Más allá de la sonrisa de Boudou: Estado pirata, nación paria
Apuntes sobre las implicancias del proyecto oficialista para acopiar dólares mediante un dudoso programa de blanqueo. Consideraciones regionales y de seguridad.
En octubre de 2012, la Financial Action Task Force (FATF, organismo conocido aquí como GAFI), congratulaba a la República Argentina por el "progreso contínuo" logrado en el terreno del potencial congelamiento de activos de organizaciones terroristas en el país. La entidad -que promueve la implementación de iniciativas legales y herramientas regulatorias para el combate del lavado de activos y el financiamiento de grupos subversivos que pudieren comprometer al sistema financiero internacional- se refería a la favorable recepción que observara el proyecto de la Presidente Cristina Fernández Wilhelm (conocido suburbanamente como 'Ley Antiterrorista') entre las naciones industrializadas.
Muy pocos meses más tarde, quizás las autoridades competentes en el seno del GAFI debieran revisar aquella declaración. Es que el proyecto para blanqueo de capitales propuesto por la Casa Rosada, y desprolijamente promocionado por los 'ases' del fallido equipo económico del Gobierno Nacional -Moreno, Kicillof, Lorenzino, Marcó del Pont, Echegaray-, abre las puertas, precisamente, a lavadores de fondos ilícitos, encumbrados traficantes de narcóticos y un interesante aquelarre de bien nutridos intermediarios. La Casa Rosada, a fin de cuentas, ha terminado por exponer la candidez y la ingenuidad de los regentes de la FATF: acaso éstos creyeran que las devaluadas instituciones de la nación sudamericana pudieran hacer las veces de socio confiable para reprimir actividades clandestinas en la región.
Tal es así que la dudosa regurgitación que remite al sistema de bonos CEDIN podría, desde este momento, convertirse en una más que atractiva herramienta para que personas físicas y jurídicas involucradas en, por ejemplo, la producción y comercialización de estupefacientes, blanqueen las utilidades netas de sus transacciones. El reconocimiento de divisas apadrinado por el gobierno argentino difícilmente podría resultar interesante para firmas que evalúen obsequiarse exenciones impositivas para capitales lícitos no declarados, por cuanto los CEDIN no cotizarán a la par con el dólar estadounidense, y porque cualquier operación corporizada en bonos les rendiría bastante más que los cuatro puntos porcentuales que Axel Kicillof y compañía defienden para su programa.
Por su parte, un traficante de drogas de nivel medio o alto que hoy se ve obligado a recurrir a complejas ingenierías financieras para su blanqueo -gimnasios VIP, lavaderos de autos, licorerías, etcétera-, no tendrá más que intercambiar sus dólares -lógicamente adquiridos en el mercado paralelo- por papelillos emitidos por el gobierno y, acaso, impresos por Ciccone. Aún cuando aquél perdiera un porcentaje de entre diez y veinte puntos en el intercambio, habrá logrado su objetivo de legalizar su execrable actividad a cambio de un esfuerzo irrisorio. Y la operatoria le reportará una satisfacción particular, por cuanto, en el proceso, habrá esquivado el incordio y el padecimiento que sobrevienen de la mano de molestos procedimientos burocráticos en el quehacer underground.
A la sombra de la novedad, deberá puntualizarse que la expectativa de Ricardo Echegaray y sus colegas en el desmadre de "controlar" que los fondos no suscriban una actividad ilegal conduce a la más palmaria expresión de deseos. Especialmente cuando ya es de público conocimiento que una extensa lista de albaceas de la Administración Fernández Wilhelm (Elaskar, Fariña, Lázaro Báez, Cristóbal López, entre otros) han echado mano de la constitución de sociedades financieras en paraísos fiscales tales como Panamá, Islas Seychelles o Belice con el objeto de cubrir con un velo de misterio sus estados contables y movimientos de dinero. Territorios en donde ningún magistrado argentino (otorgándose la posibilidad de que alguno se proponga seguir la ruta del metálico en el futuro) puede arrogarse jurisdicción.
