Boudou: triste y taciturno
El caso de la ex Ciccone tomó estado público allá por febrero de 2012, cuando Laura Muñoz declaró que su ex marido Alejandro Vandenbroele era el testaferro de Amado Boudou...
29 de May de 2014
El caso de la ex Ciccone tomó estado público allá por febrero de 2012, cuando Laura Muñoz declaró que su ex marido Alejandro Vandenbroele era el testaferro de Amado Boudou, por entonces flamante Vicepresidente de la Nación. Vandenbroele, registrado ante la AFIP como monotributista en una categoría baja, presidía la firma 'The Old Fund', que se había hecho cargo del salvataje de la imprenta Ciccone Calcográfica. La compañía había ingresado un proceso de quiebra en 2004, para aterrizar en 2010 con pasivos de cientos de millones de pesos y con su planta paralizada. El abandono inicial de Muñoz resignificó el auspicioso ingreso de Ciccone en los medios de comunicación.
En julio de ese año, la AFIP pidió el concurso de Ciccone, reclamándole una deuda de más de 200 millones de pesos. Algo de sesenta días más tarde, la justicia levantó la quiebra. Ya en noviembre de 2010, el organismo recaudador terminaría otorgándole un inédito plan de facilidades desde el cual hacer frente a su pasivo con el fisco -el programa involucraba doce años de gracia y una tasa del 0,5% mensual. En medio del laberíntico y barroco proceso, las huellas del Vicepresidente impregnaría sus huellas por todas partes. Amén de sus casi probados vínculos con Vandenbroele y Nuñez Carmona -operador subterráneo de la familia Ciccone en el curso de la negociación-, se conoció una misiva escrita por el propio Boudou -a la sazón, Ministro de Economía-, recomendando a Ricardo Echegaray se aprobase el plan de facilidades, en noviembre del año 2010. Siguiendo los procedimientos legales, hizo su aparición en escena José Capdevilla, en aquel momento director de Asuntos Jurídicos de la cartera de Finanzas: éste recomendaba al Vice, a través de un dictamen de tres carillas, no aceptar el programa de cancelación de deuda surgido desde AFIP y puesto a consideración del Ministro, en lo que hoy se evalúa como una hábil maniobra de Echegaray. De todas maneras -y obviando todo consejo-, Boudou firmó.
El Vicepresidente bordea hoy la frontera del procesamiento, mientras que Capdevilla abandonó el país -dicen que se ha radicado en el Uruguay- aduciendo temer por su seguridad personal, y denunciando que tanto él como integrantes de su entorno familiar fueron objetivo de amenazas. La asesoría legal de Boudou ha quedado en mano del letrado Diego Pirota, pero el cerebro del estudio es Darío Richarte, ex “Señor 8” o número dos de la Secretaría de Inteligencia durante la fallida Administración aliancista. De acuerdo a un artículo recientemente publicado por La Nación, en Comodoro Py todo mundo se hace eco de los fluídos contactos que Richarte aún mantiene con el espionaje civil. En tanto los analistas políticos se preguntan si el grotesco compendio de amenazas contra los testigos del Caso Ciccone perfectamente pudo haber sido orquestado por espías profesionales, lo cierto es que Boudou no se ha cuidado de mostrar a Richarte como su fiel defensor legal -algunos calificarían este solo dato como una operación psicológica en descubierto. De manera complementaria, las sospechas emanadas de ámbitos judiciales invitan a considerar que -aún a regañadientes- a la propia Presidente de la Nación le conviene poner a disposición de su Vice todos los medios necesarios, con tal de que el episodio no pase a mayores. En las últimas horas, la alternativa de la eyección del magistrado Ariel Lijo de la causa ha comenzado a levantar vuelo. Y, por cierto, nadie contaba con que la seguidilla de amenazas a testigos materiales del affaire cobrara un notorio estado público.
El comentario es que la relación del espionaje civil con la Casa Rosada no atraviesa el mejor momento, especialmente desde que Sergio Massa se alejó ruidosamente del Frente Para la Victoria, para derrotar al oficialismo en la Provincia de Buenos Aires. El dato conmemora la rabieta de Cristina Kirchner contra la SI, en virtud de que el truculento organismo no supo -o no quiso- anticipar la partida del jefe comunal tigrense. A posteriori, la jefe de Estado depositó en el Teniente General César Milani la responsabilidad de informarle sobre las actuaciones de sus rivales políticos, y algo más. No obstante ello, es sabido que Richarte aún conserva la muñeca política para operar con autosuficiencia, con lo cual se encontraría en óptima posición para asistir en cuestiones legales a su defendido. La inquietud también sobrevuela otras áreas: ¿de dónde han provenido los fondos con los que Amado Boudou pagará los servicios de Richarte?
