La soledad del poder
El relato de la Señora Presidente y sus colaboradores se está quedando sin esos argumentos rebuscados para entretener o victimizarse.
27 de Agosto de 2013
El relato de la Señora Presidente y sus colaboradores se está quedando sin esos argumentos rebuscados para entretener o victimizarse. Quieren salvaguardarlo con una serie de anuncios, expresiones, deseos (y disparates) que manifiestan gran preocupación por la enorme disconformidad que afloró. Se consumió el relato; empiezan a quedarse solos.
Que Cristina Kirchner haya dicho que la Argentina está mejor que Canadá y Australia es una falta de respeto al protocolo del desarrollo, y una bofetada más a nuestras estropeadas relaciones internacionales; patrocinada también por las insólitas y ofensivas declaraciones de la Embajadora Alicia Castro ante el Reino Unido, donde dijo que el primer ministro David Cameron es "tonto e ineficaz". Buenos ejemplos.
Los dos países mencionados en su comparación son verdaderos prototipos de progreso, y presentan un estándar de vida similar a las grandes potencias mundiales. Tanto el PBI de Canadá como el de Australia cuadriplican el de Argentina. Traducido en ingreso per cápita, la ecuación es de 52.219 y 67.036 dólares anuales en ese orden, contra los 11.558 de los argentinos. Interesantes datos para cotejar.
Pero, si de lo que se trata es de profundizar los balances de gestión, nos encontramos con una inflación de 1.5 y 1,8 respectivamente, contra el 25% anual de nuestro "régimen progresista". ¿De qué habla esta mujer? Mira por la ventana, para no ver lo que en la cara le sucede.
Con el tan promovido "modelo de inclusión" -que solo fue una conjunción de malversaciones, derroches y desvíos de recursos gracias al contexto internacional y al generoso precio de la soja, verdadero oasis para el despilfarro-, y a contramano de esas naciones industrializadas, el gasto público crece más que la recaudación, con previsibles consecuencias: precios que no paran de aumentar y salarios que no terminan de comprimirse.
En los diez años de este gobierno, al Estado Nacional le ingresó -en todo concepto- un billón de dólares. ¿Qué se hizo con todo ese dinero? La infraestructura vial, energética, ferroviaria, etc. se encuentra totalmente colapsada. No se construyeron nuevas rutas ni autopistas. No se perforaron los pozos petroleros necesarios, y la Argentina se ha sumergido en una crisis energética colosal. Tampoco se hicieron nuevas vías ferroviarias; los trenes se caen a pedazos.
El empecinamiento en no realizar las correcciones a tiempo y seguir depositando la confianza en una persona controvertida -que desvirtuó recurrentemente las reglas de cualquier manual- para que dirija la economía, sepultaron el experimento en un cementerio de contradicciones y desajustes que ya comparten consecuencias dolorosas.
Ahora, asistimos a una caja pobre y a un horizonte económico inviable. Cuando los pueblos se equivocan, optan por corregir el rumbo. Prueba de ello fueron las recientes elecciones, en donde la sociedad en su conjunto indicó que nadie es perpetuo. Echando por tierra la impresentable intención de querer entretenernos con una nueva y payasesca re-reelección presidencial; escapatoria desesperada para poder llegar al 2015.
Los flamantes resultados electorales de las PASO marcaron una realidad obligada: el descontento profundo de la sociedad irritada contra un gobierno autoritario y rapaz, que pretendió arrasar con todo lo que intentó ponerle freno a sus excesos.
El corolario de las Primarias marca el límite esperado e imprescindible desde los cuales resguardar los principios democráticos. Es el camino allanado para que los empresarios dejen de temer, los jueces puedan hacer justicia con absoluta libertad, la clase política se haga eco del encargo, y los ciudadanos comunes respiren un aire menos nauseabundo (ese que se ve impregnado por la corrupción). La lección de los comicios fue una auténtica enseñanza republicana, en donde los propios ciudadanos de a pie se organizaron para controlar la imprescindible transparencia electoral, demandando, de esa manera, un resultado real; no manipulado, como tantas veces sucedió.
