Sudáfrica: desperdiciando el legado de Nelson Mandela
A veinte años de vivir en democracia, la Sudáfrica post-apartheid realizó elecciones generales esta semana...
13 de May de 2014
A veinte años de vivir en democracia, la Sudáfrica post-apartheid realizó elecciones generales esta semana. Como era de esperar, el partido del difunto Nelson Mandela, quien liberó al país del régimen autoritario racista, el Congreso Nacional Africano (CNA), ganó fácilmente. Pero no todo va bien en la nación admirada por el resto del continente, ni está del todo claro hacia dónde se encamina.
Sin lugar a dudas, la transición a la democracia, que evitó el derramamiento de sangre y más bien buscó la conciliación y el respeto a los derechos de los individuos de todas las razas, fue producto de la fuerza moral de Mandela, e inspiró a la incipiente democratización en la Africa subsahariana. Sudáfrica exhibe una Constitución que resguarda una amplia gama de libertades civiles y establece pesos y contrapesos en el sistema político, así como la separación de poderes. La organización Freedom House con razón categoriza de libre al país.
La entendible popularidad del CNA, sin embargo, ha contribuido a su creciente monopolización de poder y a un ambiente hostil al sector privado. Como observa Tony Leon, destacado enemigo del apartheid y ex líder del partido de oposición Alianza Democrática, en la liberación de Sudáfrica, a diferencia de la de Europa del Este, los comunistas no fueron considerados los opresores, sino los aliados de los liberadores.
Esa identificación parece haber afectado la actitud del gobierno respecto a la economía y la manera de gobernar. Sudáfrica sí amplió, por ejemplo, su libertad económica después del apartheid pero, de acuerdo al Fraser Institute, continúa mostrando una economía reprimida y ya existen siete países africanos subsaharianos que gozan de economías más libres. En los últimos quince años, el CNA ha colocado a sus partidarios en los puestos claves del Estado. Tanto así que el luchador anti-apartheid Barney Pityana se quejó recientemente que 'el partido ha hecho de su identidad y la del Estado una sola'.
En la práctica, después de inicialmente incrementar las libertades económicas, civiles y políticas, el CNA optó por la redistribución, la regulación y el crecimiento del Estado en lugar de nutrir políticas que favorecen al crecimiento. Esas políticas han sido acompañadas por leyes que imponen preferencias raciales (a favor de los negros) en el sector público y privado y por una política exterior que menosprecia los derechos humanos y ampara a dictaduras como las de Zimbabwe, China o Cuba.
El desempeño económico y social ha sido mediocre o pobre. El crecimiento económico per cápita en la era democrática, por ejemplo, ha sido de solo 1,5%. El desempleo ha aumentado a 36%. La corrupción se ha disparado (el presidente Zuma, por ejemplo, se construyó una casa privada que costó más de US$20 millones, provocando un escándalo y saliendo impune). Los niveles de delincuencia son altísimos. En los últimos cinco años, las protestas violentas en contra del gobierno han incrementado marcadamente y promedian de cuatro a cinco por día.
Ante estas realidades, Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz, declaró hace poco: 'No pensé que iba haber una desilusión tan temprano. Estoy contento de que [Nelson Mandela] está muerto', así como otros líderes anti-apartheid que no podrán presenciar a qué ha llegado el país. Declaró además que no votaría por el CNA.
La desilusión con una democracia cada vez más disfuncional y corrupta en un país rico de recursos ha empezado y tiene sus paralelos con la Venezuela antes de Chávez. De hecho, uno de los fenómenos políticos de estas elecciones es el surgimiento del joven Julius Malema, quien lidera un partido de la extrema izquierda y dice sin tapujos que admira a Hugo Chávez y a Robert Mugabe, dictador de Zimbabwe. Malema obtuvo un 6% de los votos.
Sudáfrica todavía puede retomar un buen camino, pero debe comenzar ya.
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@VasquezIan
Sobre Ian Vásquez
Ian Vásquez es el director del Centro para la Libertad y Prosperidad Global de Cato Institute. Es miembro de la Sociedad Mont Pelerin y ha sido nombrado como miembro por este período del Consejo de Relaciones Exteriores. Sus artículos son publicados también en el sitio web en español del Instituto Cato.