#18A: vamos todos (hasta Hugo Moyano)
Este jueves 18 de abril, nos daremos cita los ciudadanos de todas las latitudes, en distintos países, de distintos partidos, con diferentes ideologías, para unificarnos bajo el reclamo "No a la Reforma Judicial"; lo que, traducido, significaría: "No al fin de la República".
Este jueves 18 de abril, nos daremos cita los ciudadanos de todas las latitudes, en distintos países, de distintos partidos, con diferentes ideologías, para unificarnos bajo el reclamo "No a la Reforma Judicial"; lo que, traducido, significaría: "No al fin de la República".
Con mucha alegría, celebro la incorporación a las filas de la Resistencia de Hugo Moyano, Julio Piumato y otros "buenos muchachos". La relación del Movimiento Cacerolero con el referente de Camioneros contra la Reforma Judicial es comparable a la de Winston Churchill junto a Josef Stalin versus Adolf Hitler. Es decir, el mal menor. Nada quita que la lucha anticorrupción o por la Libertad Sindical nos conduzca a estar enfrentados con Moyano en breve; pero lo cierto es que, sin Justicia, nunca podremos juzgar ni a éstos ni al resto.
Nadie plantea una amnistía a favor de Hugo Moyano, ni mucho menos. Aunque debemos recordar que, sin una Justicia independiente, perderemos todos. Inclusive los culpables, porque el Poder Judicial pasaría a ser una extensión del poder político de turno, y todo aquel que vaya a ser juzgado enfrenta, ahora mismo, ante un panorama incierto y riesgoso. Nuevamente: con la Reforma, perdemos todos.
Si bien el sistema actual es perfectible y la cuantía de la designación de representantes resulta arbitraria, la estructura corporativa y las mayorías especiales persiguen limitar esa arbitrariedad. Se dispone de una representación indirecta. ¿Podemos mejorarlo? Claro que sí. ¿Podemos debatirlo? Desde luego.
Que el ganador de una elección se quede con todo (vinculando las mayorías dentro del Consejo de la Magistratura con los resultados electorales, y resultando, al menos, nueve Consejeros electos de forma inmediata con la lista ganadora de un total de 19, como por la disminución de los votos mínimos necesarios (pasando de 2/3 a 50% + 1 ), devuelve como resultado la consolidación del Poder Judicial como un órgano político con una lógica principalmente electoral, mientras que, al día de hoy, prima un criterio mixto técnico-político.
El Poder Judicial puede ser dotado de mayor prolijidad, desde mejores normas procesales, plazos más acotados para resolver y modernizando las estructuras de gestión. Ello también puede lograrse a partir de la derogación de leyes y fomentando métodos alternativos para la resolución de conflictos. Pero esta "reforma" ciertamente no trae nada bueno al debate en torno del Partido Justicialista. Y cuando decimos "esta reforma", nos centramos en la variable del Consejo de la Magistratura y las cautelares. Lo del tribunal es una mera zonzada, que traba aún más el acceso a la Justicia e incrementa los costos a la hora de litigar.
Por lo tanto, esta denominada "reforma" no democratiza; sólo destruye la democracia republicana y le quita el freno al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo. Si el espíritu involucrado tuviera que ver efectivamente con la construcción de algo mejor, no tendríamos un tratamiento express; por el contrario, se ampliaría el debate y se tomarían en cuenta la totalidad de las voces que insisten en que esta iniciativa coincide con un acto de violencia en perjuicio de nuestra Constitución Nacional y una suerte de revolución del sistema republicano, para transformarlo en otro muy diferente.
Vale recordar que la división de poderes remite a la idea de que existan funciones definidas que compiten entre sí, con la meta de lograr un equilibrio de fuerzas. La competencia implica una condición de equilibrio entre los mismos.
Sin dudas, es un principio; es el comienzo, la base. Sin República, ningún otro derecho se verá garantizado para el individuo, toda vez que deba enfrentar al gobierno central. La división de poderes no nos remite a una idea tripartita, sino a la generación de trabas para el ejercicio del poder coercitivo (punitivo y fiscal).
Perdiéndose aquella independencia de poderes, se pierde el freno. El hecho de que un poder no deba rendir "cuentas políticas" al otro, salvo ante circunstancias que la ley establezca (presupuestos, auditorías, acceso a la información pública, declaraciones juradas) remite a las maneras en que se controlan los poderes. Casualmente, métodos que no respeta ni ejerce el kirchnerismo.
En concreto, al oficialismo no le interesa someterse a la voluntad popular. La expresión de esa voluntad nos abarca a TODOS y, casualmente, TODOS deben tener la posibilidad de expresarse en un esquema republicano, haciendo valer sus derechos. El Gobierno Nacional desea un sistema en el que el ganador se quede con todo, y corre ya con ventaja, por encontrarse emplazados en el poder: desde esa posición, ha avanzado sobre numerosas instituciones y sus respectivos frenos.
De lo que se trata es de un abuso de posición dominante, en claro perjuicio del Artículo 33 de la Constitución Nacional en sus efectos. Desde esta reforma, la van a cagar. Se nota que la estabilidad social les importa poco.
Desestabilizan desde el gobierno; son autogolpistas.
* El autor es docente y militante del espacio político 'Unión Por Todos'