POLITICA: PABLO PORTALUPPI

Derivaciones de la cumbre radical

Tímidamente, la política argentina -o porciones de ella- empieza a mostrar atisbos de maduración.

18 de Marzo de 2015
Tímidamente, la política argentina -o porciones de ella- empieza a mostrar atisbos de maduración. La cumbre radical del último sábado en Gualeguaychú es la mejor prueba de ello. El partido de Alem e Yrigoyen, tras numerosos años de ostracismo, ha vuelto a ocupar el centro de atención, aunque sea por un breve lapso. Pero al menos concitó el interés de propios y extraños: buena parte de la dirigencia política estaba pendiente de lo que resolviera el partido conducido por Ernesto Sanz.

Resultó llamativo un detalle, no menor: ¿estaban realmente interesados Sergio Massa y Mauricio Macri en lo que proponían las dos posturas radicales? Vale presuponer que se registraron negociaciones previas, en este sentido. La decisión de confluir luego de las PASO con el PRO deja entrever algún riesgo para Macri: ¿Qué sucede si tiene lugar un milagro y Sanz obtiene más votos que el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires? Este escenario no pareciera ser plausible, pero tampoco sería sensato menospreciar el potencial del renovado aparato radical. Por otra parte, ¿aceptará Macri no participar en la primera vuelta de octubre, cuando muchos lo sindican hoy como el gran favorito a ganarlas? Este interrogante suena contradictorio, pero no lo es del todo: en las Primarias, al no tratarse de una elección definitiva, la gente suele votar menos influída por las encuestas, por lo que el sino de los sufragios podría encaminarse hacia el aspirante menos pensado.

Aún imponiéndose Macri por sobre Sanz, restaría ver si el 40% de los radicales que no estuvieron de acuerdo en confluir con el PRO y la Coalición Cívica, terminan votando por el ex presidente de Boca Juniors, y no optan, acaso, por alguna alternativa más progresista, como ser la encarnada por Margarita Stolbizer. Algunos pujarán por la fórmula Macri-Sanz; otros, cercanos al macrismo, promocionan el tándem Macri-Frigerio (conforme el jefe de gobierno porteño habría deslizado recientemente que no Macri y Sanz'cogobernaría' con el radicalismo). Así las cosas, con el mendocino como candidato a Vicepresidente, los riesgos de una diáspora del voto radical disminuirían sensiblemente. Amén de cualquier conjetura, existe consenso para apuntar que la decisión del radicalismo de convocar a un cónclave con miras a diludicar sobre su futuro y luego mostrar los resultados de aquél, se esboza en una postura declaradamente sana y hasta casi novedosa para el opaco sistema de partidos en la Argentina. La proposición de 'el que pierde, acompaña' ha sabido brillar por su ausencia en el concierto nacional durante los últimos 25 años: los dirigentes minoritarios dentro de un partido, en lugar de combatir desde adentro, preferían apostar por la fractura y constituir un espectro propio. De tal suerte que sus objetivos tácticos se orientaban, apenas, a mostrarse en público como aspirantes a la Presidencia.

El massismo, por su parte, aguardaba la victoria de la postura confeccionada por Gerardo Morales y Julio Cobos, esto es, de escenificar unas PASO en mancomunidad con el Frente Renovador y con el PRO. De todas maneras, la eventualidad del éxito de esta propuesta habría dejado a Mauricio Macri naufragando en serias dudas -¿le hubiese convenido sumarse como vagón de cola? Adicionalmente, resultó harto ilustrativa la broma publicada en Revista Barcelona: 'Massa está pensando en abandonar el massismo'. En las filas del líder del Frente Renovador, se asiste a un moméntum de colorida confusión. Fuentes del propio entorno del jefe comunal de Tigre afirman que el candidato de referencia, encaramado a una tesitura lindante con la soberbia y una recalcitrante pedantería, hace oídos sordos a consejos y sugerencias: 'Massita no le hace caso a nadie; y, así, se va a quedar solo', musitó un protagonista clave de la mesa chica massista.

Así las cosas, Sergio Tomás Massa acumula pequeñas derrotas en la arena preelectoral: ya perdió a Carlos Reutemann, a Gustavo Posse y, ahora, al panradicalismo -la sangría mantiene chances valorables de extenderse. Podría afirmarse, sin temor a error, que el cadalso de Massa remite a su incapacidad para alinear al peronismo detrás de su figura, luego de su triunfo en las Legislativas de 2013. Los factores para explicitar esa carencia podrían ser dos: Daniel Scioli y la maquinaria de contrapesos de que echa mano el kirchnerismo. El Gobernador en ejercicio se las arregló para contener a un puñado crítico de dirigentes gracias a su imagen relativamente aceptable entre los ciudadanos; la Presidente -aún presa de sus desperfectos y atosigada por las crecientes sospechas de corruptela- continúa en control de una abultada billetera y de una popularidad que se solidifica en su núcleo duro. Por otro lado, el ADN peronista de Massa ha sido siempre motivo de escrutinio, y continúa siéndolo.

A la hora del balance, vuelve a hablarse del peronismo/justicialismo, y la parsimonia que el desgastado movimiento ha demostrado en toda la era kirchnerista. Primero, aceptó de buena gana el punzante ninguneo de desaparecido Néstor Kirchner. A posteriori, debió amoldarse con amargura a la fórmula Cristina-Cobos. En 2011, toleró el copamiento de parte de militantes camporistas, y hasta celebró la candidatura a la Vicepresidencia del marplatense Amado Boudou -una personalidad cuanto menos oscura, sin antecedentes de peso, conocido por su arribismo y por haber hecho carrera en las filas juveniles de la UCeDé. El justicialismo -resulta tan anecdótica como estéril la discusión interna que versa sobre quién es peronista y quiénes no- ha acompañado a su Jefa política hasta las puertas del cementerio, las ha cruzado y amaga enterrarse con aquélla. La síntesis acabada de esta tanatología es Daniel Osvaldo Scioli, funcionario electo que, si bien conserva un apoyo encomiable del pejotismo, oficia de repelente para el votante independiente, al que tortura con frases vacuas y una recurrente preferencia por la autohumillación. Scioli deberá afinar el lápiz si pretende continuar en carrera; a tal efecto, se ha decidido a ningunear a Sergio Massa, emprendiéndola contra el jefe de Unión PRO.

Retomando los argumentos iniciales, cierto es que el cónclave radical alumbró una nueva configuración política, arrojando una luz de esperanza en pos de una maduración democrática palpable. Pero, al mismo tiempo, desnudó una variable inquietante: la discusión entre ir con el PRO o abrir el juego también al massismo resucita, por momentos, el temor frente a la posibilidad de que el peronismo K continúe siendo el actor central en las tablas del escenario político argentino.


Foto de portada: Mauricio Macri y Ernesto Sanz | Crédito: El Cronista Comercial

 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.