ESTADOS UNIDOS | OPINION: ROBERT R. MONROE

La proliferación nuclear, crisis que debiera destacar entre los titulares

Otras crisis pueden ocupar la mayoría de los titulares. Pero ninguna de ellas -se trate de la aplastante deuda nacional de Estados Unidos...

27 de Julio de 2014
Otras crisis pueden ocupar la mayoría de los titulares. Pero ninguna de ellas -se trate de la aplastante deuda nacional de Estados Unidos, la guerra cibernética, la agresión rusa, la recurrente beligerancia china o incluso el caos en Oriente Medio- se comparan con la amenaza de la proliferación nuclear.

Las armas nucleares son una amenaza sin paralelo. En lo personal, he conducido cuatro pruebas nucleares subterráneas, siendo testigo del casi inimaginable poder destructivo de estas armas. Cada una de ellas puede destruir una gran ciudad, aniquilar a millones de personas y dejar una zona devastada por la radiación como resultado.

La proliferación de armas nucleares conduce a un mundo de horror nuclear y caos, del cual no parece posible regresar. A lo largo de la mayor parte de la era nuclear, el mundo ha sido afortunado, limitando la expansión de las armas nucleares. Pero, durante las últimas dos décadas, dos naciones irresponsable y de proceder beligerante, Irán y Corea del Norte, han trabajado intensamente para desarrollar capacidades de producción de armas nucleares, y ambas naciones se encuentran a la vera de tener éxito. A menos que sean detenidas, darán lugar a un efecto cascada en materia de proliferación.

De hecho, los dos países ya están provocando un resurgimiento oculto de proliferación de armamento de este tipo. Año tras año, los líderes del mundo han determinado sanciones impotentes por la vía del apretón de manos contra Irán y Norcorea, y otros Estados se han notificado de ello. Los países que se exhiben mayormente amenazados por Irán están negociando la adquisición de armas nucleares de parte de Estados nucleares amigos; naciones más avanzadas están preparándose desde lo tecnológico para producirlas; y las naciones en vías de desarrollo están ocupadas adquiriendo conocimiento nuclear, remitiéndose a la energía atómica como cobertura.

En el juego de los números, los dos Estados parias de referencia aumentarán el conteo de Estados con armas nucleares de ocho a diez. Las armas de Irán forzarán a Arabia Saudita, Egipto, Turquía y otros países de Oriente Medio a seguir ese camino. Corea del Norte simplemente logrará estimular a Corea del Sur, Japón, Taiwan y otras naciones del Asia a convertirse en nucleares, en defensa propia. Estas dos carreras regionales aumentarán el conteo hasta alcanzar los veinte países, en una década o algo más. En otros diez años, Estados avanzados tales como Alemania, Brasil y la Argentina se unirán a este club. Diez años más bastarán para acercar a los países en desarrollo que más velozmente se muevan, engrosando la lista en, probablemente, diez o más.

Con cuarenta Estados en control de armas nucleares, y con material fisible disponible en los reactores de todo el mundo, el empleo de armas nucleares se convertirá en un lugar común. Serán utilizadas por agresores, por naciones que se vean sobrepasadas, por Estados fallidos o en camino de serlo, por Estados parias, y en medio de guerras civiles. Agréguense terroristas, criminales, extorsionadores e individuos desafectados, y recién comenzará Ud. a comprender el panorama.

¿Qué está haciendo Estados Unidos para impedir este desastre? La fantasía del presidente Barack Obama sobre un 'mundo sin armas nucleares' no hizo nada más que debilitar a EE.UU. Y, ahora, el jefe de Estado ha llevado al país a una poco sapiente negociación con Irán, que acaba de extenderse por otros cuatro meses.

Dos resultados directos son posibles para esta equivocada prórroga. Irán podría acordar desmantelar sus instalaciones nucleares -cosa que no sucederá. O bien los Estados Unidos de América y otras potencias de alto nivel podrían terminar cediendo y firmar un convenio que permita a Teherán 'completar un programa pequeño y pacífico de enriquecimiento de uranio, controlado bajo salvaguardas' -un escenario más probable.

Este abandono de la piedra angular de no-proliferación legitimizará a Irán como Estado con armas nucleares. Irán estará en capacidad -en cualquier momento- de desarrollar armas nucleares de manera encubierta, en cuestión de meses. El mundo verá que Irán ha triunfado y que deberá ser reconocido como Estado con armamento nuclear. La carrera global por obtener estas armas se acelerará significativamente. En definitiva, el mundo se encuentra hoy en el punto de no retorno en materia de proliferación.

¿Existe una manera de evitar el desastre? Absolutamente. Pero, a criterio de prevenir la proliferación, debemos detener a los protagonistas de la misma. Es así de simple. Debe haber un policía que actúe. En el caso de Irán, los Estados Unidos de América podrían determinar con claridad que no firmará acuerdo alguno que no exija a Teherán desmantelar sus instalaciones de enriquecimiento y comisionado para otras actividades nucleares. Si ello exige que EE.UU. rompa con el grupo P5+1, pues, que así sea.

Simultánteamente -aunque años más tarde-, deberíamos intentar la disuasión por primera vez. Deberíamos informar a Irán que, si no cumple con el desmantelamiento, nos veremos obligados a hacerlo por vía de la fuerza militar, y sin demoras.

Y contamos con numerosas opciones. En primer término, golpear las instalaciones de enriquecimiento en Natanz con un ataque simple y poderoso, considerándolo como un elemento del proceso de negociación. De máxima, ejecutar ataques recurrentes y múltiples en toda instalación nuclear conocida o sospechosa de tal, incluyendo el reactor de Arak. Estos ataques darán lugar a algunas bajas y a destrucción, pero ello no será nada en comparación a los que padecerán si Irán obtiene armamento nuclear.

A partir de estos ataques, el mundo cambiará. A la luz de la acción firme de Estados Unidos, la proliferación llegará a su fin, y habrá espacio para la esperanza en el mundo. Puede incluso esperarse que Norcorea -a través de una negociación respaldada por una disuasión activa- pueda ser reconvertida en una nación no-nuclear, manteniendo al mundo estable en un total de ocho países con estas armas.

No es que el mundo deba liberarse de las armas nucleares, sino de su empleo. En décadas futuras, los encargados de reforzar la no-proliferación casi seguramente serán los cinco Estados mundialmente aprobados con armas nucleares en el Tratado de No Proliferación, actuando de manera colegiada. La mejor esperanza para el mundo es que las armas nucleares queden limitadas a naciones grandes y responsables. Con miras a preservar esta expectativa, Estados Unidos debe contar con el coraje y el criterio para actuar en soledad. El destino nos ha presentado esta únicoa oportunidad para alterar el curso del mundo.

Pero debemos actuar ahora. Los Estados Unidos de América deben tener claras sus prioridades. No existe otra amenaza tan inmediata o terrible como la proliferación nuclear; y demanda el refuerzo de los controles.


Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2014/07/27/crisis-dominate-headlines/
 
Sobre Vicealmirante Robert R. Monroe

Vicealmirante retirado de la Armada de los Estados Unidos de América, y ex Director de la Agencia Nuclear de Defensa. Publica regularmente sus artículos en The Daily Signal y el sitio web Heritage Libertad.