* El autor, Steve H. Hanke, es profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins y Senior Fellow del Cato Institute. Artículo publicado el 10 de mayo de 2013.
La Argentina se encuentra -una vez más- combatiendo a su antigua enemiga, la inflación. Ahora, la historia podría repetirse, dado que el país parece hallarse a las vísperas de otra crisis monetaria.
Hacia mediados de mayo, el tipo de cambio en el mercado negro entre el peso argentino (ARS) y el dólar (USD) llegó a 9,87, lo que significa que el valor del peso se ubicaba en un 47,3% por debajo del tipo de cambio oficial. Lo cual redunda en una tasa anual de inflación implícita de 98,3%.
Por el momento, los efectos de esta elevada tasa de inflación están siendo parcialmente amortiguados mediante el extendido régimen de control de precios que impera en Argentina (link en inglés). Pero estos controles de precios no son sostenibles a largo plazo. De hecho, los “precios mentirosos” de corto plazo simplemente distorsionan la realidad económica, derivando -al final- en escasez.
Existe, sin embargo, una solución simple para los problemas monetarios de la República Argentina: la dolarización. He propuesto la dolarización para la
Argentina desde hace más de dos décadas, mucho antes de que explote la supuesta 'caja de convertibilidad'. Para aclarar las cosas, esta nación nunca ha tenido una verdadera convertibilidad entre 1991 y 2002. En cambio, y como lo anticipé en 1991, el 'sistema de convertibilidad' funcionó más como un banco central que como una caja de convertibilidad en sí misma. Este sistema de tipo de cambio anclado se hallaba condenado al fracaso y, de hecho, fracasó.
La crisis de 2001-02 en la Argentina hubiera podido evitarse fácilmente, si el país simplemente hubiese dolarizado. El país disponía de más que suficientes activos extranjeros para dolarizar su economía incluso a fines de 2001. Pero el gobierno, mediante una serie de políticas erradas, terminó 'flotando' su moneda.
No es de sorprender que, hoy, la Argentina esté nuevamente donde se encontraba a fines de los años ochenta. Entonces, ¿cómo puede dolarizar?. En resumen, el Banco Central de la República (BCRA) tomaría todos los activos y obligaciones de su hoja de balance denominados en moneda extranjera y los
convertiría a dólares estadounidenses. La institución cambiaría luego esos dólares por la totalidad de los pesos en circulación (base monetaria) a un tipo de cambio fijo. De acuerdo a mis cálculos, el BCRA necesitaría por lo menos $56.360 millones para dolarizar al tipo de cambio oficial (hasta el 23 de abril de 2013).
Hasta el 23 de abril, el BCRA declaraba disponer -en activos extranjeros netos- de $31.230 millones. Si la Argentina dolarizara al tipo de cambio oficial entre el peso argentino y el dólar de 5,17, le faltarían $25.130 millones de los $56.360 millones que necesita para cubrir la base monetaria. Dicho esto, si el BCRA utilizara un tipo de cambio más cercano a aquel del mercado negro (léase: el libremercado), esto podría lograrse de manera mucho más sencilla. Por ejemplo, si la nación decidiese dolarizar con un tipo de cambio entre el peso argentino y el dólar de 9,33 pesos por dólar (5,5% más bajo que el tipo de cambio en el mercado negro hasta el martes), solo se requerirían $31.230 millones para cubrir su base monetaria y dolarizar la economía. Esta es la cantidad exacta de activos extranjeros en el BCRA (ver el cuadro adjunto).
El resultado final sería una economía argentina libre de la inflación que la ha plagado por décadas. A fin de cuentas, la Argentina finalmente podría experimentar los beneficios que disfrutan otros países dolarizados como Ecuador.
Aquí presento (con solamente un pequeño cambio) mi plan para la dolarización en Argentina, que presenté por primera vez hace más de una década.