Chipre: demasiado pequeño para fracasar
Las élites políticas en Bruselas -una vez más- estarán aliviadas. Chipre no colapsó ni derivó la caída del euro. De muchas maneras, el último drama en Chipre siguió un patrón similar: la llamada troika del liderazgo europeo (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, y el Fondo Monetario Internacional)...
*Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins y Senior Fellow del Cato Institute, en Washington, D.C.
Las élites políticas en Bruselas -una vez más- estarán aliviadas. Chipre no colapsó ni derivó la caída del euro. De muchas maneras, el último drama en Chipre siguió un patrón similar: la llamada troika del liderazgo europeo (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, y el Fondo Monetario Internacional) voló a un país en la periferia de Europa para rescatar a los bancos que estaban fracasando; el liderazgo de ese país se resistió, y eventualmente cedió ante las demandas de Bruselas.
En el pasado, la troika ha rescatado a bancos que estaban fracasando con rescates financiados por los contribuyentes, donde los accionistas reciben un golpe pero los tenedores de bonos y los depositantes no eran afectados. Este es el modelo familiar que vimos en Grecia, Irlanda, Portugal, España, y nuevamente en Grecia. Entonces, ¿qué fue diferente acerca de Chipre y por qué las cosas resultaron mal? Bueno, esta vez, la troika cambió el modelo de un rescate a un 'bail-in'.
En virtud del modelo de rescate, los contribuyentes prometen de manera implícita rescatar a los acreedores y depositantes de los bancos cuando las cosas van mal. Consecuentemente, los bancos son regulados por el gobierno, para “proteger” a los contribuyentes. En contraste, bajo el modelo “bail-in”, los depositantes y los inversores (que prestan dinero a los bancos) deben asumir la cuenta y capitalizar a los bancos en momentos de problemas. Esto les da un gran incentivo de vigilar más de cerca a los banqueros.
Hasta ahora, Europa (y Estados Unidos) había elegido la ruta del rescate. Los bancos eran considerados “demasiado grandes para fracasar”, y el público lo creyó así. De hecho, en Chipre, era bien conocido que varios bancos grandes eran insolventes desde el otoño de 2011. Aún así la mayoría de los depositantes no buscaron una salida. Pensaron que los contribuyentes (en otras palabras, los alemanes) los rescatarían.
Ellos se equivocaron. A pesar de que el paquete de rescate chipriota es solamente una fracción del tamaño de los anteriores rescates en la Eurozona, el liderazgo europeo decidió que, esta vez, los contribuyentes no pagarían el grueso de la cuenta por los riesgos asumidos por los banqueros. En lugar de simplemente penalizar a los contribuyentes de la Unión Europea y a los dueños de los bancos chipriotas, la troika hizo que el “bail-in” esté condicionado a un impuesto a la riqueza sobre los depositantes y los acreedores de los bancos chipriotas.
El problema fue que, en la propuesta original del “bail-in”, este impuesto se hubiese aplicado a todos los depósitos bancarios, incluyendo los que supuestamente están asegurados por el Banco Central Europeo. Esto envió olas de shock a lo largo del sistema bancario europeo, conforme los depositantes a lo largo de toda Europa se preguntaron qué tan seguros estaban sus depósitos “asegurados”.
Temiendo un pánico financiero, los líderes europeos finalmente modificaron el programa. Como suele ocurrir, a última hora, un acuerdo se logró —uno que protegió a los chipriotas con depósitos pequeños y asegurados mientras que imponía un impuesto considerable a aquellos con depósitos grandes no asegurados.
A largo plazo, este nuevo modelo puede que represente una mejora. Pero el euro sigue siendo una creatura de la política, no de la economía y las finanzas, y solamente el tiempo nos dirá si los líderes europeos se mantendrán apegados al modelo chipriota del “bail-in”. Por ahora, esta incertidumbre y el persistente patrón de gobernar mediante crisis fomentará una ansiedad continua para los ahorradores e inversores europeos. Esto solo exacerbará la escasez de crédito en Europa, prometiendo un crecimiento económico débil de ahora en adelante.
A diferencia de la imagen relativamente agradable que está siendo presentada por los líderes europeos, la economía chipriota será golpeada significativamente. De acuerdo a mis cálculos, Chipre puede esperar que su PIB se contraiga en un 12,2 por ciento en 2013. Para Chipre, incluso si el apocalipsis financiero se evitó, parece que los días más oscuros todavía están por venir.
Este artículo fue publicado originalmente en The Daily Beast (EE.UU.) el 15 de abril de 2013.