La impunidad cristinista, amenazada por los 'quintacolumnistas democráticos'
Hace poco menos de dos años atrás, el cristinismo filokirchnerista parecía abrazarse a...
Hace poco menos de dos años atrás, el cristinismo filokirchnerista parecía abrazarse a un destino de sosiego: la sistemática infiltración del Estado, junto con la concurrente coptación de la actividad privada (mensurable en puntos del PBI) y de la administración de justicia, convertían en improbable a la eventualidad de padecimientos futuros para la Presidente y su núcleo, llegado el instante de abandonar el poder. Sin embargo -y a poco de echar un cerrojo definitivo sobre plausibles persecuciones luego de 2015-, la opinión pública nacional se desayunó con los prolegómenos de las gigantescas operaciones de lavado de dinero que contaminaban al circuito familiar de Cristina Kirchner y, algo más tarde, con el sonoro magnicidio del fiscal Alberto Nisman. Con sarcasmo, los analistas políticos podrían colegir que el oficialismo se quedó sin combustible, a metros de cruzar la línea de llegada.
La jefe de Estado, su hijo Máximo Kirchner, Andrés Larroque y Eduardo 'Wado' de Pedro -terceto que viene a constituir el espectro decisional clave del gobierno, si acaso es lícito tomar nota de las confesiones privadas de Oscar 'Larry' Parrilli- pusieron de suyo para endilgarle a investigadores judiciales, opositores políticos, capitostes de la producción agropecuaria y periodistas bajo payroll de medios de comunicación masivos y underground el tentador mote de 'destituyentes' o 'golpistas'. Es que, en la particular cosmovisión cristinista, la ventilación de detalles relativos a la corruptela de la nomenklatura remite a un acto de imperdonable rebeldía; más que un pecado, para los regentes de la res pública, se trata de un delito que merodea los alcances y considerandos de la Ley Antiterrorista.
Por desgracia para la Presidente de la Nación y sus albaceas del conflicto permanente, ha sido el polimorfismo negativo de la agenda oficial -la presión, la extorsión y la amenaza velada o explícita- los potenciadores de la constitución de una peligrosa quintacolumna que ahora golpea la mesa. Así las cosas, está permitido evaluar al pretendido 'partido judicial', Clarín, La Nación (Carlos Pagni y Hugo Alconada Mon, por sobre todo), el campo antiK y otros como un acabado subproducto de la desesperación de Balcarce 50: la extrema tensión de las instituciones parece haber conducido a la formulación de contravenenos -bajo el auspicio de la Tercera Ley de Newton-. A las amenazas ya citadas, se yuxtapone ahora el ruidoso éxito intrapartidario del senador radical Ernesto Sanz.
Explicitada sin tapujos en el cónclave de Gualeguaychú, la peligrosa proposición sanzista hizo propias, con algún atisbo de presteza, las preocupaciones generalizadas respecto de los augurios de futura impunidad para la viuda presidencial, sus funcionarios y allegados en la extremaunción del Estado. En rigor, el círculo de víctimas de la votación hacia adentro de la UCR no se extiende de manera unívoca al ex Vicepresidente Julio Cobos, la conceptuación chavistoide FA-UNEN, Ricardo Alfonsín, Leopoldo Moreau o al socialismo de Hermes Binner y Antonio Bonfatti; la guadaña ha rebanado sin piedad el tren inferior de Sergio Massa, por cuanto cercena de cuajo las expectativas del Frente Renovador de dotarse de una columna vertebral nacional desde la cual poder hacer frente a las Presidenciales de 2015. En un vistazo más abarcativo, destaca un damnificado clave: la esperanza de impunidad para los que, insoslayablemente, deberán irse. A caballo de la madrugada del domingo, otro que perdía el sueño era el empresario oficialista Cristóbal López; éste entiende que, desde ahora, se le dificultará la confección de cualquier trato subrepticio con Mauricio Macri para mantener intacto su predominio sobre la industria del juego -la más abultada y envidiable de las cajas políticas en existencia. Por su parte, el ex Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández, no verá otra salida que acentuar la áspera crisis de la mesa chica del massismo, intentando reciclarse -respetuoso de su costumbrismo gatopardista- en el PRO.
Fundamentalmente, es Cristina Kirchner la primera en verse invadida por la intranquilidad. En pleno auge del movimiento judicializador que la conmueve, el iceberg que le faltaba al Titanic era el emerger de un argumento partidista aglutinador de la expresión antikirchnerista, que el mendocino Sanz patrocina en tribuna abierta. Factor que comporta la potencialidad de echar por tierra la ensoñación K, constructora de un espejo de falsa oposición que tan profundas raíces ha echado en América Latina -en la vereda de enfrente, los atrevidos de referencia se animarán, desde hoy, a promocionar el tándem 2015 Macri-Sanz, con Elisa Carrió como eventual Ministro de Justicia. El cristinismo nestorista había invertido tiempo y recursos en fogonear -declarada o disimuladamente y con miras a la manutención de la propia supervivencia- a Julio Cobos, Ricardo Alfonsín, a los socialistas y al desarticulado conglomerado de centroizquierda. No sin ironía, deberá consensuarse que ha sido la primera mandataria la encargada de estrellar su propia realpolitik: la alternativa de influir en la dirigencia post-2015 hoy se diluye; la marejada judicial repunta las chances de depositarla en el banquillo -provisto que aún resta asistir al epílogo y las implicaciones del Caso Nisman en el extranjero.
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.