César Milani; Roma no paga traidores
Allá lejos y hace tiempo, mi padre -junto a quien esto escribe- cruzó el arco de entrada del Colegio Militar de la Nación (sito en la localidad de El Palomar), a los efectos de conocer si era de mi interés la instrucción que allí se impartía...
23 de Julio de 2013
Allá lejos y hace tiempo, mi padre -junto a quien esto escribe- cruzó el arco de entrada del Colegio Militar de la Nación (sito en la localidad de El Palomar), a los efectos de conocer si era de mi interés la instrucción que allí se impartía.
En aquellas épocas -y no sin cierta dosis de sorna-, se denominaba al establecimiento, en la jerga popular, como "La Escuela de Presidentes", considerándose nuestra triste historia institucional y que diera inicio con el golpe de estado de 1930.
En ese instituto castrense, se formó -o acaso deformó, en consonancia con la óptica que pretenda impartírsele al análisis- el hoy conocido General César Gerardo Jesús del Corazón Milani.
Un oficial alemán solía decir, ante cada incursión de combate en la Segunda Guerra Mundial, "Solo Dios es mi copiloto". Estos pensamientos son característicos de la joven alma de un oficial en momentos de alimentar sus ideales, convicciones y formación; de rigor sanmartiniano, en nuestro caso.
Ya lejos de aquel ideario coincidente con una vida basada en el estoicismo, está el proceder de quien ahora se ocupa la política argentina. El General Milani carece totalmente de ideales ni principios: para muchos es, apenas, un traidor. Nada sabe de limitaciones en sus ingresos y es de público conocimiento que se encuentra sospechado de comercializar inmuebles que son propiedad del Estado Nacional (esto es, de todos los argentinos). Nos referimos a propiedades que se hallan bajo su administración circunstancial, en complicidad con una recientemente renunciada Ministro de Defensa.
Si de lo que se trata es de desmenuzar los delitos cometidos por el crimen organizado, en modo alguno es necesario proponer la creación de una comisión investigadora como suele hacerse en los Estados Unidos de América (allí está el ejemplo del proceso criminal que se llevara a cabo contra el capomafia Alphonse Capone). Se requiere, apenas, una justicia de objetivación y proceder independientes que cumpla su misión de recopilar información, investigar, probar la comisión de delitos, juzgar y condenar. Ni más ni menos, esto; no es menester recurrir a entelequias.
Por estas horas, han corrido ríos de tinta en los medios masivos de comunicación -o "corporación", al paladar de algunos-. En este espectro, nuestro sitio web El Ojo Digital ha destacado por haberse ocupado de las tropelías del General César Milani desde hace años. Hemos citado oportunamente sus vinculaciones con el poder de turno y los episodios de malversación de fondos públicos y tráfico de influencias que lo han tenido por protagonista. Bienvenido sea, pues, que excelsos columnistas e investigadores se hayan hecho eco de nuestras publicaciones, y que hayan aprovechado la ocasión para inspirarse en sus respectivos trabajos. Aún cuando muchos de estos, en rigor, carezcan del más elemental conocimiento en lo que hace a temáticas de índole militar y de inteligencia.
El trasfondo de la cuestión es bastante más binario. Corresponde plantearse preguntas sencillas. ¿Fue el General Milani designado como oficial de operaciones durante el Operativo Independencia? En efecto, lo fue; y tal operativo fue ordenado por un gobierno constitucional. ¿Desaparecieron su asistente personal y fue aquél calificado como desertor? La respuesta es afirmativa. ¿Ordenó detener el General a un ciudadano civil y a su progenitor? Así fue. ¿Los presionó en presencia de un magistado? Sí. Así las cosas, Milani bien puede aducir no recordar la identidad de su asistente, pero esto sería faltar a la verdad. Esta persona fue quien le lustraba sus siempre prístinos borceguíes, y nadie olvida a quién tuvo a su lado en circunstancias de combate salvo que -de súbito y convenientemente- el General se vea afectado por el Mal de Alzheimer y su proceso de memoria se tornare selectivo. "Niego toda la veracidad de los hechos", refirió el cuestionado uniformado.
El ex comisario Luis Abelardo Patti fue en su momento procesado y condenado por delitos de lesa humanidad, a raíz del testimonio obsequiado por un dudoso testigo. Este, encapuchado y sin posibilidad de ver a su supuesto torturador, pudo identificarlo treinta años después a partir de su tono de voz, echando mano de un oído que ni siquiera Wolfgang Amadeus Mozart poseía.
