Los Estados Unidos de Obama: ¿1776 o 1984?
Con toda probabilidad, una gran mayoría de los individuos no están al tanto de los modos en que su gobierno los vigila. No obstante, este avasallamiento contra los derechos individuales –convertido en práctica masiva- se ejecuta no sólo en América Latina, sino también en los Estados Unidos de América.
Con toda probabilidad, una gran mayoría de los individuos no están al tanto de los modos en que su gobierno los vigila. No obstante, este avasallamiento contra los derechos individuales –convertido en práctica masiva- se ejecuta no sólo en América Latina, sino también en los Estados Unidos de América. Hoy se debate si acaso esta nación, cabalmente expuesto el engrandecimiento de su estructura estatal, no ha comenzado a dejar de lado los principios compartidos por los 'Padres Fundadores' o Founding Fathers. Precursores de la libertad sobre la cual EE.UU. forjó su historia.
Mientras los matutinos The Washington Post y The Guardian (Reino Unido) referían días atrás que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) tenía acceso a los servidores de las nueve empresas de Internet más grandes del país, tales como Facebook, Apple y Google -al igual que el espionaje de llamadas telefónicas-, la Casa Blanca defendía este programa gubernamental de registro de comunicaciones, asignándole valor como herramienta en beneficio de la "seguridad nacional" (vale remitirse a la expresión de la "lucha contra el terrorismo").
En acuerdo con los comunicados compartidos por el blanco edificio en Avenida Pennsylvania 1600, este programa de vigilancia observaba aprobación por parte de los tribunales, a criterio de "recolectar solo información de personas fuera de los Estados Unidos", rastreando preventivamente la eventualidad de la ejecución de ataques terroristas. Con todo, los periodistas que descubrieron el caso explicaron cómo el gobierno federal en Washington ordenó a la compañía Verizon suministrar a la NSA datos e información de usuarios originada dentro y fuera de las fronteras nacionales.
Conforme lo expresado por James Clapper –Director Nacional de Inteligencia-, el espionaje de comunicaciones se lleva a cabo con el "conocimiento de las empresas de Internet". Mientras tanto, el portavoz de Apple, Steve Dowling, declamaba que la firma "no suministraba acceso directo alguno a agencias gubernamentales, y que cualquier información de ese tipo sobre un cliente" debía ser objeto, previamente, "de un mandato judicial".
Por otra parte, el pasado domingo, legisladores del Partido Demócrata y del Partido Republicano demandaron mayor transparencia sobre el asunto, a los efectos de que el público tenga entendimiento sobre quiénes son los rostros que operan estos programas de espionaje. A la sazón, el senador republicano Rand Paul criticó la intromisión oficial, advirtiendo que denunciaría ante el Tribunal Supremo el programa de control telefónico, en virtud de que "invade la privacidad de los ciudadanos norteamericanos y no respeta la Cuarta Enmienda". La citada protege a los ciudadanos estadounidenses de convertirse en objeto de investigaciones gubernamentales: "El derecho de los habitantes de que sus personas, domicilios, papeles y efectos se hallen a salvo de pesquisas y aprehensiones arbitrarias, será inviolable (...)".
No representa dato menor que -hace poco menos de un mes- la oficina federal de impuestos (Internal Revenue Service) haya reconocido que determinados funcionarios efectuaron una investigación especial a individuos vinculados al 'Tea Party' -espacio político opositor a las iniciativas de la Administración Obama. Y, por supuesto, sin retrotraerse al escándalo perpetrado por agentes de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA) en perjuicio de millones de personas que se predisponen diariamente a subirse a un avión.
Si esta preocupante serie de novedades hará peligrar la credibilidad y la imagen del presidente Barack Obama, y si servirán a criterio de exponer sus incoherencias en tiempos de campaña (periódicamente criticaba a George Bush y sus políticas de Seguridad Interior), aún está por verse. Pero el recordatorio orwelliano difícilmente quede en duda: en "1984", los derechos y las libertades individuales quedaban a cargo de los organismos de seguridad estatal. La pieza literaria de George Orwell es valiosa, por cuanto la advertencia frente a un futuro carente de libertad continúa vigente. El "Gran Hermano" es el Estado.
Por estas épocas, en los Estados Unidos no pocos recuerdan que fue durante la Administración Reagan (1981-1989) cuando los principios relativos a la libertad individual propugnados por los Padres Fundadores fueron mayormente resaltados. Ahora, solo se habla de los múltiples modos en que la nación parece haber escogido un sendero bastante diferente.
Quizás sea una verdad de perogrullo recordar que son los individuos que deben vigilar al Estado, y no al revés. De lo contrario, Orwell y la prerrogativa de "1984" ("Nada es del individuo, a no ser unos cuantos centímetros cúbicos dentro de su cráneo") habrá triunfado.