Daniel Scioli y Karina Rabolini: negocios riesgosos, en formato offshore
Es factible que Daniel Osvaldo Scioli -autoproclamado aspirante a ocupar la Casa Rosada...
¿Por qué no debería ser la realidad más extraña que la ficción? La ficción, al fin y al cabo, ha de tener sentido.
Mark Twain
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Es probable que Daniel Osvaldo Scioli -autoproclamado aspirante a ocupar la Casa Rosada desde 2015- aún no se haya notificado: sin haber comenzado realmente a desandar el camino hacia el sillón de Rivadavia, éste ya se presenta en extremo escarpado. Hace cuestión de semanas, un enigmático cameraman capturó en zona restringida el instante en que el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires hacía pie en un aeropuerto del Estado americano de La Florida. El episodio comparte dos consideraciones, a saber; la primera -más binaria-: que Scioli fue víctima de una operación de espionaje cuyo fin no declarado era exponer el carácter poco claro de su visita a EE.UU., con miras a participar de un encuentro de la Clinton Foundation. A caballo de esta narrativa se ha subido un cúmulo de plumas periodísticas tradicionalmente apegados al riñón sciolista; presumen éstos que la maniobra -palabras más, palabras menos- buscó esmerilar su proyección presidencial. La segunda consideración sobrevuela ribetes bastante más complejos. Pasa por alto el hecho de que el material en video fue manufacturado convenientemente por individuos vinculados al personal de nacionalidad cubana que se desempeña en la embajada de la República Argentina en Washington, D.C. Así, pues, la variable de la seguridad nacional vuelve a entrometerse en los asuntos políticos de la República: la pregunta (que se esboza obvia): ¿qué negocio usufructúan los agentes de inteligencia a sueldo del régimen castrista en la mansión argentina en Embassy Row? A la hora de hurgar por respuestas, ¿por qué no trazar algún tipo de paralelo con la influencia cubana registrada en Venezuela? Los agentes del FBI destinados a contrainteligencia continuarán fotografiando a los singulares personajes que egresan y egresan de la sede argentina.
Finalmente -y ya ingresando en una órbita más terrenal-, la embestida oficialista contra la persona del Gobernador no solo parece venirle de perillas a Florencio Randazzo (otro protagonista insalvable del tenso aquelarre del Frente Para la Victoria) sino también a Mauricio Macri y a Sergio Massa. Y si en los circuitos de Balcarce 50 se sonríen ante las pistas sobre la autoría del 'video del aeropuerto' -que apuntan hacia la Presidente-, nadie debería hacerse el distraído.
Los prolegómenos del culebrón hacen de socarrones divisores de aguas: por un lado, revista el periodismo pro-sciolista, que no ahorra munición a la hora de presentar al Gobernador como la víctima de una operación. En otro plano, militantes enrolados en el camporismo comienzan a hacer de los inenarrables desbarajustes de Scioli un festín sin paralelo. Infortunadamente para el victimizado de oportunidad, emerge la bala de plata que podría licuar sus aspiraciones. Porque -al decir de los letrados- nadie puede alegar la propia torpeza para justificar el desvarío. A la postre, el peor de los errores políticos: ponerse a todo el mundo de sombrero, haciendo confluír a un conjunto de oponentes, al unísono, en la vereda de enfrente. Desde luego que no es éste el modo más inteligente de arrancar una campaña presidencial.
Tampoco aportan sinergia positiva a Daniel Scioli ciertos detalles y documentación que comprometen a la figura de su esposa, Karina Rabolini. La ex modelo y empresaria (cuestionada en reiteradas oportunidades por la explotación de recursos públicos para actividades comerciales privadas) hace las veces de presidente de la Fundación Banco Provincia, o Fundación BaPro. Adicionalmente, el sitio web de Rabolini hace mención al programa Una Mirada para los Niños, que consiste en una serie de revisaciones oftalmológicas para alumnos de escuelas públicas en la Provincia que culminan con la entrega de lentes a los jóvenes beneficiarios. El esquema incluso cuenta con el visto bueno del Ministerio de Salud provincial, en la figura del Dr. Alejandro Collia.
