El arlequín
No es novedad que, en política -en la Argentina y en el resto del mundo- el fin interesa más que los medios a la hora de llegar...
20 de May de 2014
No es novedad que, en política -en la Argentina y en el resto del mundo- el fin interesa más que los medios a la hora de llegar. El punto de llegada parece resumirse en un solo objetivo: el poder, con todo lo que ello implica. Aquel que repase la carrera de cualquier dirigente sub-45 posicionado en las gateras podría toparse con sorpresas. Emerge la pregunta inexorable: ¿es acaso inevitable 'prostituírse' con miras a alcanzar el objetivo? ¿O es posible, para el aspirante, llegar siendo fiel a sus principios ideológicos y a su honestidad intelectual?
El nombre de moda de la actualidad es Sergio Tomás Massa, de quien El Ojo Digital ya supo ocuparse hace ya algunos años. El presente impone regresar sobre su historia en detalle, evaluando la actitud recurrente que los argentinos tienen de repetir la historia -'sacar un clavo con otro clavo', dirán algunos. Pero sin perder de vista que suelen ser los grandes medios los que instalan a ciertos dirigentes, buscando imponerle a la sociedad el carácter o mote de 'presidenciables'. Entre líneas, numerosos analistas dan ya por hecho que la carrera hacia 2015 se dirimirá entre Mauricio Macri, Sergio Massa y Daniel Scioli. Quedando margen y espacio para sospechar que tanto uno como otro pudieron hacer algún tipo de acuerdo con, por ejemplo, el Grupo Clarín o con el diario La Nación. Somos, los argentinos, protagonistas de una sociedad conyugal cuyos integrantes ya no se toleran pero que, por alguna razón íntima y desconocida, no consolidan su proceso de divorcio. Al cierre, cuando el desgaste se presenta intolerable, la resolución arremete por sí sola, y de la peor manera. Recuérdese -por ejemplo- el caso de la convertibilidad, durante mucho tiempo sostenida por la credibilidad otorgada por el ciudadano de a pie, y luego finiquitada. El kirchnerismo fue hijo de aquella crisis. Sergio Massa -imposible negarlo- es hijo del kirchnerismo-cristinista y de un sistema político que se resiste a llegar a su fin. El tema es comprenderlo. Y asimilarlo.
El ahora ex intendente de Tigre dio inicio a su carrera política en la vieja UCeDé, para luego revistar en las filas del justicialismo menemista; transcurrían los tiempos del romance entre el ex partido de Alvaro Alsogaray y el gobierno de Carlos Saúl Menem. Su mentor en el pejotismo fue nada menos que el sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo. Massa trabajó para la frustrada candidatura presidencial del cantante Ramón 'Palito' Ortega, para luego cobijarse bajo el alada del ex caudillo lomense Eduardo Duhalde de la mano de su suegro, el ex secretario de Deportes menemista, Fernando Galmarini. Así fue como el líder del Frente Renovador aterrizó en la jefatura de la ANSES en la era duhaldista, cargo que continuó ocupando durante el gobierno de Néstor Carlos Kirchner. Relatan las malas lenguas que Massita jamás fue hincha de Tigre, sino de Chacarita Juniors, por cuanto nación en la localidad de San Martín. Pero terminó viendo en el municipio de Tigre una oportunidad para obsequiarse un 'territorio propio', y hacia allí fue: se desempeñó como presidente del club de fútbol local, cuyo tesorero era nada menos que Amado Boudou; luego llegó a la intendencia tigrense (sentado sobre los logros de su antecesor Ricardo Ubieto), ostentando ese cargo hasta el momento de ser elegido Diputado Nacional en las Legislativas celebradas en octubre de 2013. Rompería luego con el Kirchnerismo y armaría su propio sello, hoy conocido como 'Frente Renovador'. Previo a eso, había sido -brevemente- Jefe de Gabinete de la Presidente Cristina Fernández y candidato testimonial a legislador por el Frente Para la Victoria en 2009. A raíz de esta recordada derrota, fogoneó la constitución del 'Grupo de los Ocho', una suerte de híbrido donde recalaban alcaldes en ejercicio de la Provincia de Buenos Aires -entre ellos, figuraba Pablo Bruera, recordado por pavonearse en las arenas brasileñas mientras la Ciudad de las Diagonales chapoteaba en medio de la peor inundación de su historia, en la Semana Santa de 2013. Este conglomerado de intendentes estaba integrado por personalidades sub-40, que flotando en un eje equidistante entre el oficialismo y la oposición. Tras la desaparición física de Néstor Kirchner, Massa -veloz de reflejos-, lo disolvió y apostó por Cristina.
