La NSA escapa al escrutinio
Los recientes informes que refieren que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA)...
Los recientes informes que refieren que la Agencia Nacional de Seguridad (National Security Agency, NSA) en apariencia ha instalado un gusano en discos rígidos de ordenadores que le permiten recolectar información de manera subrepticia, compartimentarla y ocultarla, para luego ganar acceso sin detección previa, han fallado a la hora de producir mayor reacción en los medios de comunicación y en el público. Posiblemente, esto se deba a la complejidad de la tecnología involucrada, aunque también podría deberse a que cierta fatiga en relación a la NSA y a lo que este órgano ha estado haciendo, ha terminado por reemplazar a la indignación inicial lindante con la violación de derechos de propiedad. Podría ser que la mayoría de los ciudadanos estadoSo what happened? President Obama agreed that the metadata should be held outside the government but hasunidenses ahora acepten el hecho de que la intrusión minorista del gobierno en áreas alguna vez consideradas como 'prohibidas' comienza a ser parte de la vida post-atentados del 9/11. Ese cambio de percepción podría ser exactamente lo que la Casa Blanca ha buscado conseguir, anticipando que podrá dejar a los críticos en espera y evitar reformas significativas.
Es probable que las partes que siguieron con mayor interés el debate sobre la recolección masiva de datos por parte de la NSA se muestren apenas advertidas de que ha habido un número de paneles y grupos de revisión que acordaron examinar las prácticas de la NSA, la mayoría de las cuales han concluído que el programa debería ser eliminado, considerándose las libertades civiles y los criterios relativos a efectividad. La más venerable y probablemente más completa fue citada en agosto del año pasado por el presidente Barack Obama, en los albores de las revelaciones sobre de Edward Snowden. La mención fue referida como 'Grupo de Revisión del Presidente sobre Tecnologías de Inteligencia y Comunicaciones', y tuvo la intención de examinar qué reformas serían necesarias para respetar las libertades personales mientras se protegía, en simultáneo, a la seguridad nacional. La intención declarada al momento de convenir la constitución del panel fue restaurar la confianza pública de cara a lo que la Casa Blanca estaba haciendo respecto de la NSA.
El panel estuvo compuesto por el antiguo oficial de seguridad nacional Richard Clarke y el ex Director de la CIA Michael Morell, así como también por tres abogados que ahora se desempeñan como profesores en universidades de alto nivel: Geoffrey Stone, Cass Sunstein, y Peter Swire. Sunstein incluso sirvió en la Administración Obama como director de la Oficina de Información y Asuntos Regulatorios, mientras que Swire fue consultor privado en jefe en la Oficina de Administración y Presupuesto bajo Bill Clinton, y también bajo Obama.
Como suele ser el caso con las comisiones y comités del gobierno, una clara mayoría del panel se constituyó con expertos legales y en seguridad que se mostraban en términos íntimos con el gobierno, y que no son conocidos por ser críticos de sus políticas. La esposa de Cass Sunstein, Samantha Power, es la actual Embajadora ante Naciones Unidas, y Sunstein respaldó las comisiones militares de George W. Bush. Peter Swire trabajó para las Administraciones Clinton y Obama, mientras que Richard Clarke era consejero de seguridad nacional en la Casa Blanca bajo Administraciones republicanas y demócratas, y alcanzó notoriedad tras andar por ahí advirtiendo que algo estaba por venir, apenas antes del ataque del 9/11. Geoffrey Stone fue el único panelista que carecía de afiliación senior con el gobierno. El es Profesor de Leyes en la Universidad de Chicago, y sirve en el comité de consejeros para la Unión Americana de Libertades Civiles (American Civil Liberties Union). En 2006, respaldó el punto de vista que consideraba al programa de vigilancia de la NSA como 'ilegal'.
En retrospectiva, resulta esclarecedor arrojar luz sobre las conclusiones compartidas por el panel, y por lo que en realidad sucedió. Los cinco participantes pusieron por escrito 46 recomendaciones, todas las cuales fueron aprobadas de manera unánime. Tales recomendaciones son descriptas en una publicación desclasificada de 236 páginas, intitulada 'Informe sobre la NSA: Libertad y Seguridad en un Mundo en Constante Cambio' (The NSA Report: Liberty and Security in a Changing World). Los juicios clave caen en tres áreas separadas: La primera fue la recolección masiva de metadatos (metadata) en sí misma, que era ejecutada por la NSA después de 2006, a raíz de un visto bueno de parte de la Corte de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (Foreign Intelligence Surveillance Court, FISC). El panel recomendó que una tercera posición, antes que el propio gobierno, debería retener la base de datos, que inquirir sobre la información debía implicar una orden judicial, y que los datos fueran retenidos por solo dos años en lugar de cinco.
