Los peligros de ignorar la ciencia económica
La Argentina vuelve a ir a contramano del mundo, y también de la ciencia económica. Podrá señalarse que otros países...
09 de Septiembre de 2014
La Argentina vuelve a ir a contramano del mundo, y también de la ciencia económica. Podrá señalarse que otros países padecen sus propias crisis, como Estados Unidos o aquellos que pertenecen a la Unión Europea, pero en todos ellos se encuentra garantizada la estabilidad monetaria. El largo estancamiento que posiblemente sufran se debe a que también ignoran las lecciones de la “buena” economía, pero a un nivel relativamente menor que el caso argentino.
El gobierno de la República Argentina somete innecesariamente a la sociedad a un nivel de inflación cuyas causas ya son conocidas por todos en la profesión. Mercedes Marcó del Pont o Axel Kicillof podrán discutir que el desequilibrio monetario causa inflación, pero esto choca contra uno de los mayores consensos con los que hoy cuenta la profesión. De ahí que la inflación sea un problema erradicado en casi todo el mundo. Los controles de precios también han mostrado ser una política inútil contra este proceso inflacionario. La ciencia económica desaconseja paliar la inflación con esta herramienta.
La Administración kirchnerista tampoco se preocupa por el “equilibrio fiscal”, aspecto fundamental en los tratados de finanzas públicas. Mientras exista desequilibrio en este frente, el gasto excesivo deberá ser financiado por dos vías: deuda, que le es negada al gobierno por el default que lo acompaña desde sus inicios, o emisión monetaria, que justamente es la causa de las constantes subas de precios, e indirectamente también de los cada vez más frecuentes conflictos sociales y huelgas. Es simple concluir que si el déficit fiscal se agrava, bajo estas condiciones se agravará la inflación.
En el plano cambiario, el gobierno promueve un proteccionismo extremo, lo que ha provocado un llamado de atención de la OMC. Se podrá decir que todos los países aplican algún tipo de intervencionismo en el comercio internacional, pero la Argentina ha abusado de esta herramienta, y ha traspasado todos los límites. Por un lado, restringe la libertad individual de que la gente acceda a la compra de divisas; por otro, impide la exportación de ciertos productos como la carne o la importación de productos básicos e insumos. La operatoria de las empresas es cada vez más compleja.
El gobierno insiste que este modelo es inclusivo, 'para todos', pero queda claro que el proteccionismo protege a algunos a expensas de otros. Desde Adam Smith en adelante, los economistas sabemos que el mercantilismo beneficia a algunos industriales amigos, a la vez que perjudica a los consumidores que deben pagar más por productos y servicios de peor calidad.
Reconocer que los problemas de inflación, déficit fiscal, estancamiento o recesión, desempleo en aumento, conflictos sociales continuos y huelgas son la consecuencia lógica de la política económica que la actual gestión en economía provoca, debería conducir a este gobierno o al próximo a buscar un cambio de modelo.
Concretamente, se requiere lo siguiente:
i) Un presupuesto base cero para alcanzar la eficiencia del gasto público que pueda ser sostenible en el largo plazo.
El gobierno de la República Argentina somete innecesariamente a la sociedad a un nivel de inflación cuyas causas ya son conocidas por todos en la profesión. Mercedes Marcó del Pont o Axel Kicillof podrán discutir que el desequilibrio monetario causa inflación, pero esto choca contra uno de los mayores consensos con los que hoy cuenta la profesión. De ahí que la inflación sea un problema erradicado en casi todo el mundo. Los controles de precios también han mostrado ser una política inútil contra este proceso inflacionario. La ciencia económica desaconseja paliar la inflación con esta herramienta.
La Administración kirchnerista tampoco se preocupa por el “equilibrio fiscal”, aspecto fundamental en los tratados de finanzas públicas. Mientras exista desequilibrio en este frente, el gasto excesivo deberá ser financiado por dos vías: deuda, que le es negada al gobierno por el default que lo acompaña desde sus inicios, o emisión monetaria, que justamente es la causa de las constantes subas de precios, e indirectamente también de los cada vez más frecuentes conflictos sociales y huelgas. Es simple concluir que si el déficit fiscal se agrava, bajo estas condiciones se agravará la inflación.
En el plano cambiario, el gobierno promueve un proteccionismo extremo, lo que ha provocado un llamado de atención de la OMC. Se podrá decir que todos los países aplican algún tipo de intervencionismo en el comercio internacional, pero la Argentina ha abusado de esta herramienta, y ha traspasado todos los límites. Por un lado, restringe la libertad individual de que la gente acceda a la compra de divisas; por otro, impide la exportación de ciertos productos como la carne o la importación de productos básicos e insumos. La operatoria de las empresas es cada vez más compleja.