Massa arrancó su campaña con vistas a los comicios de 2013 diciendo absolutamente nada. Al percibir que la diferencia con el candidato K -Martín Insaurralde- se reducía, reorientó su retórica hacia las críticas contra el Gobierno Nacional. En la hora actual, de caída libre de la credibilidad de la Administración Fernández de Kirchner, el del Frente Renovador ajusta su discurso desde la viveza del reclamo sobre el impuesto a las Ganancias y otras temáticas -precisamente, lo que el público quiere oír, y lo que la Casa Rosada se ve imposibilitada de hacer. Sergio Massa optó por rodearse de referentes económicos de relativo peso específico, como ser Aldo Pignaneli, Martín Redrado, Ricardo Delgado, o Miguel Peirano. Asimismo, parece esforzarse para sumar a su espectro un puñado de personajes cuando menos polémicos -Barrionuevo o Raúl Othacehé, ex furibundo kirchnerista y actual jefe comunal del empobrecido Merlo-. El periodista Jorge Lanata ya había invertido tiempo de investigación en Othacehé en su ciclo Periodismo Para Todos (PPT), en donde daba cuenta del salvajismo del que el intendente echa mano para emprenderla contra la oposición en su distrito. Othacehé no se caracteriza por reprimir con la AFIP o ARBA -conforme lo impone el modus operandi del kirchnerismo-: directamente, prefiere moler a palos a sus adversarios. En 1994, un consejero escolar local que había denunciado maniobras de desvío de fondos en el Consejo, perdió la vida en un extraño accidente de tránsito, junto con su chofer. En aquel bizarro capítulo, las investigaciones remitieron a la identidad de Zulema, hermana del intendente, en su momento despedida de su cargo en el municipio por el propio Othacehé; razón que los llevó a interrumpir todo contacto durante años (aunque esa relación parece haberse reestablecido).
Fuentes consultadas de primera mano y que poseen un registro notable sobre el entorno de Raúl Othacehé invitan a considerar la supuesta adquisición de un inmueble radicado en el estado americano de Florida; la sociedad en control del bien fue oportunamente anotado como Seahorse Assetts, Llc., con domicilio en el 944 de Meridian Avenue (ver documento en formato PDF en http://bit.ly/1ocp9Da). Llamativamente, la propiedad coincide con la identidad de quien sería sobrina del jefe comunal de Merlo, Florencia Daud -hija de Zulema. Las mismas fuentes conmemoran que los bienes del socio político de Sergio Massa en los Estados Unidos de América son la punta del ovillo en una operación fraudulenta que exhibía por fin estafar a turistas extranjeros en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cobrándoles adelantos por el alquiler de departamentos inexistentes. Los damnificados eran forzados a abonar cifras in situ por adelantado; y los arrendatarios luego desaparecían. La propia Florencia Daud sería la cara visible de la referida operación. Otro inefable protagonista en la estructura de Othacehé -y, por ende, del espectro massista- es el ex comisario Osvaldo Seisdedos. Elemento que supo ganarse un profundo desprecio de parte de la familia de la Policía Bonaerense, y a quien también se sindica como fanático de los aviones (sería dueño de, como mínimo, uno). Seisdedos brinda servicios privados de 'seguridad', aunque hoy resulta obvio certificar que se ha vuelto moneda corriente que referentes y candidatos cuenten con allegados de confianza que les provean información de inteligencia sobre aliados y rivales políticos. La provisión de 'seguridad' coincide con el eufemismo de oportunidad. Sirve apuntar que los intereses ocultos de Othacehé no parecen sintonizar con las preocupaciones recurrentes de un segmento mayoritario de columnistas dominicales, que ya venían sindicando al Teniente General César Milani como responsable de la ejecución de tareas de espionaje en perjuicio de periodistas y opositores políticos a Balcarce 50. ¿Qué clase de funesta ingeniería están pergeñando los socios de Tigre?
