¿Por qué no celebrar la reducción de la pobreza en la India?
Cuando China redujo en 220 millones la cantidad de personas que vivían en la pobreza entre 1978 y 2004, el mundo aplaudió ese suceso como la mayor reducción de pobreza en la historia. Amartya Sen, Joseph Stiglitz y muchos otros especialistas en pobreza lo celebraron.
13 de Agosto de 2013
Swaminathan S. Anklesaria Aiyar es Académico Titular de Investigaciones del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
Cuando China redujo en 220 millones la cantidad de personas que vivían en la pobreza entre 1978 y 2004, el mundo aplaudió ese suceso como la mayor reducción de pobreza en la historia. Amartya Sen, Joseph Stiglitz y muchos otros especialistas en pobreza lo celebraron.
India acaba de reducir su número de pobres de 407 millones a 269 millones, una caída de 138 millones en los siete años entre 2004-05 y 2011-12. Esta es una tasa de reducción de pobreza más veloz que la de China, en una etapa comparable de desarrollo, pero durante un período mucho más corto. Quienes celebraron a China, ¿están felicitando hoy a India por hacerlo todavía mejor?
No. Muchos que alabaron a China están menospreciando el éxito de la India, como si fuese irrelevante o el resultado de una manipulación de las estadísticas. Esto incluye a la izquierda, a muchas organizaciones no gubernamentales y a algunos conductores de televisión. La doble moral es impresionante.
El Comité Tendulkar determinó la definición de pobreza de la India. La línea de pobreza Tendulkar en 2011-12 se fijó en 4.000 rupias y 5.000 rupias para cada hogar rural y urbano, respectivamente. Los críticos dicen que esta es una cantidad absurdamente baja. Pero es aproximadamente igual a la ampliamente aceptada línea de pobreza del Banco Mundial de $1,25 por día en términos de la paridad del poder adquisitivo, que equivale a alrededor de 50 centavos de dólar en dólares corrientes. Esta es la utilizada por más de 100 países, por la Organización de Naciones Unidas y muchos otros organismos internacionales. Cuando todo el mundo utiliza este estándar, ¿por qué denominarlo una manipulación de las estadísticas?
Cuando China presumió haber sacado de la pobreza a 220 millones de personas, ¿adivinen cuál era la línea de pobreza? Solamente $85 al año -o ¡$0,24 al día!. Sin importar qué ajustes realice para hacer la comparación, era mucho más baja que la línea Tendulkar de hoy. ¿Acaso los críticos actuales de la línea Tendulkar castigaron a China por manipular las estadísticas? No, alabaron a China.
El Banco Mundial actualmente tiene dos líneas —la de $1,25 para indicar la pobreza extrema, y la de $2 para indicar una pobreza más moderada. India también puede adoptar dos líneas, la línea Tendulkar para la pobreza extrema y una nueva línea, la Rangarajan, para la pobreza más moderada, fijada en alrededor de $2 al día.
Pero esto no disminuiría de forma alguna el gran logro de reducir el número de aquellos que históricamente son llamados pobres —los podemos llamar “extremadamente pobres”— en 138 millones en siete años. Considerando la creciente población durante este periodo, el número rescatado de la pobreza extrema es incluso más alto, ubicándose en 180 millones de personas.
Dados nuestros crecientes PIB y expectativas, podemos renombrar la línea Tendulkar como nuestra línea de pobreza extrema. Pero condenarla como una manipulación de las estadísticas es ridículo. La línea de $1,25 es un estándar mundial, incluso si está por debajo de la línea Arnab Goswami o de la línea Sitaram Yechhury. Los críticos indios puede que no la acepten, pero el mundo sí lo hará.
Hay, por supuesto, un asunto aparte sobre quiénes deberían tener derecho a los diversos subsidios estatales, incluyendo los subsidios a los alimentos. Los economistas hablan de focalizar los subsidios hacia aquellos que están por debajo de la línea Tendulkar. Pero para los políticos el propósito de los subsidios es ganar votos. Claramente se ganan más votos extendiendo los subsidios a dos tercios de la población, en lugar de focalizándolos en el tercio más pobre.
Este esparcimiento de subsidios a aquellos que están por encima de la línea de pobreza una vez se conoció como “fugas hacia los que no son pobres”. Pero esto se considera como una buena estrategia política aún cuando es algo malo desde el punto de vista económico. Esto explica por qué el gobierno eligió cubrir a 67% de la población con la Ley de Seguridad Alimenticia, aún cuando la proporción de pobreza en ese momento se ubicaba en 30%.
Sin embargo, los críticos rápidamente expusieron esto como una doble moral. Preguntaron, si su Ley de Seguridad Alimenticia considera que dos tercios de la población está necesitada, ¿cómo puede tener una línea de la pobreza que dice que solamente un tercio de la población es pobre? Al gobierno le resultó difícil decir que esto era una buena estrategia política aun cuando es algo malo desde el punto de vista económico. En cambio, nombró al Comité Rangarajan para que establezca una línea de pobreza más alta. Esta línea casi seguramente estará alrededor de la línea de pobreza moderada (del Banco Mundial, $2 por día en términos de la paridad del poder adquisitivo).
Muchos críticos y conductores de televisión celebrarán la posibilidad de obsequios para dos tercios de la población. No obstante, aquí yacen las semillas de un desastre fiscal. India es pobre porque ha gastado demasiado en subsidios mal enfocados, dejando muy poco para la infraestructura y una educación efectiva, que podrían elevar los ingresos de manera permanente. Los subsidios totales (en gran medida subsidios concedidos sin mérito) se dispararon durante los ochenta, alcanzando 14,5% del PIB, casi el equivalente de toda la recaudación tributaria del gobierno central y de los estados. Esto derivó en una crisis fiscal y de la balanza de pagos en 1991.
El riesgo de una nueva línea de pobreza de $2 al día es que creará la demanda política de más regalos para dos tercios de la población. Eso erosionará todavía más los fondos limitados para el gasto productivo.
En teoría, podemos limitar los subsidios a los más pobres y eliminar los subsidios no merecedores. En la práctica, la presión combinada de la cantidad de votos y los conductores de televisión amenaza con elevar los subsidios más allá de cualquier límite prudente. Allí se encuentran las semillas de otro desastre similar al de 1991.
Este artículo fue publicado originalmente en Times of India (India) el 28 de julio de 2013.