Jaque a la Dama
En el tablero de ajedrez de la política nacional, dos jugadas trágicas efectuadas por la Justicia...
01 de Junio de 2014
'Para que la maldad florezca, sólo hace falta que la gente buena no haga nada' (Edmund Burke)
En el tablero de ajedrez de la política nacional, dos jugadas trágicas efectuadas por la Justicia han puesto a la Reina en jaque. Uno de ellos fue la fuerte repercusión que tuvo la denuncia de las Diputadas Laura Alonso y Patricia Bullrich, que formularon tan pronto se enteraron que el Gobierno, con la imprescindible colaboración de la Sala I de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal, integrada por los jueces Freiler, Farah y Ballesteros, pretendía desplazar al Juez de la instrucción de la causa Ciccone, en la que Boudou está tan comprometido. La trascendencia pública de esa intención y la torpeza nacida de la sensación de impunidad con que actúa el Gobierno desató la rápida movida del Dr. Ariel Lijo, que llamó inmediatamente al Vicepresidente y a sus cómplices a prestar declaración indagatoria y, con ello, abortó la jugada que debía culminar con su corrimiento y la consecuente nulidad de gran parte de su investigación.
Como quien ha seguido mis notas sabe, siempre he sostenido que es imposible que Amado Boudou, miembro principal de un gobierno en el que sus funcionarios piden permiso antes de responder a un saludo, sea el único autor de la maniobra para apoderarse, en beneficio propio, de la fábrica de billetes y documentos. Sólo don Néstor Kirchner (q.e.p.d.), originalmente, y luego su noble viuda son los verdaderos nuevos dueños de la imprenta; si quiere pruebas mayores, recuerde que nadie se presentó a reclamar el precio de la oportuna “estatización” de Ciccone y que, por defender al Vicepresidente, Cristina no dudó en desplazar a un juez, a un fiscal y hasta en echar al Procurador Esteban Righi, un histórico camporista que compartió los ideales de la “juventud maravillosa” de los años setenta, tan elegida por ellos para sostener y heredar el “relato”.
¿Nadie se pregunta, especialmente el Congreso, por qué no se expropiaron, conjuntamente con las de Repsol, las acciones de los Eskenazi en YPF? Esta familia de banqueros, que desconoce por completo el negocio del petróleo, constituyó una sociedad en Australia, a cuyo nombre están esas acciones, y cuyos verdaderos titulares son desconocidos. A la luz de los inexplicables beneficios que contuvo su ingreso en la petrolera –préstamos de los vendedores para financiar la compra y cesión de la administración total a quien sólo tenía una proporción menor de la compañía-, ¿cabe alguna duda que quienes aparecieron comprando el 25% de la empresa eran meros testaferros de don Néstor (q.e.p.d.)? Antonio Brufau, que de tonto no tiene un pelo, describió a los adquirentes como “expertos en trabajar en mercados regulados”, y lo dejó asentado en el contrato de compraventa.
Lo mismo sucede con Cristóbal López, el zar de la devastadora industria del juego en la Argentina. Si los Kirchner no son, al menos, socios de los casinos, ¿cómo se explica que Néstor haya firmado un decreto de necesidad y urgencia al final de su mandato para prorrogar por décadas las concesiones a cambio de “obligar” a López a instalar más tragamonedas, invocando la necesidad de satisface la “demanda lúdica”?
El otro ingrediente de la indigesta dieta que tuvo que tragar la Presidente fue la confirmación, por la Justicia suiza, de los giros de plata sucia que Lázaro Báez, otro testaferro de los Kirchner y socio en los papeles, efectuó desde Panamá, denunciados aquí por los legisladores Ocaña y Garrido, e informados públicamente por el procesado Sebastián Elaskar en el programa de Jorge Lanata. Pese a que el Juez Casanello continúa intentando “marear la perdiz”, ya le va resultando imposible mantener al patagónico fuera de la causa y, a corto plazo, no le quedará más remedio que procesarlo. Entonces, se habrá confirmado el jaque a la Dama.
