España y la Era Rajoy: más gasto y más impuestos
Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2015 serán los últimos que elabore Rajoy con mayoría absoluta.
09 de Octubre de 2014
Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2015 serán los últimos que elabore Rajoy con mayoría absoluta. En tal caso, pueden servirnos para enjuiciar la austeridad practicada por un Gobierno del PP 'sin ataduras' durante la presente legislatura. Y a este respecto, el titular resulta obvio: la deuda está devorando al Gobierno de España. No ya porque, según el propio Ejecutivo, en 2015 la ratio de deuda sobre el PIB vaya a superar el 100% (sin trucar el PIB con drogas y prostitución sería el 103%), convirtiendo a Rajoy en el gobernante que más habrá incrementado la deuda pública en toda nuestra historia (sí, más que José Luis Rodríguez Zapatero), sino por algo mucho más elemental: el aumento de los pasivos gubernamentales acaecido durante la era Rajoy habrá contrarrestado totalmente los moderados recortes aprobados en el resto de partidas de gasto del Gobierno central.
Podemos observarlo fácilmente con la siguiente tabla: el gasto total presupuestado por el Gobierno de Rajoy para 2015 será básicamente el mismo que el presupuestado por Zapatero para 2011, a saber,161.992 millones de euros frente a 162.980,7 (un recorte de apenas el 0,7%). La razón, empero, no es que no se hayan producido recortes en los gastos ministeriales: entre 2011 y 2015, el gasto agregado de los Ministerios se habrá reducido un 20%, esto es, 16.200 millones de euros.
La razón, por el contrario, es que los intereses de la deuda pública aumentan en 8.100 millones de euros, las pensiones de los empleados públicos (clases pasivas) en 2.700 millones y las transferencias a ayuntamientos, autonomías y la Unión Europea en 4.500 millones.
En conjunto, pues, lo comido por lo servido: las obligaciones financieras (intereses de la deuda), las obligaciones previsionales hacia los empleados públicos (clases pasivas) y las obligaciones derivadas de los acuerdos de financiación con otras administraciones (ayuntamientos, autonomías y UE) han aumentado tanto como se ha reducido el gasto ministerial.
Como resultado, todo el ajuste del déficit del Gobierno central que se programa experimentar entre 2011 y 2015 (cerca de 25.000 millonesde euros) habrá procedido de un aumento de los impuestos a los españoles (no entro a valorar ahora mismo la verosimilitud de las previsiones de ese ajuste: tan sólo constato que el objetivo del Gobierno central es cargar todo el ajuste vivido durante esta legislatura sobre las espaldas de los contribuyentes).
Es más, si añadimos el presupuesto de la Seguridad Social al presupuesto del Gobierno central, nos encontramos no sólo con que elgasto total del sistema no decrece, sino que aumenta de manera muy sustancial: en concreto, en 10.700 millones de euros (un 3,7% más que en 2011).
Por consiguiente, tan sólo el aumento del gasto derivado de las obligaciones previsionales hacia empleados públicos y trabajadores en el sector privado (que creció en 14.400 millones entre 2015 y 2011) prácticamente arrambló con toda la “austeridad” del gasto ministerial: esto es, la partida presupuestaria que más se sobredimensionó no fueron ni los intereses de la deuda, ni la financiación territorial, sino las pensiones públicas (de hecho, aunque el gasto en intereses y en financiación territorial no hubiera aumentado, el gasto total de 2015 superaría al de 2011 por la sola influencia de las pensiones).
La lección a aprender de estas cifras debería ser obvia: el brutal desequilibrio presupuestario que vivía España en 2011 (y que en su mayor parte sigue viviendo a día de hoy) sólo podía solventarse por el lado del gasto afrontando una revisión inmediata y omnicomprensiva del modelo de Estado y, en particular, del modelo de Estado de Bienestar (tal como propusimos algunos en su momento).
En 2012 resultaba urgente revisar el modelo de financiación autonómica y municipal y, sobre todo, recortar las pensionespúblicas. Rajoy, como socialdemócrata que es, se negó a hacerlo: en su lugar, optó por parchear las cuentas públicas recortando moderadamente el gasto ministerial para así venderles a los ciudadanos un profundo ejercicio de austeridad que, en realidad, jamás practicó.
Como consecuencia, los desembolsos en intereses, en pensiones y en transferencias territoriales siguieron aumentando hasta absorber cualquier tímido recorte ejecutado en otras partidas del presupuesto. Y si el gasto total del sistema no baja sino que sube, la única forma de cuadrar las cuentas es una: machacar con muchos más impuestos a los ciudadanos.