El estruendo que causó la derrota en el Gobierno Nacional fue la muestra más contundente del estupor. El oficialismo jamás hubiese imaginado perder en casi todo el país; donde ganó, lo hizo por estrecho margen. Después de un silencio doloroso, y volviendo a desafiar la lección recibida, resurge la Señora con inocultable enfado para provocar -otra vez- a distintos actores de la vida democrática argentina.
En un discurso ofuscado, Cristina Kirchner alega que el partido, de aquí en más, lo juzgará todo solamente "con los titulares", como si esta crisis fuera una competencia de fútbol. Expresiones tan improcedentes como peligrosas.
Y si de fútbol se tratara, quizás la Presidente debiera saber que la pelota ya está parada desde hace rato. Su modelo económico cruje, por más que ello se pretenda dibujar, cotejándolo con otras épocas. Las cuentas fiscales no cierran; el déficit no para de crecer. El público quisiera escuchar qué hará la Casa Rosada con el importante retraso del tipo de cambio, convertido ya en una barrera para las exportaciones. Y más aún cuando nuestro principal socio comercial, Brasil, deprecia su moneda, descolocando la mayoría de nuestros bienes exportables. Es hora de decir la verdad: la irreversible devaluación del peso los entrampó por ineptos. Los argentinos revivimos esta experiencia cada diez años. El público necesita saber cómo hará el Gobierno para controlar la espiral inflacionaria, que corroe todos los bolsillos; pero cuando no detiene el monstruoso gasto público y no se sinceran los mercados.
Y, ahora que los precios de los principales commodities se exhiben en baja, ¿qué se piensa hacer con las retenciones agropecuarias? Una buena porción de los campos ya figura en oferta de alquileres debido a la falta de rentabilidad. Si el Gobierno Nacional continúa ignorando al sector que más divisas aporta, seguirá equivocándose, forzando al campo a sembrar solo lo necesario para poder subsistir. La prueba es lo sucedido con el trigo. La consecuencia: el pan sobrepasó los $20 el kg, y hoy el país debe importar trigo.
¿Por qué no se reconoce que la política de control de precios fracasó? La Cámpora no tuvo éxito en su plan "Mirar Para Cuidar"; los precios "congelados" del combustible siguieron aumentando periódicamente, trasladando ese aumento a los productos.
Mientras tanto, en las calles la ciudadanía continúa a merced de la delincuencia. La incertidumbre, la bronca, y el miedo operan directamente contra el trabajo, el desarrollo y la paz social.
Con el tipo de cambio retrasado, con una inflación galopante, con un Banco Central que ve disminuir mensualmente sus reservas, con un déficit fiscal preocupante, con el campo sin rentabilidad, y con una corruptela que no cesa, será hora de que desde Balcarce 50 expliquen de dónde se obtendrán los recursos para pagar, el año próximo, los quince mil millones de dólares necesarios estrictamente para la importación de energía; todo ello, sin tener en cuenta lo que se precisará para hacer frente a los vencimientos de deuda. Se desconoce qué sucederá con los subsidios.
No es necesario ser un eximio economista ni un avezado político para comprender el escenario. De no tomarse medidas urgentes y drásticas, esto estallará antes de lo previsto; hacia ese destino nos dirigimos, en forma precipitada. Y tampoco les resultará útil la alternativa del autogolpe para zafar: se inflingirían, en tal caso, el peor de los castigos.
Por lo pronto, la Señora Presidente Cristina Fernández de Kirchner sigue empecinada en su capricho. Su mayor preocupación es cómo tapar los ilícitos que la prensa está dando a conocer.
Como jefa de estado, es su obligación dar las explicaciones. De lo contrario, de ello se ocupará la justicia.
* El autor, Raúl Zorzón, es productor agropecuario. Reside en la localidad de Malabrigo, Provincia de Santa Fe.