El pulso Rousseff-Obama
La decisión de la presidente brasileña Dilma Rousseff de posponer su visita de Estado a Washington...
20 de Septiembre de 2013
La decisión de la presidente brasileña Dilma Rousseff de posponer su visita de Estado a Washington programada para el 23 de octubre (decisión avalada por los principales asesores de la primera mandataria brasileña, entre ellos su antecesor y mentor Lula da Silva), habría sido acordada con el mandatario estadounidense, Barack Obama durante una conversación telefónica de veinte minutos. Solución diplomática tras la que subyace el riesgo de una peligrosa confrontación entre las dos grandes potencias del continente americano pues, de acuerdo a Lula, "los estadounidenses no soportan el hecho de que Brasil se haya convertido en un actor global y, en el fondo, lo máximo que ellos aceptan es que Brasilia sea subalterno, como ya lo fue".
Así, Rousseff tras afirmar que "el espionaje ilegal representa una violación de soberanía incompatible con la convivencia democrática entre países amigos", exigió a Estados Unidos explicaciones convincentes de las razones de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) para presuntamente violar las redes de computadoras de la petrolera estatal Petrobras, así como para recolectar datos de las comunicaciones de ciudadanos brasileños, según documentos filtrados por el ex-contratista de inteligencia Edward Snowden. Asimismo, la presidente anunció que en el discurso que pronunciará en la apertura de la 68a. Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) la semana próxima abordará el tema del espionaje a Brasil, con lo que se habría granjeado la enemistad de la Administración Obama, que procederá a la implementación del "caos constructivo" en Brasil para desestabilizar su mandato presidencial.
El rol emergente de Brasil. Este país forma parte de los llamados países BRIC (Brasil, Rusia, India ,China y Sudáfrica) y, aunque se descarta que dichas naciones forman una alianza política como la UE o la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), exhiben el potencial de formar un bloque económico con un estatus mayor que del actual G-8 (se estima que, en el horizonte del 2050, tendrán más del 40% de la población mundial y un PIB combinado de US$ 34.951 billones). Las políticas económicas rusas en la zona tendrían como objetivo duplicar la facturación de los intercambios comerciales ruso-brasileños (10.000 millones de $ al año), intercambios que incluirían la exportación a Rusia de aviones, máquinas herramienta y equipos, piezas de repuesto para automóviles, dispositivos electrónicos, instalaciones para hospitales, artículos textiles y cosméticos aunado con la ampliación de la exportación de productos agrícolas (Rusia es comprador neto del 41% del total de exportaciones de ganado vacuno brasileño).
Así, Brasil crearía conjuntamente con Rusia empresas mixtas especializadas en fabricar turbinas y equipos destinados a extraer petroleo y gas y transportar energía eléctrica, (del que sería paradigma el Gasoducto del Sur). Así, Gazprom ayudará a la petrolera brasileña Petrobras a construir un gasoducto para distribuir por el país el gas que se extraiga en las aguas de Santos Basin (una zona situada en el sudeste de Brasil en la que los estudios geológicos definen unas reservas capaces de proporcionar 30 millones de metros cúbicos diarios), seis más que los 24 que en la actualidad Bolivia vende a Brasil y que suponen la mitad del consumo diario del país carioca.
Por su parte, el holding ruso Gazprom está interesado en participar en el proyecto de Gasoducto Transamericano Venezuela-Brasil (proyecto lanzado en su día por Chávez, Kirchner y Lula da Silva y al que parece dispuesta a añadirse la Bolivia de Evo Morales), que aseguraría el suministro a toda Latinoamérica y que debería estar construido en siete años con una inversión prevista de US$ 20 mil millones y junto con la compañía estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y la francesa Total E&P habrían firmado un acuerdo para el proyecto de exploración de gas en el bloque Azero en el sur-oriente boliviano que significará una inversión de 4.500 millones de dólares.
Tras la fachada económica, subyacería la firme decisión de Putin de neutralizar la expansión de Estados Unidos en el cono sur americano y evitar la posible asunción por Brasil del papel de "gendarme de los neoliberales" en Sudamérica. Así, Brasil juega un rol fundamental en el nuevo tablero geopolítico diseñado por EE.UU. para América Latina, pues le considera como un potencial aliado en la escena global al que podría apoyar para su ingreso en el Consejo de Seguridad de la ONU como miembro permanente con el consiguiente aumento del peso específico de Brasil en la geopolítica mundial.
