La Administración Obama tropieza en las arenas movedizas de Egipto
La influencia de la Administración Obama en Egipto se ha evaporado, conforme las esperanzas de la "Primavera Arabe" acusada por el país, y que tenían por objetivo lograr una transición democrática, se han marchitado...
16 de Agosto de 2013
La influencia de la Administración Obama en Egipto se ha evaporado, conforme las esperanzas de la "Primavera Arabe" protagonizada por el país y que tenían por objetivo lograr una transición democrática, se han marchitado, a lo largo de un verano de creciente violencia. El ejército egipcio, que expulsó al impopular, autocrático y antioccidental mandatario Mohamed Morsi en un golpe dado el 3 de julio, hizo oídos sordos al llamado de Washington con miras a un reacomodamiento político con el movimiento de Morsi de la Hermandad Musulmana, en tanto el ex presidente también ignoró llamados a compartir el poder previo al golpe.
Los funcionarios egipcios declaman que buscaron un compromiso político con Morsi, pero que éste fue rechazado en reiteradas veces: "Hicimos todo lo posible para acercar a la Hermandad", refirió un funcionario a The Wall Street Journal. Pero Morsi, contando con el apoyo de la Administración Obama, insistió en forma obstinada ser reinstalado como jefe de estado. Cuestión que los uniformados jamás hubiesen acordado, luego de que los ciudadanos egipcios se mostraran en las más grandes manifestaciones políticas de la historia humana el 30 de junio, exigiendo la renuncia de Morsi.
Alejada de la realidad, la Administración Obama depositó sus esperanzas en una reconciliación política basada en la expresión de deseos. Morsi continuó actuando como si su pálida victoria en la elección de 2012 le obsequiara respaldo para avanzar con su agenda islamista por la fuerza, contra la ciudadanía. Y el ejército, respaldado por un fuerte apoyo popular, rechazó cualquier compromiso para reponer a Morsi o a sus amigos de la Hermandad Musulmana en el poder.
La Administración estadounidense también falló a la hora de analizar hasta qué grado la política egipcia es un deporte extremo con consecuencias letales, en la que el compromiso es visto como una debilidad. No debería sorprender que Morsi -que nunca fue un líder democrático- actuara cada vez más como un dictador, apenas arribado al cargo. Al fallar en la crítica pública y la penalización de la multiplicación de los poderes del ex presidente de Egipto, la Administración Obama apareció como partidario entusiasta de la Hermandad Musulmana y perdió credibilidad y la confianza de muchos ciudadanos egipcios -particularmente los seculares, cristianos y líderes libertarios y democráticos que debieron haber sido aliados naturales de los Estados Unidos.
En la desesperación, muchos egipcios llamaron públicamente a la intervención del ejército, cosa que sucedió el 3 de julio. Ahora, Egipto se ha desplomado en medio de una violenta confrontación política que ya ha cobrado más de seiscientas vidas. La Hermandad Musulmana ha convocado a protestas masivas a partir del fin de la presente semana, como parte de un "Viernes de Furia". Sus partidarios continúan atacando edificios del gobierno, estaciones de policía, iglesias, comercios y los hogares de la minoría cristiana en el país.
El gobierno interino de Egipto ha autorizado a sus fuerzas de seguridad y fuerzas armadas a emplear el uso de la fuerza, con el objeto de reprimir los ataques contra el personal oficial y los edificios gubernamentales. El gobierno en El Cairo dio a conocer que 43 elementos de las fuerzas de seguridad fueron asesinados en choques con partidarios de Morsi; estos últimos fortificaron dos cuadras en la capital e intercambiaron disparos con la policía, justo antes de ser expulsados el miércoles pasado. Es probable que la violencia escale, en tanto la Hermandad Musulmana continúe llamando al derrocamiento del nuevo gobierno.
Desde la provocación de mayor violencia, la Hermandad aspira a multiplicar las defecciones internas en el gobierno y a hacer de cuña entre éste y sus aliados occidentales. El ejército, por su parte, apuesta a que los ataques terroristas montados por los partidarios de Morsi y por grupos afines al terrorismo islámico ultrarradical que han proliferado en el Sinaí terminarán alienando a los ciudadanos egipcios y que el apoyo popular de la Hermandad se licúe.
La Administración Obama ha intentado servir de mediador neutral entre sus antiguos protégés en la Hermandad Musulmana y el régimen con asiento en los militares, pero ahora acusa desconfianza de ambas partes, puesto que el gobierno estadounidense es visto como un socio ingenuo y poco realista. El presidente Barack Obama intentó aferrarse a un curso de acción neutral, en un comunicado liberado el jueves, en donde anunció la cancelación de un ejercicio militar con las fuerzas armadas egipcias que iba a desarrollarse el próximo mes pero, al mismo tiempo, el jefe de estado americano rechazó cortar lazos inmediatos de la ayuda estadounidense a El Cairo.
No es probable que medidas inciertas como las propuestas por Obama sirvan para desactivar la crisis, o para satisfacer a alguna de las facciones dentro de Egipto (o a Washington, para el caso). Conforme lo apuntara el columnista Jackson Diehl en la edición del viernes en The Washington Post: "Obama aparece como un presidente en medio de un mundo que de ningún modo es como se lo imaginó cuando llegó a la Casa Blanca".
La implosión de las políticas de la Administración egipcia remite al microcosmos de la aproximación fallida a las revueltas de la "Primavera Arabe", y que han venido desestabilizando a muchas otras naciones árabes a lo largo de los pasados dos años y medio. El resultado neto coincidió con la declinación de la influencia estadounidense, de su prestigio, y de su referencia como seguridad. Mientras tanto, Egipto se desliza más profundamente hacia la violencia política, el caos, y el desastre económico.
* El autor, James Phillips, es Investigador Senior en Asuntos del Medio Oriente para el Centro Douglas & Sarah Allison para estudios de política exterior en la Fundación Heritage. Más sobre el autor en http://www.heritage.org/about/staff/p/james-phillips
* El autor, James Phillips, es Investigador Senior en Asuntos del Medio Oriente para el Centro Douglas & Sarah Allison para estudios de política exterior en la Fundación Heritage. Más sobre el autor en http://www.heritage.org/about/staff/p/james-phillips
* Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés: http://blog.heritage.org/2013/08/16/obama-administration-stumbles-in-egypt-s-shifting-sands/