ECONOMIA: DESDE EL PARTIDO DEMOCRATA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

Para salir de la crisis, es necesario crear una moneda confiable

La inflación del 25% anual que sufre nuestro país en la actualidad impulsa a la ciudadanía a eludir el pago del injusto impuesto inflacionario mediante la compra de dólares, lo cual hace subir artificialmente su precio. Así, se produce la fuga de capitales, la que en los últimos seis años alcanzó la sideral suma de 90 mil millones de dólares...

22 de May de 2013

¿Se puede salir de la crisis económica actual?

La respuesta es afirmativa si se tiene la audacia, el carácter, la honestidad y los conocimientos necesarios para hacerlo. Esta columna da por existentes -en la mayoría de la población- las tres cualidades mencionadas, de manera que en esta entrega y en las venideras vamos a ofrecer propuestas concretas respecto de la cuarta condición y, por lo tanto, propondremos las políticas de Estado necesarias para enfrentar el descalabro presente y sentar las bases para retomar el ritmo de crecimiento que llevara en el pasado a la Argentina a ocupar posiciones cimeras en el orden mundial.

La inflación del 25% anual que sufre nuestro país en la actualidad impulsa a la ciudadanía a eludir el pago del injusto impuesto inflacionario mediante la compra de dólares, lo cual hace subir artificialmente su precio. Así, se produce la fuga de capitales, la que en los últimos seis años alcanzó la sideral suma de 90 mil millones de dólares. La ansiedad por la compra de dólares resulta repotenciada cuando el dólar oficial está artificialmente barato y además no hay negocios sanos y rentables en la economía argentina por culpa, precisamente, del bajo precio de la divisa extranjera. Los beneficiarios de la fuga no son solamente los compradores argentinos del blue, sino también los Estados Unidos, país rico, que así recibe un subsidio que le entrega el “progresista” gobierno argentino con la inflación provocada por sus finanzas públicas desordenadas. Y no es que la ciudadanía argentina haga un gran negocio en el largo plazo ahorrando en dólares, porque a su vez la inflación en dólares es del orden del 2% o 3% anual, pero al menos los que compran dólares pagan un menor impuesto inflacionario comparado con el que pagarían quedándose en pesos.
 

Se requiere una moneda sana. Solución chilena: la moneda virtual

Es sabido que la moneda tiene tres funciones, la primera de las cuales es la de servir de medio de cambio aceptado universalmente dentro de un país. Esta función es la esencial pues permite la división del trabajo, la especialización y la disminución drástica de los costos de transacción. La segunda función del dinero es la de ser un instrumento de ahorro para que los ciudadanos de un país puedan materializar su seguridad futura en forma práctica sin necesidad de atesorar en divisas extranjeras, metales preciosos, mercaderías o tierras. Y la tercera función del dinero es la de servir de unidad de cuenta para medir los Hernán Lorenzino y Axel Kicillofvalores de los bienes y servicios que se producen e intercambian en una economía. Lamentablemente, la segunda y tercera funciones de reserva de valor y de unidad de cuenta han sido destruidas por el actual gobierno, pero podrían ser rescatadas y restauradas mediante el desdoblamiento de las funciones de la moneda al estilo chileno y la restauración del INDEC. Con respecto a esto último no hay mejor solución que reponer en sus cargos a los funcionarios idóneos que administraban el INDEC hasta el 2007.

La idea de desdoblar las funciones de la moneda fue adoptada por Chile. En este país cuando un ciudadano quiere proteger sus ahorros de la inflación no compra dólares. Por el contrario, deposita sus pesos chilenos en un plazo fijo bancario y esa suma queda automáticamente indexada con el índice del costo de la vida que en forma honesta y tecnocrática calcula el Banco Central de Chile, incluso diariamente. El valor de ese depósito en pesos chilenos queda denominado en una moneda virtual que es la “UNIDAD DE FOMENTO” (UF). Esta alternativa es mucho más conveniente para el ahorrista que la compra de dólares pues el dólar sufre una inflación del dos o tres por ciento anual, en tanto que la UF tiene inflación cero y además, el ahorrista gana un pequeño interés. En Chile, los bancos están abarrotados de ahorros del público y por lo tanto pueden ofrecer préstamos hipotecarios a 30 o 40 años al 3 o 4% anual en UF a quienes quieran adquirir su casa o departamento. Con tantos ahorros, la inversión productiva en Chile es muy alta y por lo tanto el país ha sido capaz de crecer a tasas del orden del 6% anual desde 1983 hasta el presente. En el año 2000 Chile, un país tradicionalmente más pobre que la Argentina, nos superó en el PBI per cápita. Además el país trasandino experimenta actualmente una inflación en pesos chilenos similar a la del dólar estadounidense.

En Chile las jubilaciones están indexadas con la UF y los jubilados no tienen necesidad de incoar 500 mil juicios de resultado incierto como en la Argentina. Además el tipo de cambio está indexado de hecho y ello permite dar seguridad y rentabilidad a las inversiones para exportar. En el año 2012 las exportaciones chilenas alcanzaron 80 mil millones de dólares, igual que en la Argentina, sólo que Chile tiene 17 millones de habitantes y la Argentina somos 41 millones. Es decir que en términos per cápita Chile exporta casi tres veces más que nosotros. Este dato nos confirma que las exportaciones indexadas de Chile son el gran motor del crecimiento del país.
 

