A Estados Unidos le conviene mantenerse fuera de Irak
El presidente estadounidense Barack Obama declaró la semana pasada (en inglés) que, esencialmente, se tomaría el fin de semana...
El presidente estadounidense Barack Obama declaró la semana pasada (en inglés) que, esencialmente, se tomaría el fin de semana para decidir si utilizará a las fuerzas armadas en EE.UU. para ayudar al gobierno iraquí a defenderse de rebeldes musulmanes sunitas —el Estado Musulmán de Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés)— quienes recientemente tomaron Mosul y porciones de otro territorio en el norte y el centro de Irak. Obama descartó utilizar a las fuerzas terrestres, pero los ataques con aviones no tripulados y el respaldo aéreo tradicional siguen estando sobre la mesa. Los usuales halcones en el congreso están indignados (en inglés) por el hecho de que esto no haya sucedido todavía.
La principal razón por la cual utilizar fuerza para defender Irak es una mala idea es que siempre lo fue (en inglés). Los partidarios de intervenir en Irak, como los partidarios de permanecer en Irak durante los últimos años, suelen emplear la lógica de los costos hundidos, según la cual el haber seguido una idea tonta en el pasado de alguna manera la hace razonable ahora. Las invocaciones del sacrificio de los estadounidenses muertos y heridos le dan a tal lógica una mayor fuerza pero no la hacen razonable.
A pesar de la mitología (en inglés) que rodea los aumentos repentinos de presencia militar, nuestros esfuerzos para reorganizar Irak siempre han estado mal concebidos. El objetivo —un Irak multiétnico, democrático y estable— era una idea agradable pero que nunca fue vital para la seguridad nacional de EE.UU. o nunca valió el sacrificio de miles de vidas de estadounidenses y de grandes porciones de nuestra riqueza. Nuestra presencia allí no estabilizó a Irak, ni la región, ni tampoco logró mantener bajos los precios del petróleo. Tampoco es que la estabilidad regional o la producción petroleraamerite mucho esfuerzo (en inglés) por parte de EE.UU.
La idea de que necesitamos combatir a ISIS debido a su potencial de utilizar elterrorismo en contra de EE.UU. sufre de defectos similares. Durante la Guerra en Irak, los halcones constantemente advirtieron de que salir de Irak permitiría que se formen refugios seguros para los terroristas ahí. Ellos tenían en mente el Afganistán de 1990. Ignoraron el hecho (en inglés) de que al Qaeda (el grupo original que atacó a los estadounidenses) surgió (en inglés) de conflictos particulares, en lugar de ser algún tipo de planta que crece en estados fracasados. Incluso en Afganistán, el problema era más que el gobierno —el Talibán— estaba aliado con al Qaeda, que la ausencia de gobierno. Y los halcones olvidaron que los avances de EE.UU. en cuanto a aviones no tripulados y tecnologías de vigilancia desde la década de 1990 han destruido refugios seguros —ahora estos eran objetivos fáciles.
Hoy, cada vez escuchamos más que ISIS es más brutal que al Qaeda y que por lo tanto representa un peligro mayor para EE.UU. Pero ese razonamiento confunde una insurgencia con un grupo enfocado en atacar a los estadounidenses. ISIS es una organización desagradable que simpatiza con la violencia terrorista, el islamismo radical, y los califatos musulmanes, pero no una amenaza obvia para los estadounidenses.Confundir (en inglés) a los musulmanes moralmente nocivos con aquellos determinados a matar estadounidenses es uno de los errores que nos mantiene en una guerra sin fin.
Una segunda razón por la cual mantenerse fuera del conflicto en Irak es su naturaleza cada vez más sectaria. El presidente Obama repitió recientemente la aseveración de que estamos construyendo unas fuerzas armadas multiétnicas en Irak. Pero, como Barry Posen señaló hace poco en Cato (minuto 1:02 aquí, en inglés), eso ha sido expuesto como una farsa, al igual que las afirmaciones expresadas a lo largo de los años por nuestros líderes políticos y militares acerca de que estamos avanzando hacia la construcción de unas fuerzas armadas iraquíes efectivas. Esperamos que la parte efectiva de las fuerzas armadas iraquíes que puede retener el control de Bagdad sea su núcleo shiíta. La realidad es que estamos hablando acerca de proteger un régimen shiíta en contra de rebeldes sunitas, no acerca de restaurar un estado multiétnico.
El conflicto sectario no está restringido a Irak. El gobierno de Irán afirmó (en inglés) recientemente que había enviado unidades de la Guardia Revolucionaria a Irak para combatir a ISIS. Eso es porque Irak está gobernado por el régimen shiíta de Nouri al-Maliki y porque ISIS ya está causando problemas al principal estado aliado de Irán en su frontera, Siria. Así que lo que el presidente en realidad está considerando es unirse a esos tres regímenes en su lucha en contra de rebeliones sunitas. ¿Por qué deberíamos hacer eso? ¿Qué vale la victoria en esta lucha para los estadounidenses?
La tercera razón para mantenernos fuera de Irak es que sabemos qué tan difícil es salir. Bombardear ISIS en nombre del gobierno iraquí puede que no cambie el balance de poder en Irak considerablemente. Si nuevamente fortalecemos a un gobierno débil, puede que simplemente retardemos el día en que Irak desarrolle un sistema político que vaya de acuerdo con su balance de poder doméstico. Eso parece ser un proceso largo y violento que nuestra participación solo podría retardar.
De cierta forma, el presidente ahora es víctima de su propia estrategia de salida. Como sucede últimamente con Afganistán, solía decir (en inglés) que podíamos salir de Irak debido al éxito del Estado que estábamos construyendo. Mantenernos afuera podría requerir renunciar a esa simulación. Mejor admitir que Irak vale demasiado poco como para que nosotros justifiquemos el tipo de esfuerzo requerido para repararlo y que de todas maneras no sabemos cómo hacer eso.
Es analista investigador en temas de Defensa y Seguridad Interior. Escribe sobre políticas de Defensa en Estados Unidos con foco en estrategia y presupuestos. Ha co-editado dos libros y su material ha sido publicado en medios tales como International Security, Political Science Quarterly, Foreign Affairs, el New York Times y otros periódicos y espacios de importancia. Es también Conferencista Adjunto en la Escuela Elliot de Asuntos Internacionales en la Universidad George Washington. Sus artículos son publicados en español en el sitio web del Instituto Cato (Washington, D.C.).