Derribo del MH-17: diez formas en las que EE.UU. debe responder a Rusia
La evidencia frente a que insurgentes respaldados por Rusia fueron responsables del derribo de una aeronave de Malaysian Airlines...
Moscú debe ser sindicado responsable por su rol en esta atrocidad, que subraya con mayor importancia que la política de Barack Obama sobre el 'reseteo' de las relaciones con Rusia ha muerto, así como la política de acciones en el terreno en Ucrania. Estados Unidos debería responder estableciendo una estrategia de largo plazo para lidiar con un régimen ruso de proceder agresivo y carácter hostil; una estrategia que proteja los intereses vitales de EE.UU. frente a las acciones ilegales e irresponsables de Moscú, al tiempo que se fortalezca a la alianza de la OTAN. Estados Unidos debería motorizar las siguientes acciones como parte de su estrategia.
Las acciones son un compendio de lo comentado por los analistas James J. Carafano, Nile Gardiner, Dakota Wood, y Luke Coffey (Fundación Heritage, Washington, D.C., Estados Unidos)
EE.UU. podría implementar una restricción de traslado en un radio de 25 millas para funcionarios comisionados en la misión de Rusia ante Naciones Unidas en Nueva York. Restricciones similares podrían imponerse a funcionarios rusos asignados a las oficinas centrales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en Washington, D.C.
En el mediano plazo, los Estados Unidos de América deberían trabajar con Australia a los efectos de excluir a Rusia de la próxima Cumbre del G20, que se llevará a cabo en Brisbane (Queensland), en noviembre próximo. Washington también debería trabajar con sus aliados en Europa para presionar a la FIFA -órgano regulador internacional del fútbol- para retirar la confirmación de Rusia como organizador en 2018.
A la luz de la reciente agresión rusa, el Departamento de Defensa americano debería priorizar las misiones de entrenamiento estadounidenses en Europa Central y Oriental. El Pentágono y OTAN deberían, de manera inmediata, comenzar a revisar y actualizar los planes de contingencia en materia de defensa. Estos planes deberían porporcionar una defensa adecuada, creíble, y convencionalmente activa de las naciones miembros de OTAN.
Estados Unidos debería desplegar temporalmente los activos militares necesarios para la protección de sus aliados en Europa Central, y aumentar el número de instalaciones militares americanas de entrenamiento, incluyendo Rumanía, Bulgaria y las naciones del Báltico.
Los países de Europa Central y Oriental consideran al sistema de defensa misilístico de OTAN como una parte fundamental de la defensa de la Alianza Atlántica. Es esencial que la Administración Obama respalde el compromiso de defensa para los aliados estadounidenses en el Viejo Continente, especialmente luego de la pérdida de credibilidad acusada tras la abrupta cancelación del tercer sitio en 2009.
El presidente estadounidense Barack Obama debería detener el cierre de bases en Europa, y bregar por un firme compromiso de cara a la presencia militar de los Estados Unidos más allá del Atlántico. Es hora de que NATO ponga término al acuerdo de 1997 con Rusia, que limita la instalación de activos de OTAN en Europa Central y Oriental. Esto serviría para demostrar el compromiso estadounidense con la seguridad transatlántica, ofreciendo mayores oportunidades para el entrenamiento militar.
7. Proporcionar asistencia al gobierno ucraniano
Ucrania no disfruta de las garantías de seguridad ofrecidas a los aliados de OTAN, pero EE.UU. dispone de una serie de opciones militares que no incluyen el despliegue inmediato de fuerzas estadounidenses en Ucrania. Los militares estadounidenses y sus aliados disponen de la capacidad para proporcionar la asistencia apropiada al gobierno legítimo y democráticamente elegido de este país, a criterio de restaurar la estabilidad de Ucrania y de garantizar la seguridad pública.