El segundo asunto coincidió con las Cartas de Seguridad Nacional (National Security Letters), que fueron autorizadas post-9/11 por el FBI, a criterio de obtener información sobre sospechosos. Las cartas están clasificadas como secreto, pero no requieren revisión judicial y van directo a la fuente de información, la cual, a su vez, no puede revelarse al sospechoso que él o ella están siendo investigados. En la práctica, se abusó ampliamente de las cartas y rara vez aquéllas remitían a casos reales de terrorismo. El panel recomendó que las cartas demandasen una orden judicial, pero el FBI objetó esto, conforme tal maniobra tornaría 'ineficiente' al proceso.
La tercer -y amplia- área de revisión fue la Corte de Vigilancia sobre Inteligencia Extranjera (FISC), que fuera fundada en 1978 y, en teoría, limitaba la capacidad del gobierno para interceptar comunicaciones en los Estados Unidos de América sin existir causa probable que respaldara que había una posible conexión con espionaje. De hecho, y sin embargo, la corte se convirtió en un simple notariado de la acción gubernamental, rara vez desafiando o siquiera examinando el caso en construcción contra sospechosos. El panel recomendó que el comité crease un representante para privados y libertades civiles que pudiera desafiar las proposiciones del gobierno.
Entonces, ¿qué fue lo que sucedió? El presidente Obama acordó que los metadatos deberían ser retenidos fuera del gobierno, pero recientemente renegó de ello, argumentando que la propuesta era inaceptable por 'razones legales y prácticas'. Las recomendaciones con miras a exigir una orden judicial para acceder a la base de datos y reducir los tiempos de retención de la información caen en un limbo; es improbable que parte de la legislación sobre la NSA que está paralizada en el congreso en relación al Acta de Libertad estadounidense emerja, ahora que los republicanos están en control. La Casa Blanca incluso rechazó los requerimientos para acción judicial con miras a emitir una Carta de Seguridad Nacional, y convirtió a la representación de libertades civiles en dependiente de la FISC, cuya participación la corte demandaba.
De tal suerte que nada ha cambiado y, en su lugar, aún cuando uno evaluase los programas puramente desde el punto de vista del mal menor, esto es, recolectando información para mantenernos seguros, el resultado -en el mejor de los casos- sería cuestionable. Al examinar el panel la evidencia, se determinó que el programa de metadatos, en lo que hace a sus costos e intrusividad, había requerido en 2012 solo 288 números telefónicos, lo cual derivó en solo doce pistas reales, ninguna de las cuales sirvió para prevenir un incidente terrorista. En efecto, durante el total de siete años desde que el programa entró en funcionamiento y previo a ese tiempo, ningún ataque terrorista fue impedido gracias a aquél. La NSA y la Casa Blanca argumentaron, no obstante ello, que el programa debía ser preservado porque podría ser necesario en caso de que un ataque de importancia fuese planeado en el futuro. El panel compró ese argumento.
Los panelistas acordaron en el resumen de su informe que sería erróneo confiar completamente en funcionarios designados o elegidos. Pero, al mismo tiempo, todos menos uno de ellos había sido designado en alto nivel federal previamente y se había mostrado cómodo con el funcionamiento de la burocracia. Aparentemente, ellos estaban aceptando el principio de que el gobierno existe para servir al pueblo, y que generalmente el gobierno se inclinaba a hacer lo correcto. Es probable que se hayan equivocado en esa presunción, posiblemente porque su propio autoestima se deriva, en parte, de su propio empleo federal.
En realidad, el imperativo de cualquier gobierno es mantenerse en el poder y hacer reflexivamente lo que sea que esté en su interés, ni más ni menos. En este caso, era esencial para la Casa Blanca exhibirse haciendo algo de limpieza en relación a la NSA. Desígnese un panel de personajes distinguidos y la misión estará cumplida, sin importar aquello que el grupo concluya, porque los hallazgos son en todo irrelevantes y pueden ser ignorados o bien salteados -y éste ha sido el caso con el 'Informe NSA'.
También deberían haberse explicitado más serias preocupaciones en relación a la posesión, por parte del gobierno federal, de capacidades para invadir la privacidad, aún cuando si ciertos mecanismos optimizadores son puestos en práctica para administrar aquella capacidad. Si se dota al gobierno de una herramienta que pueda ser empleada para obtener información, aquél la usará, y trabajará activamente para eludir cualquier limitación interpuesta sobre su uso. Y, finalmente, están los beneficios políticos derivados de la ampliación de los gastos del gobierno. Los programas más grandes cuestan muchos miles de millones de dólares, involucran miles de puestos de trabajo, y son frecuentemente justificados en virtud de la dinámica interna del gobierno, aún cuando fallen a la hora de ofrecer resultados. El espionaje de la NSA como elemento del estado de vigilancia y la seguridad nacional es como un genio que ha sido liberado de la botella. No existen maneras sencillas de devolver al genio a su interior, y habrá demasiados en el exterior que, por muchas razones, le darán la bienvenida a su contínua presencia.
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/the-nsa-escapes-scrutiny/ | Traducido y republicado con permiso de The American Conservative (Estados Unidos)
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.