Solo Rusia puede hacer las paces con Ucrania
La semana pasada, cientos de personas inocentes de todo el mundo perdieron la vida en el cielo sobre Ucrania.
Solo una capital puede poner punto final a este conflicto interminable, y no es Washington: se trata de Moscú.
Antes del derribo del vuelo MH-17, muchos en la capital estadounidense habían relegado la puja en curso en Ucrania a un segundo plano, entre las crecientes zonas de conflicto en el globo. La atención de Washington había girado hacia sitios tales como Irak, Israel o Texas.
Algunos de los que, a pesar de todo, siguieron de cerca el extendido juego en Ucrania, habían incluso comenzado a conversar respecto de soluciones de largo plazo para el conflicto entre Kiev y el Kremlin. Un modelo frecuentemente mencionado, con miras a morigerar la situación fue el Tratado del Estado de Austria de 1955.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos de América, Francia, Gran Bretaña y la Unión Soviética ocuparon Austria. Poner término a la ocupación llevó diez años de lo que en ese entonces se presentaban como negociaciones tan interminables como intratables. Tras una década de diplomacia, Austria -devastada por la guerra- conoció poco de paz. Los soviéticos secuestraban rutinariamente a aquellas personas que no les simpatizaban. También respaldaron una rebelión sindical, en un intento para derribar al gobierno.
En algunas ocasiones, intercambiaron disparos con los estadounidenses. Y todo mundo espiaba a todo mundo.
Con todo, Austria se las arregló para cosechar un progreso remarcable a lo largo del curso de la ocupación. Estableció un sistema político estable, multipartidario y democrático. Con la ayuda del Plan Marshall, los austríacos hicieron crecer su economía. Y, con la asistencia encubierta de los Estados Unidos, el gobierno estableció una naciente fuerza militar, capaz de proveer seguridad a nivel doméstico.
Luego -y abruptamente-, en 1955, Moscú decidió que quería un acuerdo. La clave para lograrlo era un convenio en el que Austria se convirtiera en un Estado neutral, pudiendo decidir a posteriori si se unía a Occidente o al Bloque Oriental.
Ambos lados respetaron el acuerdo. Los ejércitos de ocupación se marcharon. Austria se convirtió en un bonito Estado neutral.
Pero las esperanzas de repetir el escenario austríaco en Ucrania se muestran alejadas de la realidad. Ambas situaciones son bastante diferentes.
Austria pudo haber transitado momentos de tensión pero, en comparación con la crisis forjada ni bien Rusia le arrebatara Crimea a Ucrania, la Guerra Fría de Austria podría incluso parecerse a Disneyworld.
Más aún, Kiev tiene un gobierno independiente, al que los poderes de ocupación no pueden dictarle qué hacer.
Austria también supo caracterizarse por condiciones de estabilidad política, económica y de seguridad, antes de cerrarse el acuerdo en el '55. En la Ucrania de 2014, la palabra más parecida a 'estable' son los 'establos', esto es, los sitios en donde la gente guarda sus caballos.
Finalmente, Moscú se dio por vencida, y dejó de intervenir en Austria.
Ninguno de los prerrequisitos para la paz están hoy presentes en Ucrania.
La única potencia capaz de mejorar la situación es Rusia. Vladimir Putin podría desenchufarse, y desactivar a los separatistas. El podría evitar seguir socavando el proceso político del país. Podría permitir a la economía ucraniana recuperarse. Podríá dejar de utilizar a Ucrania como un peón de ajedrez para su lucha de poder frente a Occidente.
Si Putin llevara adelante la totalidad de estas iniciativas hoy mismo, Ucrania podría comenzar a transitar el mismo sendero que la Austria de posguerra.
Por otra parte, podría haber cada vez más guerra, y menos paz. Si los cielos de Ucrania han dejado de ser seguros, entonces el mundo ya sabe a quién culpar.
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2014/07/19/russia-can-make-peace-ukraine/
Foto de portada: miembros del ejército ucraniano controlan documentación a automovilistas en las afueras de Slavyansk, en el este del país. Crédito: Newscom
Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.