La duda que persiste es si la senda que inauguraron Ricardo Jaime (“todo lo que hice fue por instrucciones de Néstor y Cristina”) y el inefable Juez Norberto Oyarbide, hoy citado al Consejo por exhibir un injustificable anillo, cuando no tembló al involucrar a Liuzzi y, por ende, al propio Carlos Zannini en la causa de las financieras lavadoras de dinero, será seguida también por Boudou y por Báez o éstos optarán por morir solos en la pira crematoria. Si deciden compartir sus penurias carcelarias, la Dama resultará comida y desaparecerá del tablero.
Los argentinos estamos frente a un régimen sólo dedicado a robar todo lo que pueda para sus sucesivos titulares; eso es lo que ha quedado muy claro aún para los ingenuos. Entonces, la pregunta de oro es ¿hasta cuándo lo toleraremos sin reaccionar? ¿Debemos, en nombre de los plazos reglamentarios, respetar a una banda de ladrones que se ha encaramado al poder con el único propósito de quedarse con el país entero, aún a costa de la vida de muchos de nuestros conciudadanos?
En estos días tendremos oportunidad de manifestar, públicamente, nuestro hartazgo, de decirle al Gobierno que hasta aquí llegó, y que no pretenda avanzar más. El 9 de junio, a las 10:30 hs, en Avda. de Mayo 760, comenzará la parodia de juicio al Fiscal Campagnoli, y el 18, a las 19:30, en el mismo lugar, estamos convocando a una marcha ciudadana que, esperamos, deberá tener una contundencia mayor a las que nos congregaron en el pasado reciente. Es la República misma la que está en juego, y no podemos permitir que la impunidad continúe.
Fue una semana dramática para la Presidente, como he dicho y pese a la firma del acuerdo con el Club de Paris, tan celebrada por ella en Twitter para resaltar que no había requerido la auditoría previa del FMI.
El Club de Paris, contra la creencia generalizada, no presta dinero. Es una asociación informal de bancos estatales de naciones desarrolladas, que garantizan a sus exportadores de bienes de capital el cobro de los mismos cuando venden a clientes de países potencialmente riesgosos, y se creó, aunque usted no lo crea, ante los reiterados incumplimientos argentinos en la década del cuarenta. Es decir, lo único a lo que nuestro país puede aspirar es a que, cuando las industrias locales necesiten comprar bienes de capital a plazos, esos bancos otorguen las garantías necesarias; y eso, que no es menor para la Argentina, es todo lo que obtendremos en forma directa.
Explicaré qué ha sucedido. Suponga que usted es deudor de un banco, al cual no le ha pagado nada durante trece años. En esas circunstancias, la presión de su propia situación financiera y la necesidad de mejorar su imagen ante los prestamistas, lo obliga a negociar con su acreedor. Usted, entonces, ofrece comenzar a pagar, y el Directorio del banco empieza a festejar pero, como usted no acepta que le revisen su estado económico y ellos saben que necesita firmar algún acuerdo, le exigen un importe mayor, un anticipo más importante, tasas más altas y un plazo más corto. Hasta ahí, es lo que ha sucedido.
Pero cuando usted requiera nuevas garantías –en el caso, Argentina podrá hacerlo sólo después de mayo de 2015-, el banco le exigirá completar una carpeta de crédito nuevo, y allí sí le impondrá la necesidad de que sus cuentas sean revisadas por un organismo auditor, en el caso el FMI. Entonces, la actual autocelebración de doña Cristina y Axel Kiciloff sonarán huecas y el gesto heroico le habrá costado a la Argentina unos dos mil millones de dólares. ¡Qué linda fiesta!
Es cierto que se trataba de un desaguisado que, en cualquier caso, necesitaba de una solución, porque la imagen de la Argentina ante el mundo estaba muy empañada por ese intríngulis y eso impedía acceder a los mercados voluntarios de crédito con tasas de interés razonables, como las que pagan todos, todos, los países de la región, con la obvia excepción de Venezuela. Pero de no ser por la negativa a desnudar la falsedad de las estadísticas del INDEC, hubiéramos obtenido un arreglo más favorable, por menos caro y más largo.
Preguntémonos entonces ¿Paris bien valía esta misa?