Estados Unidos debería sostener el planeamiento militar y de inteligencia de Ucrania, sus capacidades de vigilancia y de reconocimiento, de tal suerte que el mejor cuadro posible para la crisis hoy en curso pueda ser confeccionado, y para que las acciones apropiadas puedan ser implementadas del modo más efectivo posible. Por ejemplo, es apropiado que Estados Unidos despliegue equipos de planificadores militares que trabajen con el personal ucraniano. Suministros, equipos o armas pequeñas solo pueden remitirse a Ucrania con alguna medida de confianza frente a que el material ayude a estabilizar la situación en suelo ucraniano, y que no caiga en manos de Rusia o de individuos leales a Moscú.
Algunos miembros de OTAN continúan proporcionando asistencia militar a Rusia. España, por ejemplo, permite a la armada rusa utilizar sus puertos, y Francia está vendiendo actualmente dos navíos de ataque anfibio a Moscú. El apoyo francés y español a la armada rusa debilita a la oposición de la OTAN frente a la agresión rusa contra Ucrania, y proyecta la imagen de una Alianza Atlántica dividida.
El gobierno de los Estados Unidos de América debería dejar en claro, al más alto nivel, que contempla todo tipo de apoyo a la armada rusa, en términos de venta de equipamiento y de acceso a terminales portuarias, como completamente inaceptable, a la luz de la agresión rusa.
El presidente estadounidense Barack Obama debería respaldar la terminación de restricciones para la exportación de gas natural y otros recursos energéticos a los aliados de EE.UU. en Europa. Gran parte del poder ruso en Europa Central y Oriental es el resultado de su control del suministro de energía y de sistemas de distribución. Reducir la dependencia energética frente a Rusia debilitaría dramáticamente la influencia económica que Moscú exhibe en porciones del Viejo Continente, y reforzaría la posición de los aliados de la OTAN.
El reducir al mínimo las ventajas de Rusia en la región debería constituír un componente clave de la respuesta estadounidense. Ello podría ser acompañado simplemente desde la liberalización de los mercados energéticos globales. Estados Unidos exhibe restricciones tan innecesarias como anticuadas en sus exportaciones de gas natural líquido y petróleo crudo, y poner fin a estas restricciones debería convertirse en una prioridad.
10. Ampliar la lista de funcionarios de la Federación Rusa comprendidos en el Acta Magnitsky
El Acta de Responsabilidad ante el Estado de Derecho (conocida como Acta Magnitsky) niega visado estadounidense a funcionarios rusos e individuos culpables de violaciones a los derechos humanos, al tiempo que les aplica sanciones. Actualmente, solo treinta (30) individuos relacionados con el presidente ruso Vladimir Putin y el antiguo presidente ucraniano Viktor Yanukovych han sido sancionados.
La Administración Obama necesita ir bastante más allá: Washington debería implementar un alcance mayor de sanciones orientadas directamente a funcionarios rusos responsables por violar la soberanía ucraniana, incluyendo el congelamiento de activos financieros e imponiendo cancelaciones de visado.
Enviar un mensaje contundente
EE.UU. debería enviar un mensaje contundente al Kremlin, en el sentido de que sus acciones en Ucrania son inaceptables. Las acciones de Putin en meses pasados ha hecho imposible considerar a la Federación Rusa como una nación responsable, ni como un socio adecuado para los Estados Unidos de América.
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2014/07/22/ten-ways-u-s-respond-russias-role-plane-crash/
Es Director del Centro para la Libertad Margaret Thatcher, en la Fundación Heritage (Washington, D.C.). Es analista especializado en variadas temáticas, como la 'relación especial' entre Estados Unidos y el Reino Unido, Naciones Unidas, el Irak de posguerra, y el rol de Gran Bretaña y Europa en la alianza liderada por EE.UU. contra el terrorismo internacional y Estados autoexcluídos del orden mundial ('rogue states'), como Irán. Gardiner fue nombrado recientemente por el periódico The Daily Telegraph como uno de los cincuenta ciudadanos británicos más influyentes en EE.UU. Sus trabajos son también publicados en la web estadounidense The Daily Signal.