Los propios colaboradores de Sergio Tomás Massa comentan por lo bajo que es el ex intendente de Tigre quien tiene la última palabra al momento de definir a quiénes acercarse. Los mismos insisten en que el apego especial de Massa por dignatarios con credibilidad escasa o nula como Alberto Fernández, Felipe Solá, Alberto Roberti, Mónica López o el propio Othacehé son decisiones tomadas por él mismo -aunque no muchos comprendan la racionalidad inherente a mostrarse en tales compañías. La excusa compartida por Massita es que sus nuevos amigos 'traen votos' y que 'hay que sumar' (de este pálido argumento parece emerger el signo '+', popularizado en la gráfica de campaña del Frente 'Renovador'). Y, precisamente, aquí reposa la proverbial piedra sobre la que los argentinos tienen acostumbrado tropezar, una y otra vez. Es el cambio, 'para que nada cambie'. Quienes creían que el menemismo representaba a la corrupción en su cénit, es porque aún no existía un kirchnerismo -o un cristinismo- con el cual efectuar comparaciones. En definitiva, lo cierto es que nada auspicia un futuro generoso ni halagüeño de cara a lo que el massismo podría traerse bajo el brazo.
En la Italia del siglo XVI, cierto personaje de la denominada Comedia del Arte disfrutó de un apogeo sin igual: se trataba de la figura del arlequín, una especie de bufón. El arlequín portaba una máscara negro azabache, tan emblemática como siniestra, que signaba un resumen perfecto de su personalidad: astuto y necio; intrigante e indolente; sensual y grosero; brutal y cruel, ingenuo y solemne. Trepados al escenario, estos chillones personajes resultaban inofensivos. Pero nunca falta quien se esfuerza por ofrecerles un papel protagónico. Nuestra patria abunda en ejemplos.
El nombre de moda de la actualidad es Sergio Tomás Massa, de quien El Ojo Digital ya supo ocuparse hace ya algunos años. El presente impone regresar sobre su historia en detalle, evaluando la actitud recurrente que los argentinos tienen de repetir la historia -'sacar un clavo con otro clavo', dirán algunos. Pero sin perder de vista que suelen ser los grandes medios los que instalan a ciertos dirigentes, buscando imponerle a la sociedad el carácter o mote de 'presidenciables'. Entre líneas, numerosos analistas dan ya por hecho que la carrera hacia 2015 se dirimirá entre Mauricio Macri, Sergio Massa y Daniel Scioli. Quedando margen y espacio para sospechar que tanto uno como otro pudieron hacer algún tipo de acuerdo con, por ejemplo, el Grupo Clarín o con el diario La Nación. Somos, los argentinos, protagonistas de una sociedad conyugal cuyos integrantes ya no se toleran pero que, por alguna razón íntima y desconocida, no consolidan su proceso de divorcio. Al cierre, cuando el desgaste se presenta intolerable, la resolución arremete por sí sola, y de la peor manera. Recuérdese -por ejemplo- el caso de la convertibilidad, durante mucho tiempo sostenida por la credibilidad otorgada por el ciudadano de a pie, y luego finiquitada. El kirchnerismo fue hijo de aquella crisis. Sergio Massa -imposible negarlo- es hijo del kirchnerismo-cristinista y de un sistema político que se resiste a llegar a su fin. El tema es comprenderlo. Y asimilarlo.
