Punto de quiebre en el carrusel de la soberbia
Una semana negra para la Presidente Cristina Fernández Wilhelm, viuda de Néstor Kirchner.
Lo cierto es que la Presidente de la Nación no terminaba de recomponerse del desastre político representado por las abundantes precipitaciones que destruyeron la Ciudad de La Plata y un número importante de localidades de la Provincia de Buenos Aires; menos aún, de la catarata de improperios que recibieran tanto ella como su cuñada Alicia Kirchner, de parte de furiosos damnificados.
Estaba claro que los festejos en la Casa Rosada observaban un carácter prematuro: de lo que se trataba era de capear el temporal mediático de la inundación, para arribar con oxígeno suficiente a los festejos de la victoria del chavista Nicolás Maduro, hoy socarronamente rebautizado en la región como el "Espantajo de La Habana". Por desgracia para Balcarce 50, las buenas noticias no parecen abundar en tiempos aciagos como los actuales. El heredero de Hugo Chávez terminó imponiendose a Henrique Capriles Radonski por décimas, no finalizando allí el problema: pesan hoy serias dudas sobre el carácter lícito del triunfo del 'vicepresidente encargado', a tal punto que su rival optó por renegar del resultado y el reconocimiento internacional continúa exhibiéndose tan escaso como tímido. Peor es la sensación de decaimiento acusada por el cristinismo, cuando el marplatense Amado Boudou decide acompañar in situ a Maduro, sin consultar con CFK y prestándose a una instantánea que el mundo ya percibe como una sociedad de personajes de malhabido costumbrismo. Con el pesado yugo de la decepción sobre sus hombros, la Presidente de la Nación escapará a Venezuela para rehuir del cacerolazo ciudadano promocionado par el jueves "#18A". Iniciativa que solo puede interpretarse como una fuga programada para rendir honores a una victoria tan polémica como pírrica, en la peor de las circunstancias: el jefe de estado iraní Mahmoud Ahmadinejad también se arrimará a Caracas, con lo cual se multiplican los 'riesgos' de la fotografía en común. Otra cuestión no menor remite a que la vapuleada nación caribeña se encuentra hoy conmovida por el descontento ciudadano motorizado por el rechazo a Nicolás Maduro. Las arterias de Caracas contabilizan más elementos del castrismo cubano que ciudadanos locales, y la ocasión se presta para que los hombres de la inteligencia de La Habana en el terreno ejecuten acciones de contraespionaje del tipo false-flag, que luego podrían endilgársele a la oposición -esto es, el MUD de Capriles. ¿Puede garantizarse la seguridad de la mandataria argentina en tierra venezolana? Desde luego que no.
Así las cosas, el infortunio parece acechar a la viuda de Néstor Carlos Kirchner en cualquier esquina. A criterio complementario, el comité de asesores presidenciales presidido por el confeso maoísta Carlos Zannini se vaporiza en el error: ¿qué hacer con Cristina? ¿Es aconsejable exponerla al caos venezolano, o lo mejor sería excusarla para evitar el pandemónium caraqueño y la potencialmente destructiva instantánea con Ahmadinejad? ¿Sería preferible, acaso, ahorrarle el convite bolivariano, y apostar a sobrevivir a situaciones incómodas en medio del ruidoso 18 de abril? Balcarce 50 ya no analiza cómo recortar las pérdidas, sino que evalúa los modos -inexistentes, por cierto- de acelerar el movimiento de las manecillas del reloj.
Sobrevino entonces el affaire que el periodista Jorge Lanata rotulara con la etiqueta de "#DineroK". Habida cuenta de que el hombre del ciclo "Periodismo Para Todos" contaba con la entrevista enlatada del hasta ahora ignoto Leonardo Fariña desde hace más de un año, la conclusión obvia es que el subsistema de espionaje cristinista ha fracasado. Acaso porque el número de NNs y nombres de paja (lavadores de dinero, traficantes de droga) dentro del universo oficialista es tan voluminoso, que nadie pareció ocuparse de llevar a cabo el follow-up correspondiente. O, quizás, ello se supiera, pero la consigna coincidía -dado el desconcierto- con el mantenimiento del silencio. Factor que conducirá a cotejar que el insuficiente personal profesional de la Secretaría de Inteligencia (SI) -ojos y oídos de cualquier Administración- solo pasa por ventanilla al cierre de cada mes para hacerse de su sueldo ("Si la gente quiere entrar a la Rosada, nos sacamos el saco y entramos con ellos").