Citar que el poder corrompe invita a la frase hecha pero, en honor a la verdad, lo cierto es que la adrenalina del poder termina potenciando las virtudes y los defectos de quien lo ostenta. Con respecto a Boudou, basta simplemente con repasar su historia personal en su Mar del Plata adoptiva (llegó a la ciudad balnearia a los 5 años de edad). Los interesados en desmenuzar estos antecedentes a consciencia deberían enfocarse en la quiebra de la firma Venturino S.A., otrora poderosa compañía dedicada a la recolección de residuos. El Vice llegó allí a raíz de su noviazgo con Cecilia, una de las cuatro hijas de Luis Rubén Venturino. En la Feliz, no faltan quienes recuerdan que Aimé llegó a casarse con la mujer, aunque al día de la fecha el dato no pudo confirmarse. La muerte del único hijo varón de Venturino hizo que el patriarca de la familia se entregara al abandono, tomando luego control de la firma los 'yernos'. Años después, Venturino S.A. entró en concurso. Boudou era la persona a cargo de las finanzas del emprendimiento familiar.
Amado Boudou arribó a la Ciudad de Buenos Aires en los albores de los 2000 -“con una mano atrás y otra adelante”, dicen-. ¿Acaso huyó de Mar del Plata, abandonando a su supuesta esposa por la quiebra de Venturino? En tiempo récord, alcanzó la Vicepresidencia de la Nación. En ese tramo, se desmpeñó como empleado de ANSES (espacio donde construyó un sólido vínculo con el entonces titular del órgano, Sergio Massa). Previamente, sería Secretario de Hacienda del Municipio de la Costa, donde no se esforzó en legar el mejor de los recuerdos (de acuerdo con el Honorable Tribunal de Cuentas de la Provincia, se libraron cheques a firmas inexistentes y se abonó a una firma en apariencia fantasma una suma millonaria para la construcción de 486 casas que jamás abandonaron la fase de los planos); retornó a ANSES para ser designado titular, cuando Massa se fue a la Jefatura de Gabinete de Cristina, el 23 de julio de 2008. El 8 de julio de 2009, Aimé fue designado Ministro de Economía. Dos años después, alcanzó el cénit político: en una decisión tomada en la más absoluta soledad, CFK lo designó compañero de fórmula, con miras a edulcorar su segura reelección. En poco más de diez años, Amado Boudou, “Aimé” o “Eme”-sin jamás echar luz sobre los aspectos menos conocidos de su trayectoria-, se aferraba al segundo escalón del poder. Abundaron aquellos que se preguntaban cómo semejante personaje -en compañía de moto y guitarra- podía haber ascendido tan velozmente. Pero, como suele suceder, lo que escala con velocidad suele compartir una caída igualmente rauda; el Caso Ciccone -cualquiera termine siendo su resolución- representa el fin del taciturno Vice.
Por estas horas, es difícil evadir la pregunta del millón: ¿operó Boudou en soledad o cumplía órdenes del matrimonio Kirchner? ¿Es protegido por Balcarce 50, a sabiendas del valioso caudal de información que oculta sobre la familia presidencial, en especial sobre Florencia Kirchner y su extenso registro de gastos en el exterior? ¿Juega, en este punto, la Variable Cirigliano? Las crónicas periodísticas iniciales refieren que Néstor Carlos Kirchner conocía de primera mano lo que sucedía con Ciccone; la Presidente solo tomó nota del caso cuando éste echó abajo las puertas de las redacciones en los grandes diarios. El propio Vice lo diría, poco tiempo atrás: 'Fue a pedido de Néstor'. ¿Acaso no sería lícito suponer que Boudou aprovechó la oportunidad para quedarse con un negocio multimillonario? Si existió traición, y muchos de estos capítulos se escribieron a espaldas del fallecido ex mandatario, esta alternativa no entraría en conflicto con lo actuado por Aimé en Mar del Plata.
Como fuere, la causa judicial de referencia destila desprolijidad y torpeza por doquier, ya se trate de evidente negligencia o de una acentuada sensación de impunidad. Todavía resuenan las palabras veritdas por el entonces flamante Vicepresidente, cuando expresara ante intendentes aliados al FPV que él estaba llamado a cumplir el mismo rol que el desempeñado por Néstor Kirchner durante el primer gobierno de Cristina. Aimé debe haber estimado que alcanzó la cima gracias a sus propios méritos. No fue necesario esperar demasiado tiempo para que la realidad le hiciera comprender cuán equivocado estaba.
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@PortaluppiPablo
Sobre Pablo Portaluppi
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.