NARCOTRAFICO Y ADICCIONES: NORBERTO LOPEZ CAMELO

Las vías paralelas del narco: organizaciones internacionales y locales

Que los pasos fronterizos en Argentina se caracterizan por un monitoreo laxo no es nada nuevo.

03 de Marzo de 2015
Que los pasos fronterizos en Argentina se caracterizan por un monitoreo laxo no es nada nuevo. Los más de nueve mil kilómetros de frontera terrestre y cinco mil kilómetros de frontera marítima y pluvial convierten a la vigilancia en una tarea casi imposible. No obstante, la frontera entre Bolivia y Argentina siempre ha sido permeable y abierta al contrabando, por lo que representa una ruta fácil y establecida en donde la cocaína es apenas un producto más. Las autoridades de ambas naciones no parecen llevar a cabo un esfuerzo significativo para controlar cualquier tráfico en tal espacio.

El incremento de la seguridad y la vigilancia en las fronteras del lado brasileño y chileno ha elevado el atractivo de la vía argentina, por lo que las ya débiles capacidades de control e iniciativas antidrogas deberán hacer frente a serios desafíos en el futuro. Los casos de corrupción de alto nivel han impactado en la efectividad de los cuerpos de seguridad, minando la credibilidad pública en las autoridades a cargo. Mientras tanto, el sistema judicial del país se enfrenta a serias contracciones internas, presiones y condicionamientos que solidifican su ineficiencia.
 
Los grupos criminales organizados de México, Colombia y Brasil cuentan con una antigua presencia en los sectores productores de cocaína de Bolivia, especialmente en la región de Santa Cruz de la Sierra, aunque también se han establecido en la Argentina. Durante mucho tiempo, el país ha sido conocido como un refugio seguro para narcotraficantes -tal ha sido el caso para los ciudadanos colombianos Ignacio Álvarez Meyendorff o Henry de Jesús López Londoño, alias 'Mi Sangre' y, según se afirma por un breve lapso temporal, para el líder del cártel de Sinaloa, Joaquín 'El Chapo' Guzmán Loera. Como tampoco corresponde olvidar al grupo de nacionales mexicanos que montara un laboratorio de metanfetaminas en al Gran Buenos Aires.

En la actualidad, el norte argentino asiste a una afluencia inusitada de miles de ciudadanos colombianos; de acuerdo a un magistrado de la Provincia de Salta, es lícito vincular a esa ola de inmigrantes con el auge del tráfico de drogas. Pese a la evidencia creciente que remite a la presencia de grupos internacionales, aún no se conoce de medidas significativas con miras a combatir el flujo de drogas y precursores a través de la extensa geografía nacional. Los entendidos en la materia ya se atreven a concluir, sin temor a error, que la República Argentina exhibe escaso interés en combatir al narcotráfico, prefiriendo concentrarse en otras cuestiones.

El tráfico de drogas en Argentina parece funcionar desde lo registrado en dos andariveles -que suelen superponerse-, entre grupos transnacionales y organizaciones locales. Aunque, en rigor, una es consecuencia de la otra: a mayor ingreso y tránsito internacional de drogas, mayor será la actividad local de la distribución. Las organizaciones internacionales bien pueden haber estimulado el crecimiento del consumo interno y de las bandas locales, pero no se puede decir de aquellas que se involucren directa ni abiertamente en el minitráfico o microtráfico. Los distribuidores locales movilizan y comercializan cantidades menores, conforme es lo que perciben en pago por su 'colaboración' con las grandes organizaciones, pero no registran acceso a las redes que tienen base fuera de este país. En líneas generales, aún se trata de un mercado en desarrollo que muestra cierta falta de coordinación dentro de los grupos locales, aún cuando la violencia suela acompañar el incremento del tráfico en otras zonas de la región.

La ciudad santafesina de Rosario, en tanto exhibe una estructura de tráfico más desarrollada, nos comparte una mirada hacia un futuro sombrío en lo que respecta al comercio de estupefacientes en la Argentina. Es uno de los pocos sitios donde chocan de frente los intereses de los diversos grupos, pandillas y el respectivo control de territorio -los resultados siempre sobrevienen con violencia. Al mismo tiempo, la ciudad se ha convertido ya en un centro de envío para los grandes cantidades de droga que circulan a lo largo de Ruta 34, desde Bolivia hasta Buenos Aires o incluso a destinos internacionales; estos envíos quedan bajo control de los principales actores transnacionales.

Los crecientes niveles de violencia en Rosario expondrían que uno o varios grupos están llevando a cabo serios intentos de establecer el control de las redes de transporte nacionales y afianzar tal control. Al menos de momento, las organizaciones internacionales y las bandas locales circulan sin mayores inconvenientes, por vías paralelas. 

 
Sobre Norberto López Camelo

Comisario General (Ret.). Ex Superintendente de Investigaciones de Tráfico de Drogas Ilícitas (Provincia de Buenos Aires, Argentina), entre 2007 y 2009. Publica regularmente en su blog 'Narco en 3D'.