Turquía: hora de que Erdogan enfrente la realidad
¿Ha agotado el primer ministro turco Tayyip Erdogan, finalmente, las bases de apoyo logradas desde su arribo al poder?
09 de Junio de 2013
¿Ha agotado el primer ministro turco Tayyip Erdogan, finalmente, las bases de apoyo logradas desde su arribo al poder?
Las protestas antigobierno que dieron inicio el pasado viernes en la Plaza Taksim contra el liderazgo cada vez más autoritario de Erdogan podrían representar el comienzo de una "Primavera Turca". A no ser que Erdogan implemente reformas serias y haga frente a las ampliamente difundidas quejas surgidas de grupos liberales y seculares en Turquía, el primer ministro y su partido político -el Partido por el Desarrollo y la Justicia- enfrentarán una creciente oposición política.
Dificultar la libertad de asamblea y emplear fuerza excesiva contra los manifestantes son acciones inaceptables en una democracia moderna, pero estos abusos son solo la punta del iceberg, cuando se trata de analizar a la Administración Erdogan. Las preocupaciones sobre el liderazgo del primer ministro han estado acopiándose durante algún tiempo: el analista de la Fundación Heritage, Ariel Cohen, puntualizó (en momentos en que se desarrollaba el referendum constitucional de 2010 en Turquía) que Erdogan "no puede hablar de democratización cuando lo que hace es centralizar el poder político, obstaculizar a los medios y prepararse para modificar la constitución laica".
No obstante, estas protestas podrían crear una ventana de oportunidad política para que Erdogan escuche realmente lo que el electorado turco (y no solo del espectro que votó por él) imagina para el futuro del país.
Erdogan no solo necesita enfrentar los reclamos y quejas emanados de las protestas y que tienen relación con desarrollo urbano, capitalismo de amigos y limitación de venta de bebidas alcohólicas; también debería repensar los reflejos de corte autoritario que lo han llevado a desmerecer a sus críticos y a interponer obstáculos para la prensa libre en Turquía.
El gobierno del primer ministro continúa batallando con la libertad de prensa y la sonora protección de grupos minoritarios. El Comité para Proteger a Periodistas califica a Turquía como uno de los "peores carceleros de la prensa", junto a la República Popular China y la República Islámica de Irán. Aún cuando Erdogan ha cosechado progresos en lo relacionado con las preocupaciones de la minoría kurda, ha fallado a la hora de atemperar a los núcleos seculares y liberales del país; lo cual insinúa que Turquía está intentando reemplazar a las tradiciones laicas con costumbrismos islamistas. Esto conduciría a una identidad turca alejada de la diversidad histórica y cultural que caracterizan a la nación.
Resulta innegable que Turquía se ha transformado en una estrella del concierto mundial, bajo el liderazgo de Erdogan. La economía turca está rankeada 17a. en el globo, e incluye una notable diversidad en industrias de manufacturas. Turquía remite a una posición única como capital política de poder en el mundo islámico, en tanto mantiene lazos históricos con el Viejo Continente. Pero Erdogan debería limpiar su ropaje antidemocrático -no solo con miras a proteger su legado político, sino para resguardar el futuro de Turquía.
Erdogan tiene ahora una oportunidad para autocorregirse y vivir en conformidad con los principios democráticos que él mismo ha declarado a no pocos seguidores de la "Primavera Arabe". La Plaza Taksim debería convertirse en el símbolo de la preservación y el refuerzo del compromiso democrático, el estado de derecho, y la tolerancia frente al disenso, en una región que -con demasiada regularidad- exhibe carencia de tales valores.
* Traducido al español por Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés en: http://blog.heritage.org/2013/06/06/turkey-erdogans-reality-check/