Las ventajas de la moneda virtual para la Argentina

En nuestro país, una de las mayores preocupaciones del gobierno es la suba de la cotización del dólar blue. Si adoptáramos un sistema monetario similar al chileno, la demanda de dólares se reduciría y el blue coincidiría con el tipo de cambio oficial. Claro está que para que la economía crezca, el tipo de cambio oficial a su vez debiera ser un tipo de cambio de equilibrio de largo plazo. No un tipo de cambio atrasado como el actual de 5,2 pesos por dólar. Si la Argentina adoptara la solución a la chilena, deberíamos crear la UCE, la UNIDAD DE CUENTA ESTABLE [1]. Si se estableciese la UCE en la Argentina, nadie se beneficiaría con la inflación y por lo tanto se darían las condiciones políticas y sociales para eliminarla. Si por ejemplo, el gobierno de Cristina Kirchner quisiera engañarnos cobrando el impuesto inflacionario, no podría hacerlo pues el público tendría a su disposición inmediata la defensa de colocar sus ahorros en un plazo fijo bancario indexado a más de tres meses, con lo cual eludiría legalmente dicho impuesto, sin necesidad de comprar dólares. En otras palabras, como el gobierno no podría engañar al pueblo con el déficit fiscal, no tendría más remedio que recurrir al superávit fiscal, que es el único régimen de finanzas públicas técnicamente compatible con la moneda virtual que estamos proponiendo. Pero además, todos esos ahorros, tanto los de los ahorristas privados más los del gobierno, quedarían dentro del país para financiar la reconstrucción de nuestra infraestructura económica. Por ejemplo, con los 90 mil millones de dólares fugados en los últimos seis años se podría haber modernizado nuestra red ferroviaria, capitalizado YPF y logrado el autoabastecimiento petrolero. Se podría haber financiado una red de autopistas para bajar los costos de transporte carretero en el país. Además se podría construir un puerto de aguas profundas para dar salida a nuestras exportaciones las que deberían tener por meta próxima llegar a los 600 mil millones de dólares. Esto es lo que exportó en el 2012 Corea del Sur, país que tiene una población de tamaño similar a la nuestra, pero, por supuesto, tiene una política de Estado exportadora de largo aliento basada en un tipo de cambio competitivo y finanzas públicas sanas que le han permitido exportar ochos veces mas que la Argentina en el 2012.

Las ventajas de la moneda indexada no serían solamente para los ahorristas, inversores, jubilados y exportadores, y el propio gobierno que quiere bajar el blue, sino también para los trabajadores, pues se podrían pactar los salarios en las convenciones colectivas de trabajo en moneda de valor constante (UCE) por un período de tres años, por lo menos, como en los Estados Unidos, hasta la próxima ronda de negociaciones tri-anuales en las cuales los reajustes salariales debieran coincidir en el aumento de la productividad global de la economía nacional. Con este sistema se evitaría la inflación y también miles de conflictos laborales y horas de trabajo inútilmente perdidas. Además debemos recordar que con un régimen económico que favorezca el ahorro, el tipo de cambio competitivo y la educación técnica, los países del este del Asia fueron capaces de multiplicar por diez los salarios reales en treinta años. ¿Por qué la Argentina no puede reproducir un milagro similar si ya lo hicimos una vez en la época de Sarmiento, Roca, Pellegrini y Sáenz Peña, bajo los gobiernos de nuestro partido?

[1] Se ha propuesto para la Argentina el nombre de UNIDAD DE CUENTA ESTABLE para nuestra moneda virtual, similar a la UNIDAD DE FOMENTO chilena, Ver el interesante libro de Laura Guillermo Domingo y Riva Ergasto, La Moneda Virtual: Unidad de Cuenta Ontológicamente Estable, Buenos Aires, Pluma Digital Ediciones, 2012.
 

Malos recuerdos de la circular 1050

El gran obstáculo para establecer la moneda virtual en nuestro país proviene de la confusión existente en nuestra opinión pública con respecto la indexación, a raíz de la circular 1050 del Banco Central de la Republica Argentina de abril de 1980. La mala experiencia con esa circular llevó incluso al Congreso a prohibir toda indexación, según reza el artículo 7 de la ley de 23.928, aún vigente, y que debiera ser derogado. La circular 1050 intentó implantar en nuestro país, en pesos, un sistema parecido al del mercado del euro-dólar de Londres. En aquel centro financiero, la tasa de interés libre de mercado para los préstamos interbancarios (LIBOR) era y es todavía tomada como referencia para reajustar las tasas de interés de los préstamos internacionales a mediano y largo plazo en dólares. La tasa libre interbancaria de Buenos Aires era tomada como referencia para reajustar las tasas de los préstamos a largo y mediano plazo en pesos en nuestro país. Este sistema era inviable en nuestro medio debido a las altísimas tasas de inflación en pesos todavía vigentes en esa época, combinadas a su vez con tasas de interés libres repotenciadas astronómicamente en términos reales debido a la gran sobrevaluación cambiaria argentina de 1980. La 1050, en rigor, no estableció la indexación de las deudas con el índice del costo de la vida sino un régimen de repotenciación de deudas, que es algo muy distinto, pero que la gente confundió con la indexación. Cuando una deuda está indexada con el índice de precios al consumidor, la tasa de interés no puede exceder el 3 o 4 por ciento anual, so pena de caer en la usura.

Conclusión

Afortunadamente contamos con el ejemplo de la exitosa experiencia monetaria chilena para hacer algo distinto al caos actual. Nuestra propuesta permite garantizar las aspiraciones de empleo y crecimiento económico de toda la población y también poner en funcionamiento la industria de la construcción, levantar viviendas para quiénes la necesitan y dar trabajos dignos a quiénes ahora no los tienen.

 

Partido Demócrata de la Ciudad de Buenos Aires