Juan Pablo II fue un regalo que el cielo nos legó".
Muchos ciudadanos de la América Latina, conmovidos por la reciente designación de Jorge Bergoglio como Papa, guardan la expectativa de que, cuando visite estas tierras, su presencia genere la tormenta de aire fresco suficiente como para renovar la atmósfera del decadente progresismo que padece nuestra región. Muchos esperamos poder decir, como en su momento lo hicieron los polacos: "El fue un regalo que el cielo nos legó".
Su Santidad Francisco bien podría representar una "liberación espiritual", contraponiéndose al maniqueísmo empleado por la fallida revolución cubana. Partiendo de esta base, la región podría reencaminarse hacia un desarrollo más justo y equitativo, lo que colocaría a América Latina en el umbral de la verdadera democracia. Como ya se ha visto en los regímenes de constitución socialista, sus líderes presentan a cualquier opositor como ejemplares del mal; los hermanos Castro, luego Chávez y otros, se arrogaron encarnar al bien y la justicia, pero arrastrando a las masas hacia la desgracia y el sufrimiento, en el proceso.
Con respecto a la presidente argentina, Cristina Elisabet Fernández Wilhelm -viuda de Kirchner-, cabe lamentarse de que carezca de una verdadera guía para aprovechar a fondo la oportunidad que representa el papa argentino. Sus presentaciones ante Cadena Nacional dejan entrever que su egocentrismo la empuja a considerarse en exagerada estima, creyéndose superior a cualquier figura religiosa ("Yo sería papisa", supo decir). Por estas horas, está convencida de que Hugo Chávez Frías la ha ungido como su continuadora, y así se lo hace saber a otros jefes de estado regionales.
Jorge Mario Bergoglio enfrentó a Néstor Carlos Kirchner y, como respuesta, tanto el desaparecido ex presidente como su actual viuda lo enfrentaron, agraviaron y despreciaron durante años. Ironías: hoy, Bergoglio se ha convertido en papa. Pero la campaña mediática infame contra su figura es evidente. No en vano, el primer comunicado de prensa del Vaticano tuvo como objetivo replicar a las calumnias motorizadas por la Casa Rosada y la izquierda anticlerical del país -vinculada, por cierto, al kirchnerismo-.
Al momento de escribirse esta nota, la presidente argentina se encontraba en Roma para participar de la misa ofrecida por Su Santidad Francisco. Ella se habrá convertido en la primer jefe de estado recibida por el sumo pontífice, quien le obsequiara esta posibilidad, como "acto de cortesía". Evento en el que, conforme lo exige el protocolo para los creyentes católicos, Cristina Fernández habrá ejecutado la debida reverencia y besado la sortija en la mano de Jorge Mario Bergoglio.
El dirigente gremial Lech Walesa -jefe del sindicato Solidaridad, de fuertes lazos con la Iglesia y con enorme arraigo en las masas obreras- logró quebrar el espinazo del gobierno pro-soviético, con la ayuda de Juan Pablo II. A partir de ese nombramiento y de la presencia del jefe de la Iglesia, el comunismo inició su retirada definitiva de la historia. En esa oportunidad, Walesa manifestaría: "Juan Pablo II fue un regalo que el cielo nos legó".
Muchos ciudadanos de la América Latina, conmovidos por la reciente designación de Jorge Bergoglio como Papa, guardan la expectativa de que, cuando visite estas tierras, su presencia genere la tormenta de aire fresco suficiente como para renovar la atmósfera del decadente progresismo que padece nuestra región. Muchos esperamos poder decir, como en su momento lo hicieron los polacos: "El fue un regalo que el cielo nos legó".
Su Santidad Francisco bien podría representar una "liberación espiritual", contraponiéndose al maniqueísmo empleado por la fallida revolución cubana. Partiendo de esta base, la región podría reencaminarse hacia un desarrollo más justo y equitativo, lo que colocaría a América Latina en el umbral de la verdadera democracia. Como ya se ha visto en los regímenes de constitución socialista, sus líderes presentan a cualquier opositor como ejemplares del mal; los hermanos Castro, luego Chávez y otros, se arrogaron encarnar al bien y la justicia, pero arrastrando a las masas hacia la desgracia y el sufrimiento, en el proceso.
Con respecto a la presidente argentina, Cristina Elisabet Fernández Wilhelm -viuda de Kirchner-, cabe lamentarse de que carezca de una verdadera guía para aprovechar a fondo la oportunidad que representa el papa argentino. Sus presentaciones ante Cadena Nacional dejan entrever que su egocentrismo la empuja a considerarse en exagerada estima, creyéndose superior a cualquier figura religiosa ("Yo sería papisa", supo decir). Por estas horas, está convencida de que Hugo Chávez Frías la ha ungido como su continuadora, y así se lo hace saber a otros jefes de estado regionales.
Jorge Mario Bergoglio enfrentó a Néstor Carlos Kirchner y, como respuesta, tanto el desaparecido ex presidente como su actual viuda lo enfrentaron, agraviaron y despreciaron durante años. Ironías: hoy, Bergoglio se ha convertido en papa. Pero la campaña mediática infame contra su figura es evidente. No en vano, el primer comunicado de prensa del Vaticano tuvo como objetivo replicar a las calumnias motorizadas por la Casa Rosada y la izquierda anticlerical del país -vinculada, por cierto, al kirchnerismo-.
Al momento de escribirse esta nota, la presidente argentina se encontraba en Roma para participar de la misa ofrecida por Su Santidad Francisco. Ella se habrá convertido en la primer jefe de estado recibida por el sumo pontífice, quien le obsequiara esta posibilidad, como "acto de cortesía". Evento en el que, conforme lo exige el protocolo para los creyentes católicos, Cristina Fernández habrá ejecutado la debida reverencia y besado la sortija en la mano de Jorge Mario Bergoglio.
* Foto: La Nación