Ése, la numantina resistencia a reducir profundamente el gasto y la desenfrenada voracidad por multiplicar los impuestos a los ciudadanos, es el verdadero resumen de la primera legislatura de Mariano Rajoy. Nula austeridad por el lado del gasto; brutal parasitismo por el lado de los ingresos.
Podemos observarlo fácilmente con la siguiente tabla: el gasto total presupuestado por el Gobierno de Rajoy para 2015 será básicamente el mismo que el presupuestado por Zapatero para 2011, a saber,161.992 millones de euros frente a 162.980,7 (un recorte de apenas el 0,7%). La razón, empero, no es que no se hayan producido recortes en los gastos ministeriales: entre 2011 y 2015, el gasto agregado de los Ministerios se habrá reducido un 20%, esto es, 16.200 millones de euros.
La razón, por el contrario, es que los intereses de la deuda pública aumentan en 8.100 millones de euros, las pensiones de los empleados públicos (clases pasivas) en 2.700 millones y las transferencias a ayuntamientos, autonomías y la Unión Europea en 4.500 millones.
En conjunto, pues, lo comido por lo servido: las obligaciones financieras (intereses de la deuda), las obligaciones previsionales hacia los empleados públicos (clases pasivas) y las obligaciones derivadas de los acuerdos de financiación con otras administraciones (ayuntamientos, autonomías y UE) han aumentado tanto como se ha reducido el gasto ministerial.
Como resultado, todo el ajuste del déficit del Gobierno central que se programa experimentar entre 2011 y 2015 (cerca de 25.000 millonesde euros) habrá procedido de un aumento de los impuestos a los españoles (no entro a valorar ahora mismo la verosimilitud de las previsiones de ese ajuste: tan sólo constato que el objetivo del Gobierno central es cargar todo el ajuste vivido durante esta legislatura sobre las espaldas de los contribuyentes).
Es más, si añadimos el presupuesto de la Seguridad Social al presupuesto del Gobierno central, nos encontramos no sólo con que elgasto total del sistema no decrece, sino que aumenta de manera muy sustancial: en concreto, en 10.700 millones de euros (un 3,7% más que en 2011).
Por consiguiente, tan sólo el aumento del gasto derivado de las obligaciones previsionales hacia empleados públicos y trabajadores en el sector privado (que creció en 14.400 millones entre 2015 y 2011) prácticamente arrambló con toda la “austeridad” del gasto ministerial: esto es, la partida presupuestaria que más se sobredimensionó no fueron ni los intereses de la deuda, ni la financiación territorial, sino las pensiones públicas (de hecho, aunque el gasto en intereses y en financiación territorial no hubiera aumentado, el gasto total de 2015 superaría al de 2011 por la sola influencia de las pensiones).
La lección a aprender de estas cifras debería ser obvia: el brutal desequilibrio presupuestario que vivía España en 2011 (y que en su mayor parte sigue viviendo a día de hoy) sólo podía solventarse por el lado del gasto afrontando una revisión inmediata y omnicomprensiva del modelo de Estado y, en particular, del modelo de Estado de Bienestar (tal como propusimos algunos en su momento).
En 2012 resultaba urgente revisar el modelo de financiación autonómica y municipal y, sobre todo, recortar las pensionespúblicas. Rajoy, como socialdemócrata que es, se negó a hacerlo: en su lugar, optó por parchear las cuentas públicas recortando moderadamente el gasto ministerial para así venderles a los ciudadanos un profundo ejercicio de austeridad que, en realidad, jamás practicó.
Como consecuencia, los desembolsos en intereses, en pensiones y en transferencias territoriales siguieron aumentando hasta absorber cualquier tímido recorte ejecutado en otras partidas del presupuesto. Y si el gasto total del sistema no baja sino que sube, la única forma de cuadrar las cuentas es una: machacar con muchos más impuestos a los ciudadanos.
Ése, la numantina resistencia a reducir profundamente el gasto y la desenfrenada voracidad por multiplicar los impuestos a los ciudadanos, es el verdadero resumen de la primera legislatura de Mariano Rajoy. Nula austeridad por el lado del gasto; brutal parasitismo por el lado de los ingresos.
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@JuanRallo
Sobre Juan Ramón Rallo Julián
Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista en ElCato.org. Es Licenciado en Derecho y Licenciado en Economía (Universidad de Valencia).