La pérdida de reservas del BCRA no se debe solo al turismo
Basta con ver la vertical caída de las reservas que viene teniendo el Banco Central de la República Argentina (BCRA) para advertir que la crisis se acelera.
17 de Noviembre de 2013
Roberto Cachanosky es Profesor titular de Economía Aplicada en el Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica en el Master de Economía y Administración de CEYCE, y columnista de temas económicos en el diario La Nación (Argentina).
La oferta y demanda de divisas depende de cuestiones económicas e institucionales. Más parches no solucionan el problema. Lo agravan.
Basta con ver la vertical caída de las reservas que viene teniendo el Banco Central de la República Argentina (BCRA) para advertir que la crisis se acelera. El cepo (el rígido control cambiario) no solo no ha podido detener la pérdida de reservas sino que, además, ha perdido el mínimo ingreso de divisas que podía generarse. La razón es muy sencilla. Nadie entra a una cárcel, cierra la puerta y luego tira la llave bien lejos. Ingresar dólares a la Argentina con estas reglas de juego es lo mismo que meterse en la celda y luego tirar las llaves. Reflejo de ellos es el fracaso del blanqueo vía los Certificados de Depósitos para Inversión (CEDIN) y Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo (BAADE) para atraer capitales. Nadie en su sano juicio entra en la cárcel para luego no salir y, encima, ser expoliado impositivamente. Me parece que lo que no se advierte claramente es que el problema cambiario no es solamente económico, sino también institucional, entendiendo por institucional las reglas de juego imperantes.
Veamos, si alguien me pregunta si hoy el "blue" (dólar en el mercado negro) a casi 10 pesos argentinos es barato o caro mi respuesta, invariablemente, es: depende. ¿De qué depende? Si, de golpe, el equivalente a un Churchill fuera presidente y su ministro de Economía fuera Ludwig Erhard (el ministro que hizo el milagro alemán de posguerra) y ambos tuvieran el apoyo de buena parte de la población, diría que el blue a 10 pesos argentinos es caro. Pero, como por ahora no veo ese escenario, en este contexto digo que es barato. El punto es comprender que la oferta y demanda de dólares depende, entre otras variables, de las expectativas institucionales que tenga el mercado. Si se considera que no existirán ataques contra la propiedad privada, que hay disciplina fiscal y monetaria, la demanda puede de dólares puede ser menor. Si la visión es que hay ataques a la propiedad, no se respetan las reglas de juego, hay un fenomenal desborde fiscal que tiende a agravarse y un desmadre monetario, la demanda de divisas seguramente crecen. La demanda de divisas no depende solamente de ver el saldo de balance comercial. Incluye otras variables, como las mencionadas. Si a ello agregamos que establecieron un cepo cambiario cuya eliminación va a ser tan costosa como lo fue el corralito, las tensiones cambiarias serán crecientes. En definitiva, en el mercado de cambios hay dos factores que influyen para que tienda a subir el dólar: económicos e institucionales.
Si se acepta el argumento anterior, el tema de la fuga de divisas por turismo es menor. Dardó Gasparré ha propuesto en otra nota establecer un desdoblamiento cambiario para el turismo. Sería un mercado de cambios libre al cual recurrirían aquellos que viajan al exterior y los que vienen a la Argentina. En rigor, es un parche a un problema cambiario más profundo. Pero, imaginemos que aceptamos ese desdoblamiento cambiario, nada impide que aquellos que quieren comprar dólares para atesoramiento recurran a ese mercado. Si el Estado no interviene en ese mercado y no hay controles como sugiere mi amigo Gasparré, no haría falta ir con el boleto de avión en la mano a comprar divisas en ese mercado. Cualquiera podría comprar dólares argumentando que va a viajar. Es más, si ese mercado operara por debajo del blue como lo refiere el citado, la demanda por atesoramiento se dirigiría a ese mercado, aumentando su precio hasta llevarlo al valor del blue o algún punto intermedio entre ambos. El mercado siempre arbitra comprando donde está barato y vendiendo donde está caro. En definitiva, la propuesta de Dardo Gasparré no es otra cosa que hacer legal el blue. Y ahí caemos en la conveniencia o no de desdoblar los mercados. Si por cada mercadería que se importa o exporta, asignaremos un tipo de cambio diferente, la distorsión de precios relativos puede ser más aguda que la que ahora se conoce.
No hay soluciones mágicas para un país sin calidad institucional y desorden fiscal y monetario. Los parches que se le vienen poniendo al modelo ya no duran. El control de precios con el pomposo nombre de "Mirar para cuidar" es un chiste. El blanqueo fue otro chiste y el cepo, un fracaso estrepitoso.
Por supuesto que pueden tomar una y mil medidas más para dilatar la pérdida de reservas, pero el problema de fondo, que es la caída del tipo de cambio real, va a seguir haciendo agujeros por debajo de la línea de flotación en el balance comercial. Si a eso le agregamos el cepo, el lío fiscal y monetario y la falta de calidad institucional, la suerte ya está echada. Ni un dólar turista puede parar el tsunami que armaron.
Es más: ese dólar turista que se transformaría en los hechos en un blue formal o financiero, produciría una mayor sobrefacturación de importaciones y subfacturación de exportaciones para aprovechar la brecha cambiaria.
Insisto una vez más: la escasez de dólares no es porque hay demanda de turismo; el problema tiene que ver, entre las otras casusas que mencioné, con un tipo de cambio real que se desplomó y está igual que al fin de la tablita cambiaria de Martínez de Hoz y muy cerca de la convertibilidad. Como los únicos dólares que ingresan son por exportaciones, las que están comprometidas por el bajo tipo de cambio real y, además, habrá que ver si se mantienen favorables los términos del intercambio que tanto ayudaron como viento de cola en los últimos diez años (los dos últimos meses muestran que los precios de exportación suben muy poco y suben mucho más los de importación), el saldo de balance comercial será cada vez más flaco y la demanda de dólares cada vez mayor por las razones apuntadas.
Para terminar: no compro el argumento que esto se arregla con dos curitas y un par de aspirinas. El daño económico e institucional que se ha hecho en esta década es demasiado grande para salir sin problemas del desmadre.
El presente artículo fue publicado originalmente en Economía para todos (Argentina) el 10 de noviembre de 2013.