El mundo feliz del General Milani: Azules y Colorados
Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner huyó a El Calafate, su despreocupado lugar en el mundo.
Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner ya huyó a El Calafate, su despreocupado lugar en el mundo. No sin antes compartir una orden explícita que incluso se vio obligado a acatar Don Carlos Zannini, el Secretario Legal y Técnico de la Presidencia caído en desgracia: ante la duda, comunicarse con César Milani.
Así, pues, los observadores políticos de ocasión deberían dilucidar ante qué escenario le correspondería al reducido núcleo político duro de la jefe de Estado someterse al ideario del flamante Teniente General. Si acaso esas circunstancias no mencionadas remitirán a la necesidad de que, eventualmente, Milani ponga en marcha la fase operacional que respalde al teatro de conmoción interior cuya probabilidad de ocurrencia Balcarce 50 viene imaginando. Bajo la siempre indescriptible pesadilla de la profecía autocumplida.
Conforme ya se ha expuesto oportunamente, el personaje que por estas horas hace las veces de amo y señor de las fuerzas armadas argentinas ha decidido entrelazar su destino al de la viuda de Kirchner. La espada de Damocles de sus tropiezos pende sobre las cabezas de ambos, ya se trate de episodios que bordeen corruptela, defraudación y enriquecimiento ilícito, o que se circunscriban a la preocupación frente a la no caducidad de crímenes de lesa humanidad. No queda, entonces, otro camino que evadirse hacia adelante.
Quizás sobrepasado por la velocidad de la dinámica actual, César Milani se percató de que había puesto -al decir del herrumbrado refrán- el "carro delante del caballo". La sentencia 'chavismo tardío' -hoy en boca de muchos- no debería presentarse antojadiza: el uniformado coscoíno llega demasiado tarde para clonar el modelo bolivariano que legara el desaparecido líder de la Venezuela populista. De tal suerte que el preámbulo milanista ingeniado para sumar adhesiones entre los militares fenece de la mano de dos prerrogativas, a saber: la etérea promesa de la recomposición salarial y el pretendido intento por quedar bien con el Tío Sam, proponiendo que las Fuerzas Armadas se enfoquen, de a poco, en la represión directa del narcotráfico. Acaso abriendo las puertas para la olvidable experiencia mexicana de Los Zetas o la de los Novios de la Muerte, en Bolivia. Probablemente, jugueteando con la ambición de regular el comercio de estupefacientes para propio provecho (y el de los amigos).
Pero el Teniente General ni siquiera se obsequió un instante para reflexionar, entregándose alegremente al convite autorreferencial junto a Hebe Pastor de Bonafini como interlocutora. Ni más ni menos, la devaluada referente de los 'derechos humanos' que celebrara a viva voz los resultados devueltos por la carnicería yijadista del World Trade Center de Nueva York en 2001. Si Washington ha comenzado a acopiar voluminosos papers y documentación puntual sobre Milani, ello tal vez no sea consecuencia directa del 'Almuerzo con Doña Hebe'. Persisten, tras bambalinas, otras preocupaciones de alcance más profundo, que motorizan perturbaciones geoestratégicas. Entre ellas, el desbarajuste regional que el kirchnerismo ha encarnado, luego de fogonear el crecimiento y la penetración del narco en el país durante los últimos diez años. Espectrograma que, forzadamente, ha devenido en una reorientación de las estrategias de seguridad brasileñas tendientes a 'aislar' al vecino licencioso (incrementando el monitoreo de sus uniformados sobre la Triple Frontera, TBA); la renovación de los temores del Paraguay ante la interoperabilidad computada entre delincuentes peligrosos que trabajan dentro de su territorio y sus pares argentinos que se pavonean del lado de nuestra desguarnecida línea demarcatoria; y, finalmente, el hecho insoslayable de que la amplificación de la producción, distribución y transacciones con narcóticos en nuestro país redondean su faena consolidando operaciones monumentales de lavado de dinero en la República Oriental del Uruguay. El presidente José Mujica -al igual que la calavera- no chilla: ingresos son ingresos, sin importar su origen. El revenue de la corrupción motivado por funcionarios argentinos le sirve, en gran medida, para suplantar lo que perderá el turismo charrúa después de los postulados confiscatorios de Ricardo Echegaray (AFIP). Ergo, el 54% de los votos con los que CFK se alzara en octubre de 2011 se esboza en la variable crucial que ha asistido al Estado uruguayo para solventarse con más dólares.
En el mientras tanto, el exacerbado egocentrismo de Milani precisa de la prestación de servicios de una oficialidad que, en algún futuro y arribado un nuevo prolegómeno oscurantista para la vilipendiada historia argentina, le responda ciegamente. El principal problema para poner en práctica esta formidable pericia es que los $1.200 millones recientemente arqueados en caja no le son suficientes para satisfacer a todo el mundo, apenas a un espectro reducido de altos mandos que no verían mal volver más suculentos sus pauperizados patrimonios. El modus operandi parcial del Teniente General: intercambiar plata por bronce. Aunque ese metálico venga acompañado de promesas funestas porque, ¿qué militares acompañarán al cordobés a una aventura suicida con potencialidad para depositarlos en una reedición de los juicios confeccionados desde 1983 hasta el día de la fecha pero, esta vez, prorrogables hacia 2030? El 'General Sin Destino' necesita desesperadamente un futuro. Para ello, se muestra francamente dispuesto a arrojar a las Fuerzas Armadas a un proscenio de futura disolución (y éstas ya no cuentan hoy con simpatía en la opinión ciudadana). Desde la viciada óptica de Milani, es menester que otros como él le hagan compañía en este proceso de inmolación. Sucedió con Adolf Hitler y sus fieles elementos de la temible Schutzstaffel (SS); lo propio ocurrió con los cabecillas de la Guardia Republicana de Saddam Hussein. La historia militar abunda en ejemplos sobradamente ilustrativos frente al escarnio público y el doloroso derrotero protagonizado por estrategas perdidosos.
No pertenece, la estrategia, al dominio de personalidades ególatras o desesperadas. Las estratagemas de César Milani aceleran velozmente hacia el cadalso, por cuanto se exhiben fusionadas a un régimen que hace de la opresión y la fractura societaria, un credo; de la ignominia, una obligación; del latrocinio, una biblia. Del armado de sociedades offshore, un día a día. Envalentonado porque, en la vereda de enfrente, pedalea en el aire una oposición política que, en mucho, se asemeja al régimen francés de Vichy.
Vaya para el coscoíno una breve lectura de referencia, que reza: "Pienso que, así como no nace el hombre que escapa a su destino, no debiera nacer quien no tenga una causa noble por la cual luchar, para justificar su paso por la vida. Muchos grandes hombres transitan inadvertidamente su existencia porque han carecido de esa causa, y muchos hombres comunes llegan a sobresalir como verdaderos héroes porque la tuvieron. Don José de San Martín fue grande porque fue el hombre de una causa: la independencia de su Patria, y Napoleón, si no hubiera sido por la Revolución Francesa y su empeño en servirla, hubiera muerto como capitán de Artillería retirado".
El autor material de la citada exhortación es nada menos que Juan Domingo Perón, enaltecido por el cristinismo como jefe espiritual del modelo. Sirva el texto -acaso como advertencia- para el uniformado que aterriza con la intención de defenderlo.
* Foto de portada: Diario Clarín.
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.