Rusia intenta deshacer los acuerdos europeos pos Guerra Fría
¿Qué está en juego en Ucrania? Si las acciones de los gobiernos occidentales tuvieran más fuerza que las palabras...
¿Qué está en juego en Ucrania? Si las acciones de los gobiernos occidentales tuvieran más fuerza que las palabras, la respuesta debería ser: 'no mucho'. El alcance total de las sanciones sobre Rusia aún no ha sido impuesto, y existe renuencia a acercarse demasiado a Ucrania.
Pero, ¿qué pasaría si esta renuencia occidental fuera un error? Podríamos terminar deshaciendo la totalidad de los acuerdos pos Guerra Fría en Europa.
Vale la pena recordar de qué se trató aquella promesa de ordenamiento. Tras décadas de una Europa dividida, vimos finalmente que el continente se unió 'como un conjunto, y en libertad'. No solo se estableció la democracia, sino el Estado de derecho en áreas previamente bajo control de la ex Unión Soviética. Existía incluso la esperanza de que los valores democráticos se extendiesen a la propia Rusia. Esto no sucedió, pero nos consolamos creyendo que, al menos, Rusia había aceptado el nuevo orden para el concierto europeo, y que no lo desafiaría.
Obviamente, este tampoco fue el caso. La anexión forzada de Crimea por parte del presidente Vladimir Putin y su empleo de la fuerza para desestabilizar a Ucrania no se trata de un affaire local en lo que era un 'antiguo espacio de control de los soviéticos', sino que representa un desafío fundamental a los acuerdos europeos posteriores a la Guerra Fría en el Viejo Continente. La aceptación oficial por parte de Russia de aquel nuevo orden pudo comprobarse de muchas maneras a lo largo de los años, desde el Memorándum de Bucarest que daba forma a la independencia de Ucrania, al involucramiento de Moscú en las cumbres del G-20. Pero, ahora, está claro que Rusia se propone desafiar esos convenios.
Este es un desafío orientado hacia el corazón de la Unión Europea. La contribución de la UE al convenio pos Guerra Fría consistió en institucionalizar la democracia, el Estado de derecho y otras normas internacionales, conforme se expandía hacia el este. Ahora, el Señor Putin está diciendo: 'No vayan más allá'.
La amenaza más seria contra Europa, proveniente desde Rusia, no se corresponde con los tanques de guerra que se acumulan en las fronteras con Polonia o Latvia. Remite al modo en que Moscú socava subterráneamente la credibilidad europea como modelo viable para el espacio europeo y de Eurasia. Putin está diciéndole a su pueblo y al mundo que el modelo europeo es impostor, en tanto el presidente ruso apuesta que la adicción de la UE a la energía rusa y los acuerdos de comercio los forzará algún día a admitirlo.
Lo que está en juego, ni más ni menos, es la credibilidad del orden internacional basado en reglas democráticas para el espacio europeo. Si el Señor Putin nos impone reordenar el mapa de Europa por la fuerza -y, en efecto, Ucrania es parte de Europa-, ello no solo remite al cuestionamiento de la legitimidad del orden de la UE. De tal suerte que también se compromete a las fronteras entre el Viejo Continente y Rusia. Polonia y los Estados del Báltico viven bajo el temor constante de que sus socios de la OTAN los abandonarán. Y el Señor Putin hará lo que tenga a su disposición para incrementar ese temor.
Algunos intentan argumentar que todo lo que necesita el Señor Putin es más respeto. Hemos ido demasiado lejos, afirman, en provocar a Rusia, y que ésta es la razón por la cual Moscú está obrando desde una posición de debilidad. ¿Por qué no calmar el orgullo herido de Rusia, otorgándole una esfera de influencia desde la cual estabilizar las fronteras entre el este y el oeste?
La respuesta del Señor Putin es que él no está interesado en la estabilidad, pero sí en la desestabilización. Putin se propone mantener a Ucrania como un Estado en perpetuo desorden para, con toda probabilidad, éste desorden se una al de otros 'conflictos congelados' en Georgia, Moldova y Azerbaiján. Su idea de una esfera de influencia es recurrir a la fuerza para quebrantar un vecindario soberano, y someterlo a su imperio. Si aceptamos esta prerrogativa como 'nueva normalidad', ya se haga desde la impaciencia o desde un sentido sesgado de realismo, entonces estaríamos reconociendo tácitamente los reclamos de Moscú para establecer un nuevo orden en Europa.
Tenemos un interés en mantener el orden europeo existente, y esto incluye a lo que suceda en Ucrania. El compromiso militar podría extenderse no solo a los miembros de la OTAN, sino que la misión política de largo alcance debe coincidir con el respaldo de una Europa 'unida y en libertad'. Aquellos que buscan decir 'Adiós a todo aquello' porque piensan que vivimos en una nueva era de limitaciones desde los Estados Unidos, deberían recordar que una onza de prevención vale más que una libra de cura.
La crisis de Ucrania no se trata solo de Ucrania. Se trata de todos nosotros -y de si acaso vale la pena defender la inversión de sesenta años en una Europa libre y estable.
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2014/08/02/ukraine-crisis-just-ukraine-west-must-act/
Foto de portada: Newscom
Socio Distinguido en la Fundación Heritage, Washington, D.C., Holmes es analista de temas internacionales y política exterior. Es uno de los creadores y primer Editor del Indice de Libertad Económica que desarrollan en conjunto -y con rigor anual- la fundación y el matutino The Wall Street Journal.