POLITICA: MATIAS E. RUIZ

Destrucción mutua asegurada

Marzo de 2013. 'Tenemos a Messi, a Máxima [Reina de Holanda] y, ahora, al Papa Francisco', afirmaba...

03 de Octubre de 2014

'Nunca debe confundirse caos con fluidez'

(Truxton Spangler)

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Marzo de 2013. 'Tenemos a Messi, a Máxima [Reina de Holanda] y, ahora, al Papa Francisco', afirmaba -casi bordeando las lágrimas- la señora que, junto a cientos de personas, se agolpaba frente a la Catedral porteña para celebrar la reciente designación de Jorge Bergoglio como cabeza visible de la Iglesia Católica Apostólica Romana. La respetable ciudadana, después de todo, no había hecho otra cosa que refritar un costumbrismo firmemente arraigado en el inconsciente colectivo argentino, esto es, aferrarse a un exitismo vacuo a partir la concatenación forzada de variables sin relación aparente. Un año y medio más tarde, continúa representando un verdadero desafío explicarle a la referida señora que el correr de la pelota en un Mundial no exhibe utilidad práctica comprobable a la hora de morigerar la inflación, atenuar el desempleo o reducir los crecientes índices del delito en este país. Tampoco sería fácil tomarse unos minutos para refrescarle a la poco informada protagonista de ocasión que, hacia fines del próximo-pasado mes de julio, el Reino de Holanda decidió liberar al ciudadano venezolano Hugo Carvajal (figura clave del espionaje y el sistema represivo bolivariano de Caracas y buscado por el gobierno de los Estados Unidos de América bajo acusaciones de narcotráfico y lavado de dinero); Carvajal había sido retenido en Aruba bajo requerimiento del establishment contraterrorista y antinarcóticos del área de Washington D.C., pero el Reino liderado por Máxima y Guillermo terminó presionando sobre Orangestaad con miras a que el funcionario chavista tenga vía libre para retornar a su país. Con el poco verosímil argumento de la violación del Tratado Consular entre Venezuela y los Países BajosAmsterdam se propuso ocultar el sencillo hecho de que la economía de sus territorios de ultramar en el Mar Caribe no podría permitirse el lujo de prescindir de los pingües dividendos retornados por la bancarización del dinero ilícito (lindante con el contrabando de estupefacientesarmas y el correlativo lavado de activos, prolegómenos en los que siempre dan el 'presente' las luminarias del gobierno bolivariano). Ergo, a Hugo Carvajal debió permitírsele continuar con su periplo; regresó a Caracas para ser investido por el régimen de Nicolás Maduro con honores de 'héroe nacional'. Holanda hubiese perdido su parte de los fondos que el chavismo evapora del sistema financiero de Venezuela, cuyos prolíficos embajadores trabajan con esmero para desangrar al país y, así, engrosar sus cuentas basadas en paraísos fiscales.

El candoroso sacerdocio de Su Santidad Francisco merece un capítulo aparte. Con sus guarismos y su propia salud cotizando a la baja, Bergoglio ha comenzado a ser cuestionado con dureza por los argentinos, a partir de su intempestivo respaldo hacia la agenda política de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner. Con sus capacidades intelectuales rezagadas por la enfermedad, el Sumo Pontífice envía la imagen equivocada, presentándose como amigo entrañable no solo de CFK, sino de Guillermo Moreno; fraternizando con Daniel Osvaldo Scioli y contemporizando con la vanguardia camporista del Gobierno Nacional, expresionismo de una ortodoxia sectaria que ha hecho del desenfreno de corruptela y de la fractura social un credo irrenunciable. Hay quienes estiman que la estrella de Francisco comenzó a apagarse en el preciso momento en que decidió tomar partido por las posturas abolicionistas frente al delito, abogando a viva voz por la seguridad personal del asaltante a mano armada o por la del adicto que ultima a sus víctimas sin mediar palabra. Mientras tanto, el desvarío papal definitivo gana empuje en la negociación manufacturada junto a la viuda de Kirchner, gracias a la cual el Nuevo Código Civil y Comercial dejará intactas ciertas consideraciones relativas al aborto, a cambio de avalar violaciones futuras en perjuicio de la propiedad privada y de tolerar la neutralización de la responsabilidad de funcionarios públicos frente a actos de corrupción. Más cerca de los pastores que del rebaño, y empantanado en declaraciones laberínticas entrecruzadas con el galimatías retórico, Francisco se parece más un rockstar extraviado que deambula a ciegas y a los trompicones por los milenarios escondrijos de la Ciudad Eterna. Conclusión dolorosa, aunque irrebatible: el Santo Padre oficia, a lo mucho, como una variable más en la cosmovisión paranoico-esquizoide de Cristina Fernández; la cercanía de ésta con Roma le viene de perillas para asignarle una cuota de espaldarazo divino a los prolegómenos más cuestionables de su bosquejo autoritario. Complementariamente, la fascinación emotivo-adictiva de la propaganda oficial cuaja mucho mejor en las mentes débiles del electorado del Frente Para la Victoria cuando existe un Papa que la respalda. Finalmente, las ingenuas proclamas de Bergoglio sobre ISIS invitan al terrorismo a reconsiderar a la Argentina como territorio idóneo para la preparación y ejecución de novedosos atentados; mientras que la ciudadanía del jefe de la Iglesia serviría como justificativo o combustible para represalias en estas latitudes, los eminentes déficits del sistema de seguridad y de inteligencia nacional también contribuyen al alerta. Para Francisco, la carta del terrorismo nuclear no amerita cautela -en clara contraposición a la postura de los servicios de información occidentales, que sí evalúan escenarios en los que ISIS y sus franquicias puedan perfectamente canalizar fondos hacia la adquisición de armas de destrucción masiva.