Pero el programa de referencia remite a un obscuro conglomerado de sociedades con formato offshore, y a demasiadas preguntas. Por principio, destaca la constitución de la firma Global Eyewear Corporation en el Estado de Florida -datada el 21 de julio de 2014 [acceder a documentos al pie del texto]-, en cuyo directorio la propia Karina Rabolini revista junto a Alejandro Kacheroff, Marcelo Atalah y Martin Meyer. Mientras Kacheroff es el agente a cargo de la registración, declara domicilio en Fort Lauderdale, Fla., y se presenta como titular de la firma BK Frames Corp., que exhibe por finalidad la comercialización de marcos para anteojos. Entre otras, también se halla vinculado a la constitución de Optiusa, Llc. y TVG Group, Corp. Los productos se fabrican en la subsidiaria de BK Frames en el polo industrial de Wenzhou, provincia de Zhejiang, en la República Popular China -conforme se inscribe en el sitio web de la empresa. Al cierre, y provisto que tanto Global Eyewear como BK Frames presentan idénticos domicilios (en el 14350 NW de 56 Court, Opa Locka, Florida), se vuelve difícil disociar la participación de la cónyuge y socia política de Scioli en el negocio. Por su parte, Atalah (vicepresidente de Global Eyewear, y antes ejecutivo de la firma +Vision para Latinoamérica) suele mostrarse con frecuencia junto a Rabolini en los kits de prensa compartidos por la Fundación BaPro, al momento de entregar los anteojos a los destinatarios finales.
Cualquier mirada mínimamente suspicaz podría evaluar sin mayor titubeo que la Señora del Gobernador es parte activa de una grisácea congregación de entrepreneurs en la esfera privada, que ha tenido por objetivo montar un negocio formidable en el rubro de la óptica. Lo cual no tendría nada de cuestionable, si no fuera porque los protagonistas recurren alegremente a estructuras públicas (Banco Provincia, Fundación BaPro) para consolidarlo. Mientras tanto, la variable del ocultamiento se corporiza en los intentos desesperados del propio Daniel Scioli -por interpósitas personas- para evitar que la información llegue al dominio público. ¿Necesita la Primera Dama de la Provincia de Buenos Aires registrar firmas comerciales fuera del país para hacer negocios fronteras adentro? Se presume que no. ¿Explota Rabolini su afinidad por la res pública con miras a montar negocios en la esfera privada? Todo parece indicar que sí. Y a las notas marginales también sirve remitirse: la página web de la partenaire de Scioli invita, en la sección de contacto, a comunicarse con un correo de Fundación BaPro para hacer negocios (www.karinarabolini.com/contacto.html).
A la luz de los detalles, queda espacio para disquisiciones legales, por cuanto la aventura de los actores centrales aquí repasados comporta reminiscencias del Artículo 265 del Código Penal Nacional (Título: Negociaciones Incompatibles con el Ejercicio de Funciones Públicas): 'Será reprimido con reclusión o prisión de uno a seis años e inhabilitación especial perpetua, el funcionario público que, directamente, por persona interpuesta o por acto simulado, se interesare en miras de un beneficio propio o de un tercero, en cualquier contrato u operación en que intervenga en razón de su cargo. Esta disposición será aplicable a los árbitros, amigables componedores, peritos, contadores, tutores, curadores, albaceas, síndicos y liquidadores, con respecto a las funciones cumplidas en el carácter de tales'. Complementariamente, es igualmente lícito consultar los considerandos del Artículo 174, Inciso V: 'Sufrirá prisión de dos a seis años (...) El que cometiere fraude en perjuicio de alguna administración pública'.
En el orden foráneo -y de hacerse eco de la presente información cualquier ciudadano o Legislador de la Nación, presentando la denuncia correspondiente-, el Código Penal estadounidense entiende sobre delitos de Lavado de Instrumentos Monetarios protagonizados por ciudadanos extranjeros en su Título 18. El procesamiento de éstos se vincula a actividades de carácter ilícito definidas en el apartado 7mo., inciso B (IV): 'En relación a transacciones financieras que tuvieren lugar en todo o en parte en los Estados Unidos, ofensas contra una nación extranjera que involucraren': 'soborno de funcionarios públicos, o la apropiación, hurto o malversación de fondos públicos [en la nación de origen] por o para el beneficio de un funcionario público'.
El Señor Gobernador de la Provincia de Buenos Aires quizás comprenda que hacer silencio frente al affaire de referencia podría no serle de utilidad -o, al menos, no esta vez. Idéntico comentario podría circunscribirse a los matutinos Clarín y La Nación, y al inveterado costumbrismo de sus columnistas; éstos suelen mostrarse sospechosamente ciegos, sordos y mudos a la hora de desmenuzar las grietas y la miríada de desprolijos subterfugios que caracterizan al intimismo sciolista. Cuando la realidad comienza a derribar puertas con su contundencia, no hay acuerdo comercial que valga.
Referencias
- Constitución de Global Eyewear Corporation, hoja 1
- Constitución de Global Eyewear Corporation, hoja 2
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.