En el tablero de ajedrez de la política nacional, dos jugadas trágicas efectuadas por la Justicia han puesto a la Reina en jaque. Uno de ellos fue la fuerte repercusión que tuvo la denuncia de las Diputadas Laura Alonso y Patricia Bullrich, que formularon tan pronto se enteraron que el Gobierno, con la imprescindible colaboración de la Sala I de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal, integrada por los jueces Freiler, Farah y Ballesteros, pretendía desplazar al Juez de la instrucción de la causa Ciccone, en la que Boudou está tan comprometido. La trascendencia pública de esa intención y la torpeza nacida de la sensación de impunidad con que actúa el Gobierno desató la rápida movida del Dr. Ariel Lijo, que llamó inmediatamente al Vicepresidente y a sus cómplices a prestar declaración indagatoria y, con ello, abortó la jugada que debía culminar con su corrimiento y la consecuente nulidad de gran parte de su investigación.
Como quien ha seguido mis notas sabe, siempre he sostenido que es imposible que Amado Boudou, miembro principal de un gobierno en el que sus funcionarios piden permiso antes de responder a un saludo, sea el único autor de la maniobra para apoderarse, en beneficio propio, de la fábrica de billetes y documentos. Sólo don Néstor Kirchner (q.e.p.d.), originalmente, y luego su noble viuda son los verdaderos nuevos dueños de la imprenta; si quiere pruebas mayores, recuerde que nadie se presentó a reclamar el precio de la oportuna “estatización” de Ciccone y que, por defender al Vicepresidente, Cristina no dudó en desplazar a un juez, a un fiscal y hasta en echar al Procurador Esteban Righi, un histórico camporista que compartió los ideales de la “juventud maravillosa” de los años setenta, tan elegida por ellos para sostener y heredar el “relato”.
¿Nadie se pregunta, especialmente el Congreso, por qué no se expropiaron, conjuntamente con las de Repsol, las acciones de los Eskenazi en YPF? Esta familia de banqueros, que desconoce por completo el negocio del petróleo, constituyó una sociedad en Australia, a cuyo nombre están esas acciones, y cuyos verdaderos titulares son desconocidos. A la luz de los inexplicables beneficios que contuvo su ingreso en la petrolera –préstamos de los vendedores para financiar la compra y cesión de la administración total a quien sólo tenía una proporción menor de la compañía-, ¿cabe alguna duda que quienes aparecieron comprando el 25% de la empresa eran meros testaferros de don Néstor (q.e.p.d.)? Antonio Brufau, que de tonto no tiene un pelo, describió a los adquirentes como “expertos en trabajar en mercados regulados”, y lo dejó asentado en el contrato de compraventa.
Lo mismo sucede con Cristóbal López, el zar de la devastadora industria del juego en la Argentina. Si los Kirchner no son, al menos, socios de los casinos, ¿cómo se explica que Néstor haya firmado un decreto de necesidad y urgencia al final de su mandato para prorrogar por décadas las concesiones a cambio de “obligar” a López a instalar más tragamonedas, invocando la necesidad de satisface la “demanda lúdica”?
El otro ingrediente de la indigesta dieta que tuvo que tragar la Presidente fue la confirmación, por la Justicia suiza, de los giros de plata sucia que Lázaro Báez, otro testaferro de los Kirchner y socio en los papeles, efectuó desde Panamá, denunciados aquí por los legisladores Ocaña y Garrido, e informados públicamente por el procesado Sebastián Elaskar en el programa de Jorge Lanata. Pese a que el Juez Casanello continúa intentando “marear la perdiz”, ya le va resultando imposible mantener al patagónico fuera de la causa y, a corto plazo, no le quedará más remedio que procesarlo. Entonces, se habrá confirmado el jaque a la Dama.
La duda que persiste es si la senda que inauguraron Ricardo Jaime (“todo lo que hice fue por instrucciones de Néstor y Cristina”) y el inefable Juez Norberto Oyarbide, hoy citado al Consejo por exhibir un injustificable anillo, cuando no tembló al involucrar a Liuzzi y, por ende, al propio Carlos Zannini en la causa de las financieras lavadoras de dinero, será seguida también por Boudou y por Báez o éstos optarán por morir solos en la pira crematoria. Si deciden compartir sus penurias carcelarias, la Dama resultará comida y desaparecerá del tablero.