Sobrevolando los preocupantes huecos del proyecto cristinista, habrá incluso que citar que Balcarce 50 podría estar haciéndole un gran favor a la Administración mexicana de Peña Nieto y a la del cafetero Juan Manuel Santos, cuyas fuerzas armadas, agencias de inteligencia y fuerzas de policía trabajan a sol y sombra para combatir a los cárteles del narcotráfico en sus países, con decenas de miles de muertos como sangriento output. Los productores de narcóticos tal vez evalúen que la Argentina es ahora un espacio idóneo para el establecimiento de más de sus frentes comerciales: si bien la prioridad de aquellos son los mercados norteamericano y canadiense vía Guatemala, el transporte de las mercaderías hacia los siempre exigentes consumidores del Viejo Continente contará -de manera decisiva- con el bienvenido respaldo de la República Argentina. Las firmas pesqueras que operan en puertos con base en Mar del Plata (ciudad bajo control del sciolismo y sus bereberes) y/o Santa Cruz (enclave kirchnerista por excelencia) reorientarán, casi inmediatamente, su estrategia de marketing. Los aztecas, por su parte, habrán visto llegar la Navidad bastante más temprano: el blanqueo vía CEDIN representará el nexo que precisaban para mantener e incluso multiplicar las operaciones en los laboratorios de cocaína de altísima pureza que, compitiendo en calidad con la colombiana desde hace ya un tiempo, regentean en la Provincia de Santa Fe y el conurbano bonaerense. Idéntica alegría podrá autoobsequiarse el elemento reconvertido de Sendero Luminoso, que emplea a reductos de artistas de cumbia peruana como fachada para distribuir el destructivo polvillo blanco en asentamientos como la Villa 1-11-14. En el remate, las organizaciones protagonistas del submundo de la Triple Frontera (TBA, en donde no escasean grupos terroristas de plataforma y objetivación extremista panislámica), también podrán desparramar papel picado para celebrar la buena nueva. Cristina Kirchner será, desde hoy, la adalid de sus más obscuras ensoñaciones. Esas que tienen a Occidente como objetivo.
Por primera vez en la historia, la Argentina se acerca peligrosamente al clan de naciones paria -rogue nations- del globo. En cualquier caso, la fragilidad estructural del modelo económico oficialista no solo se desnuda en la inoperancia y la torpeza demostrada para capturar los dólares que ya no posee, sino también en su doloroso déficit de timing. La Presidente y sus inenarrables alter egos están intentando blanquear un saqueo de proporciones gigantescas, precisamente en una instancia en que Suiza, Luxemburgo, Lichtenstein y otros países que hacen de aspiradores de fondos debaten la implementación de metodologías mejor aceitadas y profundas que -sin quebrantar el secreto bancario- expongan a individuos cuyo único interés es poner a buen resguardo su cosecha ilícita en esos sistemas financieros.
Al cierre -y, en virtud de lo expuesto-, el blanqueo propugnado por el "Quinteto de la Muerte" cristinista acaso debería invitar al Palácio do Planalto brasileño a una breve reformulación o, cuando menos, un ligero corrimiento de sus hipótesis de conflicto, desde la Amazonia hacia la Triple Frontera. Porque, ¿cómo lidiar de aquí al futuro con un vecino que, descalabro macroeconómico a la vista, santifica el arribo de terroristas, traficantes de armas y drogas, y lavadores? El dolor de cabeza acusado por los poderosos industriales de San Pablo se ha convertido ahora en un cáncer con rumbo de metástasis. Ya el jefe de estado uruguayo José Mujica debe hacer frente en sus pagos a una virulenta oposición política que lo exhorta a investigar los modos en que la República Oriental del Uruguay se está beneficiando del lavado de dinero ejecutado en su propio territorio por los peores dignatarios de la petulante dirigencia argentina.
El kirchnerismo se ha propuesto sobrevivir más allá de 2015. Si bien mucho conduce a concluir que le resultará difícil lograrlo, será necesario acopiar copiosos argumentos para rebatir que los costos marginales de esa ambición ya no están siendo abonados solo por los propios argentinos, sino por la región en su conjunto.