Carrera armamentista. El rol de Brasil dentro del sistema internacional como una potencia emergente hacen del mantenimiento de unas poderosas fuerzas armadas un factor central para la ejecución de una efectiva diplomacia y, al mismo tiempo, la expansión de los gastos de defensa responde a la lógica necesidad de defender correctamente los importantes recursos naturales que atesora la extensa geografía brasileña. Así, de acuerdo con un ranking elaborado por SIPRI (Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo), Brasil se encuentra actualmente en la posición número 11 en el listado de países que más gastan en defensa a nivel mundial (los tres primeros lugares del cuadro están ocupados por Estados Unidos, China y Rusia). Según dicho informe, el presupuesto de Defensa fue de 34.500 millones de dólares en 2011 y ascendió a 36.254 millones en 2012 (cifra que representa la mitad de todo lo invertido en defensa en toda América del Sur, según el Stockholm International Peace Research Institute), con un aumento en términos absolutos del 480% desde el 2004 y con el objetivo de asimilar su presupuesto en este capítulo al del promedio de las otras potencias emergentes del grupo BRIC.
Sin embargo, la decisión de Dilma de postergar la visita a EE. UU. podría comprometer la oferta de la empresa estadounidense Boeing para vender cazas F-18 a la Fuerza Aérea Brasileña. Vale recordar que el gobierno de Rousseff habría heredado de Lula la vidriosa decisión sobre la compra de los 36 aviones de combate con los que Brasil quiere modernizar su flota, compra por la que compiten la estadounidense Boeing con el F-18 y la francesa Dassault Aviation, con el Rafale y que incluye una inaudita trasferencia de tecnología de dichos aviones en contrapartida, estando en juego un contrato estimado en unos US$ 5 mil millones.
Para completar el puzzle, Raúl Zibechi en APC-suramerica.net afirmó que "el ex-Secretario de Defensa de EEUU, León Panetta, ofreció una conferencia en la Escuela Superior de Guerra de Río de Janeiro, en la que detalló su propuesta de amplia cooperación estratégica entre Estados Unidos y Brasil". Y agregó que "la compra de los 36 cazas F-18 puede transformar radicalmente la relación entre ambas industrias de defensa", por lo que, en palabras de Zibechi, "el Pentágono realiza su generosa oferta tecnológica y diplomática (el asiento en el Consejo de Seguridad) a cambio de una sumisión militar y estratégica".
Brasil y la Alianza del Pacífico. La Alianza del Pacífico (2011), refinado proyecto de ingeniería geoeconómica promovida por Estados Unidos y secundado por México, Colombia, Chile y Perú, sería el caballo de Troya estadounidense para dinamitar el proyecto integracionista representado por la UNASUR e intensificar la política de aislamiento de los gobiernos progresistas-populista de la región, (Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Uruguay y Bolivia). Dicha estrategia fagocitadora tendría como objetivos a medio plazo aglutinar el Arco del Pacífico para integrar además a Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá e incorporar por último al Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay), continuando con la teoría kentiana del "palo y la zanahoria" expuesta por Sherman Kent en su libro "Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana" (1949).
Caso de no ser sensible Dilma Rousseff a las tesis de Estados Unidos, no sería descartable el retorno a la política del big stick o "gran garrote", cuya autoría cabe atribuir al presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt y que, desde principios del siglo XX, ha regido la política hegemónica de Estados Unidos sobre América Latina, conforme la Doctrina Monroe y su eslogan "América para los americanos".
Recordar que, a comienzos de los años sesenta, el miedo al mimetismo cubano había llevado a los Estados Unidos a apoyar los golpes militares (en Brasil, el 31 de marzo de 1964 las fuerzas armadas derrocaban a Goulart), por lo que podríamos asisitir a la irrupción en el escenario geopolítico de América Latina de una nueva ola involucionista que tendría a Honduras y Paraguay como paradigmas de los llamados "golpes blandos o postmodernos", que protagonizará EE. UU. en esta década, en el nuevo escenario panamericano que surgirá tras el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría, esto es, los Estados Unidos de América versus Rusia.
* El autor, Germán Gorraiz López, publica temas relativos a economía y geopolítica. Reside en España, y publica en su blog "Los Restos del Naufragio", en http://losrestosdelnaufragio.over-blog.es/