El ex Capitán Alfredo Astiz fue igualmente procesado y condenado por la justicia, en virtud de sus tareas de infiltración y de "marcado" de blancos, que luego desparecieron, en el marco de lo que ahora son clasificados como delitos o crímenes de lesa humanidad.
Ejemplos que nos depositan en la inevitable "pregunta del millón": Milani es un oficial represor portador de una nutrida gama de caracteres. ¿Es Milani continuador de la doctrina del General Perón solo por adherir al "Modelo Nacional y Popular", simplemente desde la intención confesa de involucrar a las Fuerzas Armadas argentinas en los alcances del presente subsistema político? Apenas regresado al país, una de las primeras medidas tomadas por Perón consistió en impartir órdenes al entonces Teniente General Carcagno -a la sazón, Jefe del Ejército Argentino- para despolitizar el arma, dedicándola a funciones específicas que hacen a la Defensa Nacional.
En opinión de quien esto escribe, el General César Milani pretende emular a Lovrenti Pávlovich Bériya, antiguo conductor de la ex KGB, órgano asociado a los arrestos y ejecuciones propiciados por el estalinismo. El entonces primigenio ejecutor de las más monumentales purgas -vaya paradoja- sería ejecutado años después, a instancias de Nikita Kruschev.
Desde esta columna, es oportuno agradecer profundamente al reputado periodista Horacio Verbitsky, pues las circunstancias le permitirán denunciar penalmente al General César Santo Gerardo del Corazón de Jesús Milani en el futuro cercano, por flagrante violación a la Ley de Inteligencia 25.520, por hacer de dominio público datos secretos y confidenciales que solo podrían ser revelados en el marco de causas judiciales determinadas -involucrando a todo el personal como procesistas-, cuando la gran parte del staff promocionado dentro de tales listados se desempeñó en tiempos de democracia. Así lo especificaba claramente el Decreto de Necesidad y Urgencia 4/2010, firmado por la Excelentísima Presidente de la Nación Cristina Elizabeth Fernández Wilhelm. Cita Don Verbitsky:
Que durante la dictadura militar se desempeñó en la Inteligencia del Ejército, de lo cual se alega como prueba una nómina publicada en la Revista "XXIII", bajo el título "Todos los nombres del Batallón 601". El legajo del General Milani indica que ingresó a esa unidad en diciembre de 1983, es decir, cuando ya había concluido la Dictadura. Oficiales del Ejército sin relación con el actual gobierno cuentan que, luego de la guerra por las Islas Malvinas -en la que se puso en evidencia la falta de capacitación profesional de la Inteligencia Militar preparada para la represión política y no para la Defensa Nacional-, se decidió modificar el perfil de esa especialidad, para que se volcara hacia sus funciones específicas militares, y cambió el perfil de los oficiales seleccionados para integrarla.
Pocos en los medios lo recordarán (o querrán recordarlo): la lista a la que hacemos mención fue desclasificada por el propio General Milani desde su rol como Director de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército, y la revista que la publicó se limitó a alfabetizar los nombres, omitiendo la fecha del desempeño de cada integrante, emparejándose escenarios político-sociales evidentemente disímiles, como lo fueron 1976 y 1983.
Como corolario y a modo de punto final para la presente columna, solo cabe aguardar que los tribunales de la Provincia de La Rioja y de la Provincia de Tucumán profundicen sus investigaciones por la comisión de delitos de lesa humanidad que se le adjudican a César Milani, y que la Justicia Federal haga lo propio, investigándolo por el delito de enriquecimiento ilícito -asistido por el agravante de ser funcionario público- y lo mismo a sus adláteres. Los Señores Jueces de la Nación bien podrían dar inicio a sus pesquisas y posterior procesamiento del personaje, profundizando en las actividades de Milani en el negocio del 'real estate' o bienes raíces, en inocultable sociedad con su socia Nilda Garré, ex Ministro de Defensa. Un buen comienzo incluso coincidiría con investigar qué está sucediendo con la manzana situada en la calle Basualdo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Este trabajo tampoco estaría completo si no se citara que, más allá de nuestras actuales alianzas estratégicas con naciones del orbe bolivariano, el General Milani lejos está de ubicarse en alta estima para el espartano edificio de la Avenida Colombia. Milani ya ha sido declarado -puertas adentro- como "persona de interés" para agencias estadounidenses. El General sabrá comprender, pues el espinoso asunto que lo tiene por protagonista ya hace rato que trasciende el ámbito nacional.