Los alcances del "#DineroK" -amén de elaborar sobre la existencia de ciertos individuos sin carisma ni personalidad que contraen nupcias con jóvenes mediáticas con la meta de ganar cobertura para evitar terminar sus días flotando en algún curso de agua- comparten algunas derivaciones de color, a saber:
- El carácter insanablemente pútrido del showbusiness vernáculo, y sus conexiones con valijeros de poca monta que sacan provecho del aura de impunidad emanado desde el poder político.
- La irrebatible asociación de ciertos personeros con testaferros adornados con adjudicaciones de obra pública y que, a su vez, hacen las veces de blanqueadores de imponentes fortunas familiares a buen resguardo en paraísos fiscales.
- La complementarización del feedback de dinero negro cuyo origen jamás se conocerá, con una compleja ingeniería financiera derivada de operaciones del tráfico de drogas a escala inabarcable. Consideración que justifica el empleo del término "punta del iceberg".
- La divagación involuntaria de sus protagonistas que -sin saberlo- suscriben al detalle sus habilidades administrativas ante cámara escondida, sin dejar de cerrar sus recapitulaciones con estruendosas burlas en perjuicio del ciudadano común. Variable que tracciona con el quiebre de los códigos de conducta/silencio de los desfalcadores del estado y sus encumbrados protegés.
- La destrucción súbita y definitiva del mito con el que se intentó envolver a la figura del desaparecido ex presidente Néstor Kirchner.
- Los modos en que redes sociales y canales de comunicación no tradicionales o underground sinergizan con programas de investigación televisivos, potenciando geométricamente su efecto, y alcanzando audiencias todavía mayores. Sinergia que adquiere un crescendo de carácter acumulativo a partir de su yutxaposición con catástrofes recientes y episodios clásicos de corrupción.
- La amplificación en el nivel de conocimiento estructurado que el ciudadano común tiene frente a los desmanejos de la función pública (ítem derivado del punto anterior).
- La todavía no desmenuzada transitividad que se prefigura en la mente del ciudadano promedio, con todas sus ramificaciones e implicancias. Ejemplos: "Todos los políticos son corruptos"; "No tiene sentido pagar impuestos"; "Llegaron para robar"; "Todos los jueces son de ellos; por ende, no sirven"; etc. Sus potencialmente peligrosas conjugaciones, bastante menos abstractas y con probabilidad relativa de traducirse en acciones: "Rebelión fiscal"; "Justicia por mano propia"; "Hay que voltearlos".
Aún sin conocerse reacción oficial, puede predecirse el comportamiento de los voceros del Gobierno Nacional (especialmente, si se tiene en consideración su modus operandi en el pasado). En un primer término, esas réplicas quedarán reducidas a la desmentida y al uso recurrente de su obligado partenaire, esto es, el ataque personal, naturalmente carente de argumentos. En segundo orden -y como ya se ha observado otras veces-, los operadores del oficialismo solo atinarán a cubrir las molestias del affaire "Dinero K" mediante la manufactura de nuevos titulares. En cualquier caso, esta segunda prerrogativa sería de difícil implementación: hace solo muy pocos días que la Administración Fernández Wilhelm puso en marcha la fase final de su operativo de "Democratización de la Justicia", y todavía es muy temprano para canibalizar ese capítulo de la agenda.
Es en esta instancia cuando el cristinismo -otrora en control de los titulares- evidencia su frugalidad teleológica: su objetivo ha consistido siempre en permanecer, pero sin heterogeneizar la táctica. Hoy queda expuesto que no había recurso humano (estrategas de fuste) que coadyuvaran a consolidar esa meta superior. La credibilidad y los efectos mensurables del aparato de propaganda no solo se ven neutralizados, sino que retornan resultados contraproducentes y devastadores hacia adentro. Conspiran en su contra el factor tiempo y el recurso material, mientras que el espectro militante comienza a exhibir demasiados problemas a la hora de justificar políticas.
En este punto, el inconveniente más insalvable de la fórmula cristinista es que -por citar solo dos ejemplos- los elementos corruptibles de la justicia y la comunidad política en los que el centro reposaba para sostener su avance están siendo severamente cuestionados, y la deserción se agrava. Los embajadores del subsistema han visto nublarse su juicio, afectados por la soberbia y la impunidad; la consecuencia más directa es la aniquilación del pensamiento estratégico del mismo (si acaso alguna vez lo hubo), y demasiadas cosas comienzan a pasarse por alto. Muchas de ellas, importantes. Las derivaciones del "Dinero K" son, apenas, un ejemplo entre muchos otros que darán qué hablar.
El carrusel podría detenerse. Abruptamente.
* Foto: Lázaro Báez y Cristina Fernández Wilhelm | Diario Clarín