"Imberbes y estúpidos", los dueños de la memoria durante el 24 de marzo
Quien tuvo la oportunidad de visitar la 'Plaza de Mayo de Ellos' en ocasión del acto en memoria de los crímenes del Proceso, quizás haya observado que algo no andaba bien en el espíritu democrático que debió ser el verdadero protagonista del evento.
Quien tuvo la oportunidad de visitar la Plaza de Mayo de Ellos en ocasión del acto en memoria de los crímenes del Proceso, habrá notado que algo no andaba bien en el espíritu democrático que debió ser el verdadero protagonista del evento.
Al iniciarse el recorrido junto a las columnas de izquierda por la calle Paraná, podía notarse que el flujo venía trabado. Tomamos Avenida De Mayo rumbo a la Plaza y, al llegar a la altura del Teatro Avenida, pudo verse a un grupo de militantes del Movimiento Evita formados en cuatro filas y portando palos. Estaban allí para bloquear el el acceso a las columnas de la izquierda, forzando a sus militantes a desviarse hacia Diagonal Sur. Situación que sería denunciada más tarde por la Fundación La Alameda.
Quien esto escribe prosiguió su marcha alejado del contingente, siendo la idea confundirse entre las filas kirchneristas. Allí, los organizadores tenían a todos ordenados con vallas posicionadas en los costados (humanas o con cañas). Las columnas se trababan sobre Avenida De Mayo, y el paso era lento. Me detuve a comer un choripán -pago, por supuesto- y continué saliéndome del corral.
Hacia la Plaza, pudo verse a gente dispersa o sentada; mucho -bastante- espacio. Pero, ¿por qué se trababa la fila? Miré hacia el cielo: había helicópteros. Tal como ya lo había visto en Venezuela, el acto consistía en filas eternas que hacen sentir a quien la protagoniza, encontrarse en medio de una procesión eterna, multitudinaria. Todo ello, sin percatarse de que se es una gota en un cauce al que le han cerrado la canilla. Quizás, algún iluminado haya pensado "Mi sacrificio, estar acá parado, al menos sirve para la foto".
Y, si de instantáneas se trataba, podía asistirse a algunas postales tristes, antidemocráticas: se trataba de una serie de retratos de figuras públicas no están alineadas con el ideario del Gobierno Nacional, como ser -por ejemplo- Mauricio Macri o Jorge Lanata. Junto a esos cuadros, la invitación a descolgarlos bajo la consigna "Bajá tu propio cuadro". Todo consistía en asociar a los 'escrachados' con la dictadura, y de invitar a emular el viejo episodio de Néstor Carlos Kirchner y el cuadro de Videla en el Colegio Militar. Interesante "Plaza de la Democracia" que, además de restringir el acceso a quienes portaban banderas diferentes (por caso, las agrupaciones de izquierda), incluso atacaban y ofendían a quienes podían exhibir una posición distinta a la del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Otro juego de escraches se llevó a cabo por la vía de un despliegue de arcos de fútbol y arqueros que portaban máscaras de Mariano Grondona o de Guillermo Pérez Companc. Junto a uno de los horizontales, podía leerse una placa con las razones que invitaban a relacionar a estas personas con el Proceso y por qué 'merecían' el escrache, y que se le metan goles.
La frutilla del postre, por cierto, estuvo a cargo de la bandera de Montoneros, izada con remarcable impunidad en la Plaza y otros espacios públicos del país. En éste, que fuera el Día de la Memoria, más allá del olvido habitual y oficial de la totalidad de muertos contabilizados en democracia -durante el período comprendido entre 1973 y 1976 a manos del ERP y los propios Montoneros-, el hecho remitió a la pérdida de la vergüenza y del menor respeto, con banderas manchadas con sangre en medio de una marcha que estaba llamada a ser popular. Una acción evidentemente alejada de todos aquellos que izamos la bandera de los derechos humanos sin recurrir a miradas parcializadas y caprichosas.
Merece la pena recordar -sin sesgos- que, mientras los militares tomaban la vida de inocentes, de la mano del aparato del Estado, las organizaciones terroristas aniquilaron a quien se les cruzara, en pos de hacerse con ese mismo Estado. A cada cual le corresponde cargar con su propia cruz, y con sus muertos.
Desde luego que algunos argentinos parecen acusar de graves problemas de memoria: algunos asesinos parecen ser más malos que otros, algunas víctimas del terrorismo merecen menos cuotas de memoria que otros... algunos argentinos tienen derecho de ir a la Plaza, mientras que otros, no. Es de suponer que la causas para este tipo de visiones pueden rastrearse, o bien en heridas abiertas, o bien en la simple carencia de conciencia cívica. Muchos de ellos se habrán ganado el mote de ser calificados nuevamente como "imberbes y estúpidos".