Vaya el lector a saber si, dentro de pocos años, a Usted, General, se le haga justicia y le sea permitido correr al encuentro de sus antiguos jefes y camaradas, para hacerles compañía en alguna ranchada del penal de Marcos Paz.
En aquellas épocas -y no sin cierta dosis de sorna-, se denominaba al establecimiento, en la jerga popular, como "La Escuela de Presidentes", considerándose nuestra triste historia institucional y que diera inicio con el golpe de estado de 1930.
En ese instituto castrense, se formó -o acaso deformó, en consonancia con la óptica que pretenda impartírsele al análisis- el hoy conocido General César Gerardo Jesús del Corazón Milani.
Un oficial alemán solía decir, ante cada incursión de combate en la Segunda Guerra Mundial, "Solo Dios es mi copiloto". Estos pensamientos son característicos de la joven alma de un oficial en momentos de alimentar sus ideales, convicciones y formación; de rigor sanmartiniano, en nuestro caso.
Ya lejos de aquel ideario coincidente con una vida basada en el estoicismo, está el proceder de quien ahora se ocupa la política argentina. El General Milani carece totalmente de ideales ni principios: para muchos es, apenas, un traidor. Nada sabe de limitaciones en sus ingresos y es de público conocimiento que se encuentra sospechado de comercializar inmuebles que son propiedad del Estado Nacional (esto es, de todos los argentinos). Nos referimos a propiedades que se hallan bajo su administración circunstancial, en complicidad con una recientemente renunciada Ministro de Defensa.
Si de lo que se trata es de desmenuzar los delitos cometidos por el crimen organizado, en modo alguno es necesario proponer la creación de una comisión investigadora como suele hacerse en los Estados Unidos de América (allí está el ejemplo del proceso criminal que se llevara a cabo contra el capomafia Alphonse Capone). Se requiere, apenas, una justicia de objetivación y proceder independientes que cumpla su misión de recopilar información, investigar, probar la comisión de delitos, juzgar y condenar. Ni más ni menos, esto; no es menester recurrir a entelequias.
Por estas horas, han corrido ríos de tinta en los medios masivos de comunicación -o "corporación", al paladar de algunos-. En este espectro, nuestro sitio web El Ojo Digital ha destacado por haberse ocupado de las tropelías del General César Milani desde hace años. Hemos citado oportunamente sus vinculaciones con el poder de turno y los episodios de malversación de fondos públicos y tráfico de influencias que lo han tenido por protagonista. Bienvenido sea, pues, que excelsos columnistas e investigadores se hayan hecho eco de nuestras publicaciones, y que hayan aprovechado la ocasión para inspirarse en sus respectivos trabajos. Aún cuando muchos de estos, en rigor, carezcan del más elemental conocimiento en lo que hace a temáticas de índole militar y de inteligencia.
El trasfondo de la cuestión es bastante más binario. Corresponde plantearse preguntas sencillas. ¿Fue el General Milani designado como oficial de operaciones durante el Operativo Independencia? En efecto, lo fue; y tal operativo fue ordenado por un gobierno constitucional. ¿Desaparecieron su asistente personal y fue aquél calificado como desertor? La respuesta es afirmativa. ¿Ordenó detener el General a un ciudadano civil y a su progenitor? Así fue. ¿Los presionó en presencia de un magistado? Sí. Así las cosas, Milani bien puede aducir no recordar la identidad de su asistente, pero esto sería faltar a la verdad. Esta persona fue quien le lustraba sus siempre prístinos borceguíes, y nadie olvida a quién tuvo a su lado en circunstancias de combate salvo que -de súbito y convenientemente- el General se vea afectado por el Mal de Alzheimer y su proceso de memoria se tornare selectivo. "Niego toda la veracidad de los hechos", refirió el cuestionado uniformado.
El ex comisario Luis Abelardo Patti fue en su momento procesado y condenado por delitos de lesa humanidad, a raíz del testimonio obsequiado por un dudoso testigo. Este, encapuchado y sin posibilidad de ver a su supuesto torturador, pudo identificarlo treinta años después a partir de su tono de voz, echando mano de un oído que ni siquiera Wolfgang Amadeus Mozart poseía.
El ex Capitán Alfredo Astiz fue igualmente procesado y condenado por la justicia, en virtud de sus tareas de infiltración y de "marcado" de blancos, que luego desparecieron, en el marco de lo que ahora son clasificados como delitos o crímenes de lesa humanidad.
