El gobierno patea el tablero, optando por el camino del default
Pese a los esfuerzos de último momento de parte del sistema bancario argentino con miras a alcanzar un acuerdo con los holdouts...
31 de Julio de 2014
Pese a los esfuerzos de último momento de parte del sistema bancario argentino con miras a alcanzar un acuerdo con los holdouts y adquirir la deuda en una operación financiera de millones de dólares, la interna política del equipo económico argentino arrastró al país a un nuevo default después de casi trece años.
Era sabido en los pasillos del Ministerio de Economía que la relación entre el Ministro de esa cartera Axel Kicillof y el títular del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, nunca fue buena. Mientras que el segundo es considerado como un experto y como portador de una nutrida trayectoria en el sistema bancario, la experiencia de Kicillof apenas se reduce al claustro universitario, donde hizo gala de su fidelidad a las ideas marxistas (luego de un fuerte apego a la visión del ex funcionario Domingo Cavallo). No obstante, desde que llegara a la conducción de Hacienda, Kicillof le falla al país en su peor momento.
¿Por qué fracasa una negociación que parecía bien encaminada? El problema principal radica en que el gobierno propuso reducir el monto de la garantía (ofrecida inicialmente para la reposición del stay) para, poco después, dar un vuelco de 180 grados y eliminarla -lo cual no cayó bien en el grupo de banqueros dispuestos a negociar. Uno de los principales actores políticos que quería evitar el escenario de la cesación de pagos fue Jorge Capitanich, quien acercó esfuerzos y gente para también negociar en este tramo; el detalle enfureció a Kicillof. El propio Ministro de Economía pareció irrumpir en la noche del miércoles las negociaciones lideradas por los bancos con el fin de boicotearlas, porque habían sido impulsadas por dos de sus principales adversarios en la interna de palacio: El jefe de Gabinete y Juan Carlos Fábrega -acaso temeroso de perder poder ante los ojos de la Casa Rosada, de lo cual se desprende que las trabas no provinieron de los fondos buitres sino, antes bien, de los propios negociadores argentinos.
Ante este panorama, la única salida que le queda a Argentina es la compra total de la deuda, que asciende a U$$ 15 mil millones, puesto que los holdouts no se encuentran dispuestos a aceptar otra oferta.
Otro aspecto a considerar es el dinero que emplearían los bancos argentinos para esta operación dado que, si utilizarián dinero de los encajes bancarios, se estaría incurriendo en un fraude hacia los ahorristas. Por otra parte, quedaría al descubierto una simulación para defraudar a los bonistas que aceptaron el 93% del canje al 'gambetear' la cláusula RUFO: si se activase este mecanismo, la Casa Rosada quedaría en peor posición de deuda que con los holdouts, viéndose forzada a enfrentar juicios multimillonarios. En este sentido, la inefable Diputada Nacional Elisa Carrió envió al cierre del miércoles una misiva a Fábrega. Aunque la chaqueña no pareció comprender que, de haber resultado exitosa la rueda de negociación con los bancos con la adquisición de los títulos valores en poder de los fondos buitres, se hubiese bonificado la garantía de los ahorristas de los bancos argentinos.
El fraude en perjuicio de los tenedores de bonos que ingresaron al canje estaría dado por esa razón, en la cual quedaría a la vista que la negociación se realizó entre holdouts y bancos privados cuando, en rigor, quien está detrás de las conversaciones es el Estado Nacional. La idea del default como alternativa empezó a tomar forma hace varias semanas, dado que Cristina Fernández de Kirchner -a través de encuestas de opinión- interpretó que su alicaída imagen cosechó importantes mejorías a partir de la confrontación con los especuladores financieros internacionales. En medio de un trazado de alarmante mezquindad política (puesto que lo que está en juego es el futuro económico de la nación), el Ejecutivo prefirió cuidar y rescatar la propia imagen ante un porción de la sociedad, proponiéndose como 'víctima'. Primó esta prerrogativa, antes que la de zanjar la cuestión del pasivo con los hedge funds.
La solución a este callejón sin salida radica en la compra total de la deuda en poder de los holdouts. En las últimas horas, trascendió que JP Morgan, Citibank y otras entidades extranjeras estarían en condiciones de participar, aún cuando nada se ha definido de momento.
Mientras tanto, el default selectivo traerá aparejada una suba del dólar (especialmente el Blue), un nuevo incremento de la inflación, y la caída del negocio de pagar con tarjeta de crédito a largo plazo -lo cual conllevará una caída del consumo y la actividad. La recesión continuará su curva ascendente, llevando a un aumento de los despidos y el desempleo, variables éstas que ya venían observando un incremento desde inicios del año en curso.