El ahora ex intendente de Tigre dio inicio a su carrera política en la vieja UCeDé, para luego revistar en las filas del justicialismo menemista; transcurrían los tiempos del romance entre el ex partido de Alvaro Alsogaray y el gobierno de Carlos Saúl Menem. Su mentor en el pejotismo fue nada menos que el sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo. Massa trabajó para la frustrada candidatura presidencial del cantante Ramón 'Palito' Ortega, para luego cobijarse bajo el alada del ex caudillo lomense Eduardo Duhalde de la mano de su suegro, el ex secretario de Deportes menemista, Fernando Galmarini. Así fue como el líder del Frente Renovador aterrizó en la jefatura de la ANSES en la era duhaldista, cargo que continuó ocupando durante el gobierno de Néstor Carlos Kirchner. Relatan las malas lenguas que Massita jamás fue hincha de Tigre, sino de Chacarita Juniors, por cuanto nación en la localidad de San Martín. Pero terminó viendo en el municipio de Tigre una oportunidad para obsequiarse un 'territorio propio', y hacia allí fue: se desempeñó como presidente del club de fútbol local, cuyo tesorero era nada menos que Amado Boudou; luego llegó a la intendencia tigrense (sentado sobre los logros de su antecesor Ricardo Ubieto), ostentando ese cargo hasta el momento de ser elegido Diputado Nacional en las Legislativas celebradas en octubre de 2013. Rompería luego con el Kirchnerismo y armaría su propio sello, hoy conocido como 'Frente Renovador'. Previo a eso, había sido -brevemente- Jefe de Gabinete de la Presidente Cristina Fernández y candidato testimonial a legislador por el Frente Para la Victoria en 2009. A raíz de esta recordada derrota, fogoneó la constitución del 'Grupo de los Ocho', una suerte de híbrido donde recalaban alcaldes en ejercicio de la Provincia de Buenos Aires -entre ellos, figuraba Pablo Bruera, recordado por pavonearse en las arenas brasileñas mientras la Ciudad de las Diagonales chapoteaba en medio de la peor inundación de su historia, en la Semana Santa de 2013. Este conglomerado de intendentes estaba integrado por personalidades sub-40, que flotando en un eje equidistante entre el oficialismo y la oposición. Tras la desaparición física de Néstor Kirchner, Massa -veloz de reflejos-, lo disolvió y apostó por Cristina.
Massa arrancó su campaña con vistas a los comicios de 2013 diciendo absolutamente nada. Al percibir que la diferencia con el candidato K -Martín Insaurralde- se reducía, reorientó su retórica hacia las críticas contra el Gobierno Nacional. En la hora actual, de caída libre de la credibilidad de la Administración Fernández de Kirchner, el del Frente Renovador ajusta su discurso desde la viveza del reclamo sobre el impuesto a las Ganancias y otras temáticas -precisamente, lo que el público quiere oír, y lo que la Casa Rosada se ve imposibilitada de hacer. Sergio Massa optó por rodearse de referentes económicos de relativo peso específico, como ser Aldo Pignaneli, Martín Redrado, Ricardo Delgado, o Miguel Peirano. Asimismo, parece esforzarse para sumar a su espectro un puñado de personajes cuando menos polémicos -Barrionuevo o Raúl Othacehé, ex furibundo kirchnerista y actual jefe comunal del empobrecido Merlo-. El periodista Jorge Lanata ya había invertido tiempo de investigación en Othacehé en su ciclo Periodismo Para Todos (PPT), en donde daba cuenta del salvajismo del que el intendente echa mano para emprenderla contra la oposición en su distrito. Othacehé no se caracteriza por reprimir con la AFIP o ARBA -conforme lo impone el modus operandi del kirchnerismo-: directamente, prefiere moler a palos a sus adversarios. En 1994, un consejero escolar local que había denunciado maniobras de desvío de fondos en el Consejo, perdió la vida en un extraño accidente de tránsito, junto con su chofer. En aquel bizarro capítulo, las investigaciones remitieron a la identidad de Zulema, hermana del intendente, en su momento despedida de su cargo en el municipio por el propio Othacehé; razón que los llevó a interrumpir todo contacto durante años (aunque esa relación parece haberse reestablecido).
