El libro informa y educa: los mitos sobre el 'pueblo palestino'
El escenario de Medio Oriente parece presentarse como de sencilla comprensión...
El escenario de Medio Oriente parece presentarse como de sencilla comprensión para todos; los palestinos buscan una patria, y los musulmanes quieren controlar los sitios que consideran sagrados.
En mi rol de periodista nacido en un país árabe, y gracias a verme obligado a viajar constantemente por el globo, he terminado conociendo en profundidad el panorama de la región -habiendo sido testigo del lanzamiento de piedras y morteros. Puedo afirmar que el origen de tanta violencia y revueltas nada tiene que ver con la reivindicación de una patria por parte de los palestinos, ni tampoco con la aspiración musulmana de controlar Jerusalén.
Acaso mis comentarios generen indignación. Pero, en tal caso, quienes resulten ofendidos tendrán problemas para explicar el hecho de que, previo a la Guerra de los Seis Días de 1967, jamás se manifestó con fuerza ningún movimiento en pro de la 'independencia palestina'.
'¿Previo a 1967?', pensarán algunos. 'Pero los israelíes no habían ocupado aún Cisjordania, ni la ciudad vieja de Jerusalén'.
Y con razón; en concreto, la razón para que el Estado de Israel conquistara Judea, Samaria y Jerusalén Este nada tuvo que ver con los palestinos ni con Yasser Arafat. Lo cierto es que estos territorios habían sido ocupados por el rey Hussein de Jordania, ya en 1948. Durante el tiempo transcurrido desde entonces, quién le ha pedido al soberano hachemita que devuelva esos territorios a los palestinos? ¿Acaso Naciones Unidas ha aprobado una sola resolución sobre la cuestión?
La respuesta es -simple y llanamente-: NO.
Dicho sea de paso, ¿por qué nadie se pregunta por qué tantos palestinos descubrieron su identidad de la noche a la mañana, justo después de que Israel hubiera ganado aquella guerra?
La única verdad es que Palestina es un mito.
La denominación 'Palestina' fue empleada por primera vez en el año 135 de la era actual por el emperador romano Adriano, a quien no le bastó con borrar al pueblo judío de la faz de Judea (nada menos que la patria de este pueblo, desde hacía más de un millar de años), ni tampoco con destruir su templo en Jerusalén y que, luego de prohibir a los judíos hollar nuevamente su tierra natal, se esmeró en eliminar todo rastro de la civilización judía, bautizando su antiguo hogar con un nombre utilizado por los filisteos (pueblo al que perteneciera el personaje de Goliat).
Con aquel gesto, los romanos buscaron agraviar aún más a sus enemigos. Incluso idearon otro nombre para Jerusalén -'Alea Capitolina'-, mas el invento no tuvo el éxito esperado.
Lo concreto es que Palestina, considerada como entidad autónoma, jamás ha tenido existencia histórica.
La región bajo referencia cayó sucesivamente bajo el dominio de romanos, cruzados cristianos, musulmanes (quienes, por cierto, nunca hicieron de Jerusalén su capital), otomanos y, durante un breve período, británicos, poco después de la Primera Guerra Mundial.
Tras la Declaración de Balfour de 1917, los británicos se mostraron favorables a una cesión, cuanto menos parcial de la región, al pueblo judío, para que en ella pudiera establecer un Estado soberano.
Tampoco existe nada parecido a una 'lengua palestina'. Ni siquiera existe una cultura específicamente palestina; y lo propio puede hacerse extensivo a una Palestina gobernada por palestinos.
En rigor, los palestinos son árabes, y son inseparables de los jordanos (Jordania también fue creada recientemente, en 1922, por el Reino Unido).
Ya va siendo hora de que comprendamos que el mundo árabe controla el 99,9% de Oriente Medio, y que el Estado de Israel representa apenas el 0,1% de su superficie total.
Con todo, los árabes parecen no tener suficiente; lo quieren TODO. Y, precisamente, ello es motivo de su rechazo a Israel: la avidez.
La arrogancia, la envidia. Y la codicia.
Por eso, da igual que Israel efectúe concesiones: el mundo árabe jamás se dará por satisfecho.
Pero, ¿qué hay de los santuarios del Islam? Pues, resulta -sencillamente- que no existe siquiera uno solo en Jerusalén.
¿Resultará escandaloso, para algunos pocos, lo citado? Ya lo creo.
Y es que ningún medio de comunicación internacional se ha atrevido nunca a proferir esta verdad, porque es políticamente incorrecta.
Por cierto, conozco de memoria el argumento: 'La mezquita de al-Aqsa y el Templo de la Roca en Jerusalén, después de La Meca y Medina, son el tercer lugar sagrado de peregrinación para el Islam'.
Pero también se hace hora de afirmarlo: esto también falta a la verdad.
En realidad, Jerusalén no aparece mencionada en el Corán, mientras que La Meca es citada más de un centenar de veces. No es el caso de Jerusalén que, por contraste, sí es citada 699 veces en la Torá.
De hecho, no se conocen pruebas históricas de que el profeta Mahoma haya pisado alguna vez Jerusalén.
Siendo esto así, ¿cómo es posible que Jerusalén se haya convertido en el tercer sitio de peregrinación mundial para los musulmanes?
Actualmente, la comunidad musulmana suele remitirse a un pasaje impreciso del Corán, la sura diecisiete, que lleva por título 'El Viaje Nocturno', en donde se evoca la oportunidad en que, en sueños, Mahoma fue llevado 'del templo sacro al templo más lejano, que hemos consagrado a nuestro culto'. 'Infinito en Su Gloria es Aquel que transportó a Su siervo en la noche de la Casa inviolable de Adoración hacia la Casa Lejana de Adoración'. ¿Acaso existe alguna prueba sólida de que se alude a Jerusalén? La respuesta es: NO.