Ya en el plano autóctono, la eyección del probadamente inepto Juan Carlos Fábrega del Banco Central ha allanado el camino para el ingreso de Alejandro Vanoli, un burócrata sin mayores antecedentes, exitoso a la hora de convertir a la Comisión Nacional de Valores en un esperpento tolerante con el fraude bursátil. Vanoli aterriza en el BCRA con dos misiones -impuestas por la Presidente-: imprimir billetes hasta que se avecine el final del ciclo y reforzar un Estado policial que persiga penalmente a los players del Contado con Liquidación (CCL). Su recientemente estrenada proposición de aumentar las tasas de interés para retener depósitos blanquea una confesión, a saber, que la Casa Rosada prevé una feroz corrida bancaria de cara a los próximos noventa días. Territorio fatigoso en donde es plausible colegir que, mientras Cristina Kirchner no exhibe reparos a la hora de tensionar los precios de la garrafa para el rezagado social, sigue garantizándole a los sectores medios y altos viajes al exterior y compras con tarjeta de crédito a precios irrisorios en pesos devaluados.

La guerra de carpetazos, por su parte, ha abandonado el frente interno para instalarse como combustible de cruentas intrigas palaciegas. Axel Kicillof busca apuntalar su cosecha, desbancando a Ricardo Echegaray de la AFIP; pero los cercanos al cabecilla de Impuestos entienden que, para el Ministro de Economía, ese plan será de imposible cumplimiento. Muchos en el seno del gobierno siguen sin extrapolar que Echegaray cuenta con el aparato de espionaje más efectivo del país, que no solo releva y acopia abundante información personal de identidades célebres en el espectro opositor, el campo o el empresariado, sino también de personajes del oficialismo. Los analistas políticos pueden imaginar ahora cuál es la fuente que ha liberado reportes sobre las obscuras maniobras de inside-trading que tienen a Kicillof por protagonista central. Acaso certificando la veterana expresión de Alejandro Dumas: 'La diferencia entre la traición y el patriotismo es solo cuestión de fechas'. Como si los altos funcionarios de AFIP pudieran eludir sus nutridas correspondencias con operadores subterráneos portadores de nombre y apellido, que bien saben aprovechar las ventajas del spread cambiario en el mercado paralelo.

Como no podría ser de otra manera, del viejo costumbrismo del hacinamiento de carpetas también toma parte el General César Milani; a sabiendas de que nadie puede garantizarle un futuro en las listas de legisladores del Frente Para la Victoria en 2015 -con lo cual difícilmente pueda hacerse de la tan ambicionada inmunidad-, el jefe del Ejército Argentino ha montado su propio sistema de advertencias. En su voluminoso archivo, referentes de oposición, magistrados y hasta funcionarios del oficialismo son clasificados como 'personas de interés'. Insoslayable moraleja: los jueces apretables no exhiben utilidad práctica para la república, toda vez que sus decisiones son pasibles de ser encaminadas con un simple llamado de teléfono o con la presentación de un elocuente book de fotografías. ¿Son realmente imprescindibles para el bienestar y la seguridad de la sociedad argentina magistrados como Ricardo Lorenzetti, María Romilda Servini de Cubría, Norberto Oyarbide, Rodolfo Canicoba Corral, Eugenio Raúl Zaffaroni o Elena Highton de Nolasco? Lo actuado históricamente por los mencionados invita a presuponer lo contrario.

Por primera vez en los treinta años de esta pretendida democracia, una Administración se ve obligada a convivir con la explosión simultánea de variables sociales y macroeconómicas de importancia: conviven en este inaudito cóctel el overshooting cambiario (con potencial para mutar en corrida bancaria), extendidos cortes de energía, el escenario megainflacionario, el quiebre de las finanzas públicas, el crecimiento exponencial del delito, el estado de conmoción en la órbita sindical, y la programada fractura ideológica del entramado social -carburante para el estallido-. Panorama que ha convencido a la Presidente de mantener el poder a cualquier precio (aún más allá de 2015), a fuer de evitar que su persona termine siendo objetivo central del escarnio en el futuro. Tal como sucediera con sus otrora pares, que se vieron forzados a emprender la retirada en medio del siniestro.

 

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.