INTERNACIONALES: VICTOR PAVON

Paraguay y el Mercosur: la teoría de los hechos consumados

En el Derecho Internacional Público, la doctrina que indica la obligación de los Estados de abstenerse -directa o indirectamente- en los asuntos internos de otro Estado...

12 de Julio de 2013
Víctor Pavón es Decano de Currículum UniNorte (Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo.
 
En el Derecho Internacional Público, la doctrina que indica la obligación de los Estados de abstenerse -directa o indirectamente- en los asuntos internos de otro Estado, se encuentra amparada en el derecho de autodeterminación de los pueblos. El conngreso paraguayo llevó a cabo constitucionalmente el juicio político (21 de junio 2012) al entonces presidente Fernando Lugo, que culminó con su separación del cargo.
 
Los gobiernos del Brasil, la Argentina y el Uruguay, sin embargo, no lo entendieron de ese modo. Haciendo alarde de sus propias interpretaciones de nuestra Constitución Nacional, violaron aquella sana doctrina de la autodeterminación, aprobando la suspensión de Paraguay del Mercosur, con el consiguiente ingreso de Venezuela al bloque, sin el acuerdo de uno de los Estados, tal como dicta el Tratado de Asunción (1991).
 
Transcurrido un año, persiste la idea de seguir violando el derecho internacional. Se ha elaborado una teoría, la de los hechos consumados. Se pretende así que el Paraguay acepte el ingreso de Venezuela. Se equivocan. Hay una realidad que no puede ser desconocida. La historia del Paraguay es un bastión inexpugnable que impide hacer valer aquella infame teoría.
 
El Paraguay nace libre e independiente en 1811. Su deseo de autogobernarse ya se manifiesta en la nota del 20 de julio de 1811 a la Junta de Buenos Aires. Luego, enfrentó la más tremenda guerra internacional que se conozca en esta parte del mundo, con el aditamento del ignominioso Tratado Secreto de la Triple Alianza (1865), que desmembró nuestro territorio y elevó a la categoría de genocidio lo ocurrido en aquella guerra.
 
Los orígenes del Paraguay guardan relación con la causa de la libertad. La misma no solo se encuentra en los albores de nuestra independencia, ni se limita a las gloriosas batallas de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), y tampoco a la victoriosa Guerra del Chaco (1932-1935). Va más allá en el tiempo. No debemos olvidar que el Paraguay había sido escenario de la Revolución Comunera, cuyo ideario caló muy profundamente en el alma de nuestro pueblo, desde aquellos lejanos años del siglo XVlll.
 
La epopeya comunera, deben saber los que ahora pretenden presionarnos con su teoría de los hechos consumados, se convirtió en esta parte del mundo en una de las primeras movilizaciones colectivas en todo el continente, contra el absolutismo español. Y, si bien los trágicos resultados de aquella Revolución terminaron, entre otras cosas, en la persecución de las embarcaciones paraguayas y el agobio a los comerciantes con altos impuestos en el Puerto Preciso de Santa Fe (1662 y restablecido en 1726), no es menos cierto que, pese a todo ello, la nación paraguaya iba forjando una identidad propia.
 
En su obra El Paraguay colonial y las Provincias Meridionales, Fulgencio R. Moreno dice: "Para valorar la enormidad de este monstruoso impuesto a una Provincia lejana y pobre, en beneficio de otras más favorecidas, conviene fijarse no solo en el porcentaje de los derechos aduaneros, sino en el itinerario inflexible, establecido para nuestra corriente comercial. Los negociantes que llevan sus productos del Paraguay para Buenos Aires no podían seguir por el río hasta su destino; era obligación ineludible hacer también un viaje por tierra, desembarcando en Santa Fe, de donde partían las caravanas de comerciantes conduciendo en carretas los frutos del Paraguay".
 
Esta es la identidad con nuestra historia. La teoría de los hechos consumados solo puede significar la aceptación del uso de la arbitrariedad por encima del derecho, como efectivamente lo sintetizó uno de los presidentes de la región.
 
En la actualidad, los gobiernos que impusieron la suspensión del Paraguay y pretenden a toda costa el ingreso de Venezuela están distanciados de sus pueblos. Ahí está el kirchnerismo, por el lado argentino, y el Partido de los Trabajadores (PT) por el lado brasileño; ambos con graves cuestionamientos de corrupción en sus respectivas administraciones. Pero aún así pretenden darnos cátedras de democracia. Apoyan alevosamente al régimen bolivariano de inspiración socialista en Venezuela, conociendo el sufrimiento del pueblo de este país.
 
Para ellos, en Venezuela existe democracia. Y, por tanto, no solo debe ser miembro del Mercosur -pese a que el Tratado exige la aceptación por unanimidad de los Estados partes-, sino también tienen la soberbia de exigirnos que aceptemos la presidencia pro tempore de Nicolás Maduro, el mismo personaje que vino a arengar a militares paraguayos para evitar la destitución constitucional de Lugo y así generar un caos social.
 
Por la historia que honra nuestro pasado y concierne a nuestro futuro como nación, el Paraguay jamás debe aceptar la infame teoría de los hechos consumados.
 
Este artículo fue publicado originalmente en ABC Color (Paraguay) el 5 de julio de 2013.
 
Víctor Pavón | The Cato Institute, sitio web en español