Ejemplos que nos depositan en la inevitable "pregunta del millón": Milani es un oficial represor portador de una nutrida gama de caracteres. ¿Es Milani continuador de la doctrina del General Perón solo por adherir al "Modelo Nacional y Popular", simplemente desde la intención confesa de involucrar a las Fuerzas Armadas argentinas en los alcances del presente subsistema político? Apenas regresado al país, una de las primeras medidas tomadas por Perón consistió en impartir órdenes al entonces Teniente General Carcagno -a la sazón, Jefe del Ejército Argentino- para despolitizar el arma, dedicándola a funciones específicas que hacen a la Defensa Nacional.
En opinión de quien esto escribe, el General César Milani pretende emular a Lovrenti Pávlovich Bériya, antiguo conductor de la ex KGB, órgano asociado a los arrestos y ejecuciones propiciados por el estalinismo. El entonces primigenio ejecutor de las más monumentales purgas -vaya paradoja- sería ejecutado años después, a instancias de Nikita Kruschev.
Desde esta columna, es oportuno agradecer profundamente al reputado periodista Horacio Verbitsky, pues las circunstancias le permitirán denunciar penalmente al General César Santo Gerardo del Corazón de Jesús Milani en el futuro cercano, por flagrante violación a la Ley de Inteligencia 25.520, por hacer de dominio público datos secretos y confidenciales que solo podrían ser revelados en el marco de causas judiciales determinadas -involucrando a todo el personal como procesistas-, cuando la gran parte del staff promocionado dentro de tales listados se desempeñó en tiempos de democracia. Así lo especificaba claramente el Decreto de Necesidad y Urgencia 4/2010, firmado por la Excelentísima Presidente de la Nación Cristina Elizabeth Fernández Wilhelm. Cita Don Verbitsky:
Que durante la dictadura militar se desempeñó en la Inteligencia del Ejército, de lo cual se alega como prueba una nómina publicada en la Revista "XXIII", bajo el título "Todos los nombres del Batallón 601". El legajo del General Milani indica que ingresó a esa unidad en diciembre de 1983, es decir, cuando ya había concluido la Dictadura. Oficiales del Ejército sin relación con el actual gobierno cuentan que, luego de la guerra por las Islas Malvinas -en la que se puso en evidencia la falta de capacitación profesional de la Inteligencia Militar preparada para la represión política y no para la Defensa Nacional-, se decidió modificar el perfil de esa especialidad, para que se volcara hacia sus funciones específicas militares, y cambió el perfil de los oficiales seleccionados para integrarla.
Pocos en los medios lo recordarán (o querrán recordarlo): la lista a la que hacemos mención fue desclasificada por el propio General Milani desde su rol como Director de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército, y la revista que la publicó se limitó a alfabetizar los nombres, omitiendo la fecha del desempeño de cada integrante, emparejándose escenarios político-sociales evidentemente disímiles, como lo fueron 1976 y 1983.
Como corolario y a modo de punto final para la presente columna, solo cabe aguardar que los tribunales de la Provincia de La Rioja y de la Provincia de Tucumán profundicen sus investigaciones por la comisión de delitos de lesa humanidad que se le adjudican a César Milani, y que la Justicia Federal haga lo propio, investigándolo por el delito de enriquecimiento ilícito -asistido por el agravante de ser funcionario público- y lo mismo a sus adláteres. Los Señores Jueces de la Nación bien podrían dar inicio a sus pesquisas y posterior procesamiento del personaje, profundizando en las actividades de Milani en el negocio del 'real estate' o bienes raíces, en inocultable sociedad con su socia Nilda Garré, ex Ministro de Defensa. Un buen comienzo incluso coincidiría con investigar qué está sucediendo con la manzana situada en la calle Basualdo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Este trabajo tampoco estaría completo si no se citara que, más allá de nuestras actuales alianzas estratégicas con naciones del orbe bolivariano, el General Milani lejos está de ubicarse en alta estima para el espartano edificio de la Avenida Colombia. Milani ya ha sido declarado -puertas adentro- como "persona de interés" para agencias estadounidenses. El General sabrá comprender, pues el espinoso asunto que lo tiene por protagonista ya hace rato que trasciende el ámbito nacional.
Vaya el lector a saber si, dentro de pocos años, a Usted, General, se le haga justicia y le sea permitido correr al encuentro de sus antiguos jefes y camaradas, para hacerles compañía en alguna ranchada del penal de Marcos Paz.
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Dossier sobre el General César Milani (sitio web Seprin.com, documento en formato .PDF): http://documentos.seprin.com/DOC/milani.pdf