INTERNACIONALES : MIKE GONZALEZ

El 'Twitter cubano' y el bloqueo informativo de La Habana

Los ciudadanos cubanos han vivido en una isla desértica en lo que a información se refiere, durante más de cincuenta años.

14 de Abril de 2014
Los ciudadanos cubanos han vivido en una isla desértica en lo que a información se refiere, durante más de cincuenta años. Diez millones de personas -alguna vez parte de una vibrante población del globo, siempre a tono con el mundo y contribuyendo con aquél, recibiendo información- fueron eliminados de ese circuito informativo poco después de que Fidel Castro tomara el poder en 1959. Que el mundo haya hecho poco para ayudarlos, luego de décadas de opresión, es un atropello.
 
Lo que no es un atropello es que la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) haya intentado, cuatro años atrás, eludir la censura comunista en Cuba, implementando una red de mensajería de texto a la cual los cubanos pudieran acceder. Esta suerte de 'Twitter cubano' representó una luz de esperanza que debiera ser celebrada.
 
Pero eso no fue precisamente lo que sucedió desde la agencia de noticias Associated Press y otros espectros que han criticado la iniciativa por irregular. AP atacó a la red USAID la pasada semana, desde el título 'Estados Unidos crea secretamente un Twitter cubano para fogonear conmoción social'. Esta semana, el senado de EE.UU. hizo su entrada en escena, a partir de una audiencia en la que el Partido Demócrata se ocupó de la agencia. Resulta extraño que periodistas y legisladores cuyo intercambio depende del libro flujo de la información echen mano de la histeria cuando a la ciudadanía cubana se le brinda libre acceso entre ellos y el mundo exterior. Concentrémonos, sin embargo, en por qué las acciones de USAID deben ser aplaudidas, lejos de ser denigradas.
 
Los cubanos no cuentan con una prensa independiente. Los tres grandes periódicos nacionales y las ocho estaciones de televisión se encuentran bajo control del Partido Comunista local. Solo el 5% de los ciudadanos cubanos dispone de acceso irrestricto al Internet, de acuerdo con el think tank Freedom House. Y éste 5% es, presumiblemente, el porcentaje con que el régimen cree poder contar de su parte.
 
Lo que a los cubanos les sobra, en otras palabras, es propaganda castrista durante las 24 horas del día, todos los días de cada semana. Y la razón es muy sencilla: como sucede con todo Estado totalitario, el comunismo no puede sobrevivir si tiene lugar un libre flujo de ideas. Si los pueblos bajo el comunismo fueran expuestos a puntos de vista alternativos, ni siquiera el más despiadado Estado policial podría controlarlos.
 
El senador estadounidense Marco Rubio (Republicano, por Florida) lo explicó sucintamente en un evento sobre el acceso al Internet y Cuba, en donde la Fundación Heritage ofició de anfitriona junto a Google, Inc., dos años atrás: 'El régimen se muestra preocupado a la hora de compartir información, porque no puede sobrevivir a ella'.
 
Los gobiernos comunistas se ven obligados a depender de un mix de terrorismo de Estado, bloqueo de la información y recurrente propaganda. No es coincidencia que los ciudadanos cubanos compartan su destino con el de sus pares norcoreanos y chinos, cuyos países también prohíben a la prensa independiente. Como tampoco remite a coincidencias que el Partido Comunista en Pekín se encuentre ocupado en atropellar los últimos resquicios de prensa libre, imponiendo presión sobre los banqueros para detener el flujo publicitario hacia el último periódico verdaderamente libre, el Apple Daily.
 
Y sé muy bien de lo que estoy hablando: hoy, doy por sentado el ámbito en el que vivo, enriquecido con información, y el hecho de que conduzco hacia mi empleo a diario todas las mañanas mientras sintonizo NPR (National Public Radio) o C-SPAN. También, el hecho de que mi oficina cuenta con dos pantallas planas; una en la cual he tipeado el presente artículo, y la otra dedicada enteramente a TweetDeck, al que considero mi servicio de noticias personal.
 
Pero, de niño, no fui tan afortunado; como tampoco lo fue mi padre. Como joven cubano en los años sesenta, fui testigo de cómo él se acurrucaba en las noches en torno de la radio de onda corta obtenida previo a la llegada de los Castro; aparato a través del cual él recibía información desde el exterior. Acercaba su oído a la radio, por cuanto debía mantener el nivel de volumen bajo: de otro modo, podía haber sido escuchado por algún vecino, luego delatado y, finalmente, arrestado de manera instantánea. Ser dueño de ese dispositivo era ilegal, de tal suerte que lo ocultábamos durante el día.
 
Pero incluso mi padre era afortunado en alguna forma: él podía emplear su radio para despotricar contra el régimen del dictador Fulgencio Batista, durante los años cuarenta. Por supuesto, mi abuelo solía evitar a los matones de Batista de tanto en tanto. Incluso, en cierta oportunidad, aquéllos lo forzaron a beber una botella de combustible de avión solo para intimidarlo.
 
En tiempos del castrismo, mi padre no debía recurrir al 'lujo' de su propio padre. El no contaba con medios independientes que pudiera usar para comunicarse con miles o incluso con millones de otros ciudadanos cubanos. Si papá se hubiese dirigido a la puerta de nuestra casa para expresar al aire libre sus pensamientos, hubiese sido oído no solo por un puñado de personas; con toda probabilidad, hubiera sido puesto bajo arresto, e incluso podían haberle disparado.
 
La diferencia entre las tres generaciones de mi familia es la diferencia entre los regímenes autoritarios y la libertad. Hoy, Venezuela se caracteriza por tener manifestantes en sus calles, porque aún queda allí algún vestigio de periodismo independiente. Si su gobierno autoritario abundante en matones tiene éxito en aplastar esa rebelión, luego intentará convertir a Venezuela en una versión de Cuba y Corea del Norte.
 
Y es precisamente ese tipo de control totalitario del control del flujo de ideas que la agencia estadounidense USAID intenta eludir. El organismo estuvo intentando ofrecer a los ciudadanos cubanos acceso a las ideas del resto del mundo y, más importante, la posibilidad de comunicarse el uno con el otro.
 
¿Es eso subversivo? Sí; presumo que lo fue. Pero, ¿se trató de una acción noble? Por supuesto; y muy noble. Que diez millones de cubanos deban padecer hoy idéntico destino que mi padre cincuenta años atrás, es una tragedia.
 




Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://blog.heritage.org/2014/04/12/bringing-free-flow-communication-cuba/. Originalmente publicado en The National Review Online.
 
Foto de portada: Cristina Fernández de Kirchner y Fidel Castro. Crédito: Diario Excelsior, México.
 
 
Sobre Mike González

Es vicepresidente de comunicaciones en la Fundación Heritage (Washington, D.C.), y periodista con veinte años de trayectoria, habiendo reportado desde Europa y Asia. Durante la Administración del ex presidente estadounidense George W. Bush, asistió en temas fiscales y de política exterior en audiencias dentro de Estados Unidos y en el exterior, inicialmente en la Securities and Exchange Commission (SEC) y luego en el Departamento de Estado.