Tormenta en Wall Street
El inicio de la retirada por parte de la Fed de sus medidas de estímulo a la economía estadounidense...
29 de Enero de 2014
El inicio de la retirada por parte de la Fed de sus medidas de estímulo a la economía estadounidense -consistentes en 85 millones de $ mensuales destinados a la compra de activos- ha provocado el nerviosismo en Wall Street en el Dow Jones de Industriales, lo que ha conllevado que la barrera estratosférica de los 16.000 puntos haya saltado por los aires y se encamine hacia la barrera psicológica de los 15.000 puntos. Ello tiene lugar tras una caída semanal acumulada cercana al 4%, fundadad en la psicosis vendedora originada por la devaluación del peso argentino y el remate de activos en mercados emergentes.
Así, la crisis en las divisas en mercados emergentes ha provocado que los inversionistas hayan preferido distanciarse de activos de renta variable como el mercado de valores de Dow Jones lo que, aunado con el preocupante dato de actividad manufacturero de China del mes de Enero -que se contrajo tras seis meses consecutivos de expansión de acuerdo al Indice gerente de compras (PMI) elaborado por HSBC/Markit, cayó hasta los 49,6 puntos, por debajo del nivel de 50 puntos que indica expansión. Esto ha dado lugar a una tendencia vendedora en las plazas europeas y asiáticas, por lo cual no sería descartable que los bajistas se alcen con el timón de la nave bursátil mundial y ello derive en una psicosis vendedora que podría terminar por desencadenar el estallido de la actual burbuja bursátil. Escenario temido, tras las ganancias récord registradas en el 2013 del 28,5% en el Dow Jones Industriales; del 29,6% e el S&P 500; del 21% en el IBEX 35 y más del 40% en el Nikkei japonés, rememorando valores de 1997.
Génesis de la actual burbuja bursátil
La burbuja actual sería hija de la euforia de Wall Strett (y por extrapolación del resto de bolsas mundiales) tras las políticas monetarias de los grandes bancos centrales mundiales que han inundado los mercados con centenares de miles de millones de dólares y euros con la esperanza de relanzar la economía, más aún cuando las colocaciones sin riesgo ( deuda de EEUU o de Alemania), no retribuyen nada a los inversionistas.
Racionalidad limitada. La desconexión con la realidad por parte de los inversores les llevaría a justificar la exuberancia irracional de los mercados (creándose un mundo virtual de especulación financiera que nada tendría que ver con la economía real) y a extrapolar las rentabilidades actuales como un derecho vitalicio lo que unido a la pérdida de credibilidad de las agencias de calificación como Moody's (al no haber predicho la actual crisis), coadyuva a que el mercado permanezca insensible al recorte de rating de las compañías que cotizan en la bolsa.
Especulación. El proceso especulativo impulsa a comprar con la esperanza de sustanciosas ganancias en el futuro, lo que provoca una espiral alcista alejada de toda base factual. Así, el precio del activo llega así a alcanzar niveles estratosféricos hasta que la burbuja acaba estallando (crash) en virtud de la venta masiva de activos y la ausencia de compradores, lo que provoca una caída repentina y brusca de los precios (hasta límites inferiores a su nivel natural). Este espectro deja tras de sí un reguero de deudas (crack bursátil).
Incertidumbre sobre el nivel suelo de los valores bursátiles. Un inversor está dispuesto a pagar un precio por una acción si le reporta dinero en el futuro, por lo que el valor de dicha acción es el total de flujos esperados. El nivel suelo de los mercados de valores internacionales (nivel en el que confluyen beneficios y multiplicadores mínimos) se situaría en la horquilla de los 10.000 y 11.000 puntos en bolsas como el Dow Jones, observada una mayor virulencia y profundidad que presenta la crisis económica y muy lejos de los estratosféricos valores actuales.
No obstante, los inversores comienzan ya a sentir el vértigo de la altura, ya que se espera que, a lo largo del 2014, baje el porcentaje de los resultados empresariales que se destinarán a dividendos, así como el número de empresas que repartirán el mismo y, además, tras el freno a las políticas monetarias destinadas a reactivar la economía por parte de la Fed, los inversionistas intentarán exponerse menos al riesgo con el consecuente efecto bajista en las cotizaciones de las acciones.
De esta manera, se habría así producido un cambio en las expectativas del mercado, existiendo ahora la convicción de que las políticas de rescate financiero (Programa de Apoyo para Activos con Problemas o TARP llevado a cabo por las Administraciones y las sucesivas bajadas de tipos de interés de la Fed y el BCE habrían aliviado los problemas de liquidez de las entidades financieras. Pero éstos no impedirán que los bancos se sigan descapitalizando y necesiten más inyecciones de capital.
Ello, unido al incesante aumento de la deuda externa, contribuirá a que la prima de riesgo aumente y el crédito siga sin fluir con normalidad a unos tipos de interés reales. Lo cual, sumado al hecho de que los diferenciales de rentabilidad entre las emisiones de deuda pública entre los diversos países del primer mundo han aumentado en los últimos meses -esto conlleva un encarecimiento y mayores dificultades para obtener financiación exterior- y la reducción de las exportaciones de los países emergentes, como consecuencia de la severa constricción del comercio mundial, podría provocar el estancamiento de las economías occidentales en el 2014. Se asistiría, pues, a la enésima corrección a la baja de las optimistas previsiones del FMI para la economía mundial en el 2014, que estimaba tasas de crecimiento positivas del 1,4% para la Eurozona; del 2, 8 % para EE.UU. y del 3,7% para el conjunto del PIB mundial.
Si a ello le sumamos el riesgo latente de un default controlado de los países periféricos europeos (Grecia, Portugal, Italia y España), las dudas sobre la capacidad de endeudamiento de Estados Unidos, el estallido de la burbuja inmobiliaria en China (la inversión enfocada en el sector inmobiliario aumentó un 23% en el 2013, por lo que los expertos estiman que de producirse dicho crash causaría un impacto a nivel global diez veces superior al que provocó el colapso del emirato petrolero de Dubai), la existencia de factores geopolíticos desestabilizadores (Siria, Irán, Libia, Ucrania, Corea del Norte) y el regreso de la especulación en las commodities agrícolas de la mano de los fondos de inversión podría producir una psicosis vendedora y originar un nuevo crack bursátil en el 2014.
Dicho estallido tendría como efectos benéficos el obligar a las compañías a redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar sus finanzas y restablecer su crédito ante el mercado y, como daños colaterales, la ruina de millones de pequeños inversores todavía deslumbrados por las luces de la estratósfera, la inanición financiera de las empresas y el consecuente efecto dominó en la declaración de quiebras.
Seguir en
@germngorraiz
Sobre Germán Gorraiz López
Desarrolla análisis relativos a temas económicos y geopolítica. Publica regularmente en su blog "Los Restos del Naufragio". Reside en Navarra, España.