Fuentes consultadas de primera mano y que poseen un registro notable sobre el entorno de Raúl Othacehé invitan a considerar la supuesta adquisición de un inmueble radicado en el estado americano de Florida; la sociedad en control del bien fue oportunamente anotado como Seahorse Assetts, Llc., con domicilio en el 944 de Meridian Avenue (ver documento en formato PDF en http://bit.ly/1ocp9Da). Llamativamente, la propiedad coincide con la identidad de quien sería sobrina del jefe comunal de Merlo, Florencia Daud -hija de Zulema. Las mismas fuentes conmemoran que los bienes del socio político de Sergio Massa en los Estados Unidos de América son la punta del ovillo en una operación fraudulenta que exhibía por fin estafar a turistas extranjeros en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cobrándoles adelantos por el alquiler de departamentos inexistentes. Los damnificados eran forzados a abonar cifras in situ por adelantado; y los arrendatarios luego desaparecían. La propia Florencia Daud sería la cara visible de la referida operación. Otro inefable protagonista en la estructura de Othacehé -y, por ende, del espectro massista- es el ex comisario Osvaldo Seisdedos. Elemento que supo ganarse un profundo desprecio de parte de la familia de la Policía Bonaerense, y a quien también se sindica como fanático de los aviones (sería dueño de, como mínimo, uno). Seisdedos brinda servicios privados de 'seguridad', aunque hoy resulta obvio certificar que se ha vuelto moneda corriente que referentes y candidatos cuenten con allegados de confianza que les provean información de inteligencia sobre aliados y rivales políticos. La provisión de 'seguridad' coincide con el eufemismo de oportunidad. Sirve apuntar que los intereses ocultos de Othacehé no parecen sintonizar con las preocupaciones recurrentes de un segmento mayoritario de columnistas dominicales, que ya venían sindicando al Teniente General César Milani como responsable de la ejecución de tareas de espionaje en perjuicio de periodistas y opositores políticos a Balcarce 50. ¿Qué clase de funesta ingeniería están pergeñando los socios de Tigre?
Los propios colaboradores de Sergio Tomás Massa comentan por lo bajo que es el ex intendente de Tigre quien tiene la última palabra al momento de definir a quiénes acercarse. Los mismos insisten en que el apego especial de Massa por dignatarios con credibilidad escasa o nula como Alberto Fernández, Felipe Solá, Alberto Roberti, Mónica López o el propio Othacehé son decisiones tomadas por él mismo -aunque no muchos comprendan la racionalidad inherente a mostrarse en tales compañías. La excusa compartida por Massita es que sus nuevos amigos 'traen votos' y que 'hay que sumar' (de este pálido argumento parece emerger el signo '+', popularizado en la gráfica de campaña del Frente 'Renovador'). Y, precisamente, aquí reposa la proverbial piedra sobre la que los argentinos tienen acostumbrado tropezar, una y otra vez. Es el cambio, 'para que nada cambie'. Quienes creían que el menemismo representaba a la corrupción en su cénit, es porque aún no existía un kirchnerismo -o un cristinismo- con el cual efectuar comparaciones. En definitiva, lo cierto es que nada auspicia un futuro generoso ni halagüeño de cara a lo que el massismo podría traerse bajo el brazo.
En la Italia del siglo XVI, cierto personaje de la denominada Comedia del Arte disfrutó de un apogeo sin igual: se trataba de la figura del arlequín, una especie de bufón. El arlequín portaba una máscara negro azabache, tan emblemática como siniestra, que signaba un resumen perfecto de su personalidad: astuto y necio; intrigante e indolente; sensual y grosero; brutal y cruel, ingenuo y solemne. Trepados al escenario, estos chillones personajes resultaban inofensivos. Pero nunca falta quien se esfuerza por ofrecerles un papel protagónico. Nuestra patria abunda en ejemplos.
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@PortaluppiPablo
Sobre Pablo Portaluppi
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.