Era sabido en los pasillos del Ministerio de Economía que la relación entre el Ministro de esa cartera Axel Kicillof y el títular del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, nunca fue buena. Mientras que el segundo es considerado como un experto y como portador de una nutrida trayectoria en el sistema bancario, la experiencia de Kicillof apenas se reduce al claustro universitario, donde hizo gala de su fidelidad a las ideas marxistas (luego de un fuerte apego a la visión del ex funcionario Domingo Cavallo). No obstante, desde que llegara a la conducción de Hacienda, Kicillof le falla al país en su peor momento.
¿Por qué fracasa una negociación que parecía bien encaminada? El problema principal radica en que el gobierno propuso reducir el monto de la garantía (ofrecida inicialmente para la reposición del stay) para, poco después, dar un vuelco de 180 grados y eliminarla -lo cual no cayó bien en el grupo de banqueros dispuestos a negociar. Uno de los principales actores políticos que quería evitar el escenario de la cesación de pagos fue Jorge Capitanich, quien acercó esfuerzos y gente para también negociar en este tramo; el detalle enfureció a Kicillof. El propio Ministro de Economía pareció irrumpir en la noche del miércoles las negociaciones lideradas por los bancos con el fin de boicotearlas, porque habían sido impulsadas por dos de sus principales adversarios en la interna de palacio: El jefe de Gabinete y Juan Carlos Fábrega -acaso temeroso de perder poder ante los ojos de la Casa Rosada, de lo cual se desprende que las trabas no provinieron de los fondos buitres sino, antes bien, de los propios negociadores argentinos.
Ante este panorama, la única salida que le queda a Argentina es la compra total de la deuda, que asciende a U$$ 15 mil millones, puesto que los holdouts no se encuentran dispuestos a aceptar otra oferta.
Otro aspecto a considerar es el dinero que emplearían los bancos argentinos para esta operación dado que, si utilizarián dinero de los encajes bancarios, se estaría incurriendo en un fraude hacia los ahorristas. Por otra parte, quedaría al descubierto una simulación para defraudar a los bonistas que aceptaron el 93% del canje al 'gambetear' la cláusula RUFO: si se activase este mecanismo, la Casa Rosada quedaría en peor posición de deuda que con los holdouts, viéndose forzada a enfrentar juicios multimillonarios. En este sentido, la inefable Diputada Nacional Elisa Carrió envió al cierre del miércoles una misiva a Fábrega. Aunque la chaqueña no pareció comprender que, de haber resultado exitosa la rueda de negociación con los bancos con la adquisición de los títulos valores en poder de los fondos buitres, se hubiese bonificado la garantía de los ahorristas de los bancos argentinos.
El fraude en perjuicio de los tenedores de bonos que ingresaron al canje estaría dado por esa razón, en la cual quedaría a la vista que la negociación se realizó entre holdouts y bancos privados cuando, en rigor, quien está detrás de las conversaciones es el Estado Nacional. La idea del default como alternativa empezó a tomar forma hace varias semanas, dado que Cristina Fernández de Kirchner -a través de encuestas de opinión- interpretó que su alicaída imagen cosechó importantes mejorías a partir de la confrontación con los especuladores financieros internacionales. En medio de un trazado de alarmante mezquindad política (puesto que lo que está en juego es el futuro económico de la nación), el Ejecutivo prefirió cuidar y rescatar la propia imagen ante un porción de la sociedad, proponiéndose como 'víctima'. Primó esta prerrogativa, antes que la de zanjar la cuestión del pasivo con los hedge funds.
La solución a este callejón sin salida radica en la compra total de la deuda en poder de los holdouts. En las últimas horas, trascendió que JP Morgan, Citibank y otras entidades extranjeras estarían en condiciones de participar, aún cuando nada se ha definido de momento.
Mientras tanto, el default selectivo traerá aparejada una suba del dólar (especialmente el Blue), un nuevo incremento de la inflación, y la caída del negocio de pagar con tarjeta de crédito a largo plazo -lo cual conllevará una caída del consumo y la actividad. La recesión continuará su curva ascendente, llevando a un aumento de los despidos y el desempleo, variables éstas que ya venían observando un incremento desde inicios del año en curso.
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@EricNesich
Sobre Eric Nesich
Es Licenciado en Periodismo y Licenciado en Ciencia Política. Columnista de El Ojo Digital especializado en temas económicos y financieros, y aficionado a la investigación relativa a fraudes y estafas en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Argentina. Sus artículos son publicados regularmente en http://www.elojodigital.com/categoria/tags/eric-nesich. Su correo electrónico para consultas es eric.nesich@gmail.com.