INTERNACIONALES: MATT GRINNEY

Barack Obama, presidente imperial de actuación unilateral

En un correo electrónico enviado recientemente a sus seguidores, el presidente estadounidense Barack Obama se lamentaba de la frustrante falta de competencias de su cargo.

13 de Agosto de 2013
En un correo electrónico enviado recientemente a sus seguidores, el presidente estadounidense Barack Obama se lamentaba de la frustrante falta de competencias de su cargo. "Hay tantas limitaciones a lo que puedo hacer por mí mismo" sin el Congreso, confesaba.
 
En términos de interpretación constitucional, tiene razón. Pero, en la práctica, el jefe de estado americano ha mostrado un marcado menosprecio por los límites legales de su poder.
 
La presidencia imperial de Barack Obama se ha manifestado de muchas formas. A menudo, desatendiendo su deber constitucional de "preocuparse por que las leyes de ejecuten fielmente". Como hemos visto con la educación, la inmigración y la atención médica, aplazar la ley equivale a redactarla de nuevo.
 
Otras veces, el presidente es más directo. Puede que el poder legislativo sea potestad del Congreso, pero eso no lo detuvo a la hora de volver a redactar por sí solo la ley de asistencia social, vaciándola de sus exitosos requisitos laborales federales.
 
Desafortunadamente, parece que esto es sólo el principio del imperialismo obamista.
 
Una vez liberado de las limitaciones de la lucha por la reelección, no tardó en señalar su entusiasmo por las acciones unilaterales durante su segundo mandato.
 
"El Congreso se resiste, por ahora", declaró recientemente, "pero eso no va a detenerme".
 
Armado de su inmunidad electoral, el presidente también es ahora más sincero a la hora de justificar sus medidas:
 
Cuando el Congreso no esté dispuesto a actuar, tomaré las medidas administrativas que sean necesarias con el fin de hacer lo correcto para el pueblo estadounidense.
 
Desde esta perspectiva, el Congreso es más un inconveniente que uno de los tres poderes del gobierno iguales entre sí. Las prerrogativas constitucionales están ahí para quien las quiera; quien esté más dispuesto a redactar leyes, gana.
 
La visión de Obama frente a cómo funciona el sistema estadounidense no es sólo peligrosa, sino que también contradice rotundamente la idea del gobierno que tenían los Padres Fundadores.
 
El presidente no ve la necesidad de molestarse con todas las discusiones, acuerdos, compromisos, rivalidades (en una palabra, política) que envuelven el orden constitucional. Es decir que, restringir al Congreso la autoridad legislativa es un obstáculo innecesario para el progreso.
 
Pero el sistema americano fue diseñado a propósito para que hubiese enrevesadas disputas políticas. Los Fundadores comprendían que la alternativa era aún peor. La experiencia con Gran Bretaña les enseñó los peligros de un gobierno que tendía a la acumulación de poderes.
 
A pesar de su apetencia por burlarse de aquellos que desconfían del gobierno, el presidente Barack Obama justifica, sin querer, el temor de los Fundadores a que existiera una tiranía en Estados Unidos, cuando alardea frente a que "Vamos a hacer todo lo que podamos, en cualquier ámbito que podamos, con o sin el Congreso, para hacer que esto ocurra".
 
Sin señales a la vista de que el presidente vaya a ralentizar su marcha imperial, sería ingenuo esperar algo de la modestia que finge en sus correos electrónicos. Es más, es el deber del Congreso oponerse a sus usurpaciones.

Con tanto en juego este otoño, desde la retirada de la financiación de Obamacare al recorte del gasto público, es un momento crucial para que el Congreso haga su trabajo.
 
 
 
Matt Grinney | Heritage Libertad, The Heritage Foundation