Inundación: cuando llueven muertos
"Bruscamente la tarde se ha aclarado | Porque ya cae la lluvia minuciosa. | Cae o cayó. La lluvia es una cosa | Que sin duda sucede en el pasado." (Fragmento de 'La Lluvia', de Jorge Luis Borges)
Siempre la lluvia es en el pasado. Al menos, la lluvia en el mundo de la política. Con el diario del lunes, todos somos urbanistas profesionales y defensores a ultranza de los Derechos Humanos de los postergados que se ahogan. Todos tenemos algún amigo o conocido que ayudó a algún inundado. Todos están para la foto o quieren estarlo. Incluso algunos inventan estarlo, como el Intendente de La Plata, Pablo Bruera, que dijo estar ayudando en centros de evacuados, mentira vertida vía Twitter desde las playas brasileñas.
Los muertos llueven todos los días, no sólo los días de lluvia. Llueven cada vez que alguien se roba fondos públicos, que se destinan impuestos para financiar espectáculos futbolísticos, automovilísticos, recitales o cualquier otro uso recreativo que nos roba, centavo a centavo, la posibilidad de hacer algo más con el dinero del Pueblo, por el Pueblo.
Triste es ver cómo se han lanzado a los muertos a baldazos de un lado al otro de la General Paz. Triste es ver a cada mandatario viendo cómo zafar de su cuota de responsabilidad. Todos ángeles, todos víctimas. Nadie pidió perdón.
A esta altura, los políticos ya no deben salir a dar su pésame. Con una presión fiscal que supera el 50% de los ingresos de cada ciudadano, la dirigencia tiene sobre nuestras vidas una influencia monetaria y material enorme. Cada ciudadano tiende a cuidarse a sí mismo y a los suyos; cada moneda que se le saca es una oportunidad menos para invertirla en los suyos. Cada moneda que se le saca al Pueblo es una responsabilidad que asume el Gobierno.
No llovió agua: llovió sangre. Sangre del pueblo que se escurre como impuestos por los bolsillos de los gobernantes.
* El autor es docente y se desempeña en el partido político argentino 'Unión Por Todos'