En el siglo VII, los musulmanes identificaron los dos templos mencionados en esta sura como La Meca y Jerusalén.
Esta tenue base es el único vínculo entre el Islam y Jerusalén al que, en la actualidad, la comunidad musulmana se remite. En otras palabras, un vínculo sustentado a base de sueños, imaginación, interpretaciones y mitos.
Por el contrario, el pueblo judío sí puede demostrar que su arraigo en Jerusalén se remonta a los tiempos del patriarca Abraham.
La más reciente oleada de violencia que ha padecido Israel se originó, supuestamente, en una visita del líder del Likud, Ariel Sharon, al Monte del Templo, zona en donde se hallan los cimientos del templo construído por el rey Salomón. A la postre, el sitio más sagrado del judaísmo. Sharon y su séquito fueron recibidos a pedradas e insultos.
Sé de lo que hablo, porque estuve presente allí.
¿Quién no es capaz de imaginar lo que sienten los judíos cuando son amenazados y maltratados, y cuando se les impide el acceso al lugar de culto más importante de su religión?
Llegados a este punto, estimo que nadie es capaz de aportar una solución duradera para este complicado panorama.
Pero, si de algo estoy convencido, es que el primer paso debería consistir en decir la verdad, conforme continuar prodigando mentiras solo contribuirá a agravar aún más el caos actual.
En contrario, seguir difundiendo reivindicaciones espurias para despreciar el legítimo derecho que cinco mil años de historia otorgan a los judíos -un derecho cimentado, además, en pruebas históricas y arqueológicas irrefutables- solo conduce a agravar la pésima reputación de esta diplomacia de mentirosos.
En tiempos de Mahoma, muerto en el año 632 de la era cristiana, Jerusalén era una ciudad cristiana del reino bizantino.
No sería conquistada por el califa Omar hasta seis años después. Durante ese período, la ciudad solo albergaba iglesias y, en el Monte del Templo, se levantaba la iglesia bizantina de Santa María. Hacia el año 711 -esto es, ochenta años después de la desaparición física de Mahoma-, la iglesia fue transformada en mezquita, y bautizada al-Aqsa para, de esta manera, sustanciar la incomprensible sura 17 del Corán. Por tanto, al momento de redactar el Corán, Mahoma jamás pudo haberse referido a esa mezquita, fundada tres generaciones después de su muerte.
Por lo demás, Mahoma jamás manifestó simpatía por Jerusalén. En cierta oportunidad, autorizó a sus seguidores a rezar en dirección a Jerusalén durante unos meses, con la idea de convencer a los judíos de convertirse al Islam. Al ver que su iniciativa fracasaba, el 12 de febrero de 624 impuso la prohibición de rezar en dirección a Jerusalén.
En conclusión, Jerusalén jamás fue un sitio sagrado para los musulmanes.
Referencias
Artículo del investigador Raphael Aouate sobre el libro 'Viaje a Palestina', escrito por Hadrian Reland, cartógrafo, geógrafo, filólogo y profesor de filosofía holandesa. 'Viaje a Palestina' fue escrito en 1695 por Reland, y porta el subtítulo en latín 'Palaestina ex Monumentis Veteribus Illustrata'. La obra puede ser consultada en la Universidad de Haifa y en Google e-books (http://bit.ly/1r41XM0). El trabajo de Reland consolida, en base a investigaciones desarrolladas in situ, la tesis de la presencia mayoritaria de judíos en la tierra de referencia, unos pocos cristianos y una extremadamente reducida proporción de musulmanes -la mayoría de ellos, beduinos (nómades).
Otras conclusiones de interés y rigor histórico del cartógrafo:
- Ninguna localidad de aquel entonces porta nombre árabe o de fuente árabe; la gran mayoría de sus ciudades y pueblos tiene nombre hebreo, unas pocas en griego o latín.
- Prácticamente ninguna ciudad que ahora posee nombre árabe lo poseía en ese moméntum histórico, ni Haifa, ni Yafo ni Nablus (Shehem), ni Gaza ni Jenin.
- No existe rastro, en el trabajo de Reland, de fuentes históricas o filológicas establecidas a partir de identificaciones en idiomas árabes, más tardías, Ramallah, Al Halil (Hebrón), o al-Quds (Jerusalén).
- En 1696, Ramallah se llamaba 'Beteilé' (denominación hebrea, 'Bet El')
- La mayoría de las ciudades se compone de judíos, con excepción de Nablus (Shehem), que contaba con 120 personas de una misma familia musulmana, los 'Natashe', así como 70 samaritanos.
- En Jerusalén, con más de cinco mil habitantes, la mayoría era judía, y contaba unos pocos cristianos
-Reland evoca solo unas pocas familias aisladas de beduinos musulmanes, que constan de trabajadores temporales estacionales, dedicados a la agricultura o a la construcción.
- En Gaza, la composición social era de 550 personas, siendo el 50% judíos y el 50% remanente, cristianos.
- Una de las conclusiones más prominentes de la investigación es la contradicción final e inaceptable proporcionada por los argumentos árabes, a saber, la afirmación de la pretendida legitimidad palestina, o incluso de un 'pueblo palestino'. Demostración consolidada a partir del hecho de que un nombre latino, el de 'Palestina', fue adquirido por los árabes.
De nacionalidad argentina, Zoine es un ex oficial de inteligencia, especialista en acciones de contrainteligencia táctica y estratégica. Ha participado activamente en la investigación de atentados terroristas ingeniados y ejecutados por el fundamentalismo islámico en numerosos países. Es diplomado en Religiones Comparadas.