Los argentinos estamos frente a un régimen sólo dedicado a robar todo lo que pueda para sus sucesivos titulares; eso es lo que ha quedado muy claro aún para los ingenuos. Entonces, la pregunta de oro es ¿hasta cuándo lo toleraremos sin reaccionar? ¿Debemos, en nombre de los plazos reglamentarios, respetar a una banda de ladrones que se ha encaramado al poder con el único propósito de quedarse con el país entero, aún a costa de la vida de muchos de nuestros conciudadanos?
En estos días tendremos oportunidad de manifestar, públicamente, nuestro hartazgo, de decirle al Gobierno que hasta aquí llegó, y que no pretenda avanzar más. El 9 de junio, a las 10:30 hs, en Avda. de Mayo 760, comenzará la parodia de juicio al Fiscal Campagnoli, y el 18, a las 19:30, en el mismo lugar, estamos convocando a una marcha ciudadana que, esperamos, deberá tener una contundencia mayor a las que nos congregaron en el pasado reciente. Es la República misma la que está en juego, y no podemos permitir que la impunidad continúe.
Fue una semana dramática para la Presidente, como he dicho y pese a la firma del acuerdo con el Club de Paris, tan celebrada por ella en Twitter para resaltar que no había requerido la auditoría previa del FMI.
El Club de Paris, contra la creencia generalizada, no presta dinero. Es una asociación informal de bancos estatales de naciones desarrolladas, que garantizan a sus exportadores de bienes de capital el cobro de los mismos cuando venden a clientes de países potencialmente riesgosos, y se creó, aunque usted no lo crea, ante los reiterados incumplimientos argentinos en la década del cuarenta. Es decir, lo único a lo que nuestro país puede aspirar es a que, cuando las industrias locales necesiten comprar bienes de capital a plazos, esos bancos otorguen las garantías necesarias; y eso, que no es menor para la Argentina, es todo lo que obtendremos en forma directa.
Explicaré qué ha sucedido. Suponga que usted es deudor de un banco, al cual no le ha pagado nada durante trece años. En esas circunstancias, la presión de su propia situación financiera y la necesidad de mejorar su imagen ante los prestamistas, lo obliga a negociar con su acreedor. Usted, entonces, ofrece comenzar a pagar, y el Directorio del banco empieza a festejar pero, como usted no acepta que le revisen su estado económico y ellos saben que necesita firmar algún acuerdo, le exigen un importe mayor, un anticipo más importante, tasas más altas y un plazo más corto. Hasta ahí, es lo que ha sucedido.
Pero cuando usted requiera nuevas garantías –en el caso, Argentina podrá hacerlo sólo después de mayo de 2015-, el banco le exigirá completar una carpeta de crédito nuevo, y allí sí le impondrá la necesidad de que sus cuentas sean revisadas por un organismo auditor, en el caso el FMI. Entonces, la actual autocelebración de doña Cristina y Axel Kiciloff sonarán huecas y el gesto heroico le habrá costado a la Argentina unos dos mil millones de dólares. ¡Qué linda fiesta!
Es cierto que se trataba de un desaguisado que, en cualquier caso, necesitaba de una solución, porque la imagen de la Argentina ante el mundo estaba muy empañada por ese intríngulis y eso impedía acceder a los mercados voluntarios de crédito con tasas de interés razonables, como las que pagan todos, todos, los países de la región, con la obvia excepción de Venezuela. Pero de no ser por la negativa a desnudar la falsedad de las estadísticas del INDEC, hubiéramos obtenido un arreglo más favorable, por menos caro y más largo.
Preguntémonos entonces ¿Paris bien valía esta misa?
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@EGAvogadro
Sobre Enrique Guillermo Avogadro
Abogado. Columnista de temas políticos de Argentina, y colaborador en otros medios nacionales. Sus artículos completos pueden repasarse en el blog del autor, o en el enlace http://www.elojodigital.com/categoria/tags/enrique-guillermo-avogadro.