Los idiotas del pueblo están de nuestra parte
Existe la percepción de que Cristina Elisabet Fernández Wilhelm ha resignado el comando de su propia criatura. Mientras que, desde su solitario promontorio, emite órdenes...
'The Fools in Town Are in Our Side' ("Los Idiotas del Pueblo Están de Nuestra Parte"), sátira social de 1970 del autor estadounidense Ross Thomas, quien tomara prestada la sentencia de 'Las Aventuras de Huckleberry Finn' (Mark Twain): "¿Acaso no tenemos de nuestra parte a todos los idiotas del pueblo? Y, ¿no representan ellos la mayoría en cualquier pueblo?".
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Existe la percepción de que Cristina Elisabet Fernández Wilhelm ha resignado el comando de su propia criatura. Mientras que, desde su solitario promontorio, emite órdenes que, en la práctica, no se cumplen, su rol otrora prominente de devalúa hoy en la aparición en entrevistas configuradas a medida ante escuálidos interlocutores de la talla de Jorge Rial o del 'seisieteochista' Hernán Brienza. Acaso premiando a los personeros de la oposición política con recursos desde los cuales sea posible volver a cuestionar el peso específico (y la credibilidad) de la imagen presidencial. La viuda se autoflagela, con esmero-: "No hay cepo [cambiario]"; "Argentina [las villas] crece [n]". Y demás fragancias.
A los grandes nombres del Gabinete no les va mejor, enfrascados ellos definitivamente en peleas fratricidas que derivan en el lastimero hobby de la repartición de responsabilidades. Así es como Guillermo Moreno, Mercedes Marcó del Pont, Ricardo Echegaray, Axel Kicillof y Julio De Vido disfrutan de acudir a los medios de comunicación en off para arrojarse cáscaras de banana mutuamente. Al demonio, pues, con la gestión. Difícil aguardar respuestas en medio de la disidencia puertas adentro; antes bien, más apropiado sería que el output del subsistema retornara medidas superficiales con el objeto de rendir más honores al piloto automático que regula la macro y microeconomía, la recaudación impositiva y el comercio exterior. A la postre, todo lo que realmente interesa -y sobre lo que se construye todo lo demás.
Con toda probabilidad, Cristina Kirchner no prestará demasiado oído a la poco elegante ingeniería financiera a cargo del Ministro de Planificación (Atucha II, Federal Security) tendiente a redirigir fondos hacia la campaña del massismo. En virtud de que la Presidente le obsequia mucho más que su atención al General César Milani, tal vez no quiera oir ni leer detalles relativos al pesar que se abate sobre el coscoíno (y su familia) frente a la eventualidad de terminar purgando condena por delitos de lesa humanidad. Y -ya que se ha citado al jefe comunal de Tigre-, sería justo colegir que Balcarce 50 nada querría conocer sobre los detalles sobre el allanamiento ilegal al domicilio de Sergio Massa que, próximamente, el damnificado se apresta a revelar ante la prensa. Corolarios de la voracidad preelectoral: quince puntos porcentuales de ventaja son mejores que diez. Para luego absorber la totalidad de la Provincia y -por qué no- la Ciudad Autónoma. ¿Con quién fraterniza/coquetea -dicho sea de paso, y en sus ratos libres- Martín Lousteau?
Así las cosas, el seno del Frente Renovador no deja de exponer un puñado de inquietudes, a saber:
a) ¿Aporta beneficios comprobables a la figura del bueno de Sergio Tomás la incorporación inconsulta de Alberto Fernández, Ignacio De Mendiguren, Hugo Moyano -próximamente-, Mónica López y Alberto Roberti (ex tándem denarvaísta, despreciado hasta por su propio personal), Gabriel Katopodis (rebautizado por los vecinos de San Martín como Padre de la Inseguridad), Felipe Solá y Rubén Darío Giustozzi -estos últimos, ex furibundos kirchneristas-? Este breve compendio de identidades ingresa en violenta contraposición con el moniker vanguardista del espacio político bajo análisis; de ahí que la militancia de UNEN, por ejemplo, guste de calificarlos como "Frente Reciclador".
b) ¿Qué tan probable es que, de aquí a octubre de 2015, la buena estrella de Massa se apague, dejando espacio para un atisbo de crecimiento por parte de Mauricio Macri, quien no se priva de tender puentes clandestinos con el gobierno?
c) Fundamentalmente: el voto positivo que cosechará el alcalde tigrense el próximo 27 de octubre, ¿podría ser clasificado inconscientemente por la mente del sufragante como una solución de carácter perentorio -ergo, de corta duración- con miras a deshacerse con premura de un kirchnerismo languideciente? Precisamente, -y en concurso con b)- ¿qué sucederá después?
d) Desde un horizonte más operativo, ¿quién fue el responsable de exponer al aspirante a un escenario de magnicidio en Ciudad Evita, paseándolo por parajes a los que solo se accede desde el "pizzo" o el "derecho de paso"?
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Convergencias políticas aparte, una miríada de analistas podría verse tentada en rastrear reflejos en las réplicas que pudieren emerger en el núcleo de la sociedad hastiada. Aún cuando esa sociedad sea la misma que, en su oportunidad y a su debido tiempo, celebró el histórico/histriónico 54%, se regocijó con las conquistas de un derechohumanismo insanablemente intoxicado, cabalgó sobre la fiesta de consumo cimentada en pesos sobrevaluados y subsidios sin fin, se abrazó al éxtasis con el fútbol "gratuito" de FPT, y alentó o -cuando menos- toleró la toma de escuelas públicas (en aras de alguna rebelión adolescente no vivida). Para, finalmente, terminar renegando abruptamente del "viaje gratis" y desembarazarse de lo actuado en el cuarto oscuro. Como si las culpas solo pudieran serle endosadas al gatopardismo politiquero o al ideologismo neogramsciano pergeñado desde Londres por Ernesto Laclau para ésta, nuestra propia granja de hormigas.
La ciudadanía -ya se había apuntado desde este espacio- se prepara para repetir aquello que mejor sabe hacer: se predispone a descargar la propia hipocresía en el referente que (así lo decidió, para bien o para mal) ha dejado de serle útil. Por agotamiento, acumulación, o por las razones que fueran.
Quizás no sea justo escandalizarse porque la dirigencia recurra con infortunada periodicidad al hiriente sarcasmo de Twain; Tal vez sea hora de plantarse frente al espejo y reconocer que no siempre -y conforme lo confiesa la propia Presidente desde su ideario- "el infierno son los otros".