Felipe VI, el Rey que España necesita
Viva el Rey. Viva España. Dos frases que hacía tiempo que no se oían en un contexto oficial, con millones de telespectadores...
23 de Junio de 2014
Viva el Rey. Viva España. Dos frases que hacía tiempo que no se oían en un contexto oficial, con millones de telespectadores siguiendo el acto y sin que nadie se rasgara las vestiduras. Sin dudas, la ceremonia fue un día muy especial para la nación europea. 39 años después, un nuevo rey era proclamado y, con él, España abría una nueva página en el libro de su historia.
Don Felipe de Borbón y Grecia juró el cargo, recogiendo el testigo de su padre, Juan Carlos I, un rey clave en la transformación de España. Y lo hizo con gestos de sobriedad y modernidad, dejando claro con sus actitudes que las hermosas palabras de su discurso pronto serán hechos. Buenas noticias para una España necesitada de cambios políticos y sociales.
El nuevo rey hereda de su padre una situación francamente compleja. A Felipe VI le tocará lidiar con el futuro de una España dividida, con una Cataluña en rebeldía, dispuesta a recorrer el abismo de la independencia. Muestra del desafío nacionalista fue la actitud de ayer de los líderes de PNV y CiU, Iñigo Urkullu (lehendakari del Gobierno Vasco), y Artur Mas (president de Cataluña). Dieron la nota disonante al no aplaudir el discurso del nuevo monarca, a pesar de que éste hiciera mención explícita a la importancia de la diversidad de lenguas en España, a que unidad no es uniformidad y a que hay muchas formas de ser español (incluso dio las gracias al final en euskera y en catalán). Lamentable, pero propio de la mezquindad de un nacionalismo que hace tiempo que antepuso la dignidad y las personas al veneno político de sus ideas.
Hablando de nacionalismos, en el día en cuestión, España se dio el revitalizante baño de nacionalismo ibérico, de patriotismo, que nuestro país tanto necesitaba. En un tiempo en el que se esconden las banderas de España y en el que cualquier asomo de loa al Estado es tachado de fascista, vino bien una jornada que recuerda los mejores días de una Historia de España que, para bien o para mal, no se entiende sin la Monarquía.
La jornada comenzó pronto en el Palacio de la Zarzuela, con un sencillo pero solemne acto en el que Don Juan Carlos I impuso a su hijo el fajín rojo de capitán de los ejércitos. Después el nuevo rey y la nueva reina consorte, Letizia, se dirigieron al Congreso de los Diputados, donde Felipe VI juró lealtad a la Constitución y las Comunidad Autónomas. Interesante detalle que demuestra que el rey apuesta fuertemente por la diversidad regional, sin defender un centralismo de Madrid que ciertamente sería impensable en la España de hoy. Las Comunidades Autónomas pueden haber sido experimentos institucionales fallidos, pero el concepto de regionalismo positivo dentro de España prevalece.
Más allá del desafío soberanista y del debate sobre el peso que las autonomías deban tener en España, al nuevo rey le tocará también demostrar por qué la monarquía, una figura a priori anacrónica en el siglo XXI, tiene sentido. En la era de la igualdad, no tiene mucho sentido que una persona mande por el mero hecho de ser hijo de rey. También en este capítulo Felipe VI empezó con buen pie: “Decía Cervantes en boca de Don Quijote: ‘No es un hombre más que otro si no hace más que otro’”. ¿Qué ha querido decir? Que él no es más que cualquier español por ser el sucesor de Don Juan Carlos, sino que la valía de las personas se demuestra por lo que hacen por los demás. Una frase con la que claramente les pide a los españoles que le demos una oportunidad para demostrar que él está ahí porque lo vale, por el gran trabajo que hará a favor de España.
Y Don Felipe en verdad lo vale. El nuevo rey tiene una formación impresionante, que le capacita para entender como nadie los retos de hoy. En lo personal, conozco a muy pocos españoles que hayan podido estar a la altura intelectual del Máster en Relaciones Internacionales que cursó Felipe VI aquí en Washington, en la Universidad de Georgetown. Su preparación académica y militar, sumada a la amplia experiencia diplomática que ha acumulado en los últimos años viajando a todos los rincones del mundo, siendo el mejor embajador de España, hacen que no haya nadie mejor preparado que él para dar respuesta a los problemas de hoy.
El rey no gobierna, pero reina con la autoridad que le otorgan su preparación y el respaldo de un pueblo que ayer reafirmó que es ampliamente monárquico. Esperemos que Don Felipe proteja esta autoridad como un tesoro, acrecentándola para así tener fuerza moral para tirarle de las orejas a la clase política. El desencanto y los escándalos de corrupción de los políticos han hecho mucha mella en una sociedad que necesita tomar una bocanada de honestidad. Los viejos han de dar paso a los jóvenes. La Monarquía ya lo ha hecho; ahora, le toca a esa clase política tan nefasta que ha arruinado a España. De la misma forma que el nuevo rey estrenaba “una monarquía renovada para un tiempo nuevo”, los españoles piden una clase política diferente para un tiempo nuevo.
Son muchos los retos que presenta una España institucionalmente debilitada, desmoralizada por una crisis económica que ha pasado por encima de las ilusiones y esperanzas de muchos. Pero si hay alguien que está capacitado para curar las heridas nacionales es el nuevo rey. Si hay alguien que puede enderezar este barco es él. Ahora le toca ganarse el corazón del pueblo, como su padre un día hizo. Estar casado con alguien del “pueblo llano” es sin duda un primer detalle positivo de alguien que con sus gestos y palabras, ayer demostró que sabe entender la época que le ha tocado vivir y que en breve será tan querido como un día su padre lo fue. Hoy, más que nunca, viva el Rey y viva España.
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@CaballeroAudaz
Sobre Jesús Sánchez Cañete
Es columnista de temas internacionales en la web con base en Washington, D.C., USA Hispanic Press.