El gobierno insiste que este modelo es inclusivo, 'para todos', pero queda claro que el proteccionismo protege a algunos a expensas de otros. Desde Adam Smith en adelante, los economistas sabemos que el mercantilismo beneficia a algunos industriales amigos, a la vez que perjudica a los consumidores que deben pagar más por productos y servicios de peor calidad.
Reconocer que los problemas de inflación, déficit fiscal, estancamiento o recesión, desempleo en aumento, conflictos sociales continuos y huelgas son la consecuencia lógica de la política económica que la actual gestión en economía provoca, debería conducir a este gobierno o al próximo a buscar un cambio de modelo.
Concretamente, se requiere lo siguiente:
i) Un presupuesto base cero para alcanzar la eficiencia del gasto público que pueda ser sostenible en el largo plazo.
ii) En base a ese nivel “óptimo” de gasto, habrá que alcanzar un nivel de recaudación tributaria en posibilidad de sostenerlo pero, si nos basamos en un “gobierno limitado”, habrá espacio para eliminar los derechos de exportación y reducir el IVA a la mitad, de acuerdo a las política tributaria que la mayoría de los países aplican. Nótese que la presión tributaria argentina es la más alta de la región y llega a más que duplicar la de algunos países.
iii) Habrá que avanzar en la eliminación de las restricciones cambiarias y permitir una dolarización espontánea, si esto es lo que la gente desea. Tratar como un criminal a quien huye del peso para evitar perder poder adquisitivo constituye un verdadero crimen.
iv) También será necesario recuperar el libre comercio, habilitando por ejemplo a los productores ganaderos a exportar carne, o a los importadores a contar con los insumos que necesitan para ser eficientes en los procesos de producción. Sólo de esa forma puede iniciarse un camino que nos permita competir a nivel global.
v) Habrá que flexibilizar el mercado laboral para que vuelvan a surgir empresas que creen empleo y terminen de una vez con esta destrucción de capital y de trabajo.
vi) Será fundamental avanzar hacia un federalismo real y con correspondencia fiscal para que los gobernadores vuelvan a ser actores centrales en la economía argentina y abandonen su rol pasivo, terminando con el poder central que tanto daño ha hecho a las economías regionales.
De más está decir que esta simple enunciación de políticas no persigue ser exhaustiva. Sólo comentar en el presente texto periodístico que un modelo diferente es posible y ya necesario, y que contradecir la ciencia económica arriba con sus costos políticos y sociales.
Para cerrar, vale recordar que la inflación, el desempleo creciente, la recesión o estancamiento, la fuga de capitales, o el default son todos problemas que la mayoría de los países de la región no tienen, en virtud de la coyuntura favorable que aún acompaña a la Argentina.
iii) Habrá que avanzar en la eliminación de las restricciones cambiarias y permitir una dolarización espontánea, si esto es lo que la gente desea. Tratar como un criminal a quien huye del peso para evitar perder poder adquisitivo constituye un verdadero crimen.
iv) También será necesario recuperar el libre comercio, habilitando por ejemplo a los productores ganaderos a exportar carne, o a los importadores a contar con los insumos que necesitan para ser eficientes en los procesos de producción. Sólo de esa forma puede iniciarse un camino que nos permita competir a nivel global.
v) Habrá que flexibilizar el mercado laboral para que vuelvan a surgir empresas que creen empleo y terminen de una vez con esta destrucción de capital y de trabajo.
vi) Será fundamental avanzar hacia un federalismo real y con correspondencia fiscal para que los gobernadores vuelvan a ser actores centrales en la economía argentina y abandonen su rol pasivo, terminando con el poder central que tanto daño ha hecho a las economías regionales.
De más está decir que esta simple enunciación de políticas no persigue ser exhaustiva. Sólo comentar en el presente texto periodístico que un modelo diferente es posible y ya necesario, y que contradecir la ciencia económica arriba con sus costos políticos y sociales.
Para cerrar, vale recordar que la inflación, el desempleo creciente, la recesión o estancamiento, la fuga de capitales, o el default son todos problemas que la mayoría de los países de la región no tienen, en virtud de la coyuntura favorable que aún acompaña a la Argentina.
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@AdrianRavier
Sobre Adrián Ravier
Es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín. Publica periódicamente en el sitio web en español del think tank The Cato Institute y medios nacionales.