Muros trasnochados
Esta semana, la Argentina sumó sus fuerzas a la tarea de reconstruir el muro de Berlín con el que el neo-zar de una Rusia...
26 de Abril de 2015
Los expertos en kirchnerismo insisten en que la matriz de negocios es inescindible del proyecto. Por mi parte, sólo diré que la extensión del mal exhibe la enfermedad del tejido social. ... La Argentina no deja de votar a los que sabe corruptos.
Oscar Muiño
* * *
Esta semana, la Argentina sumó sus fuerzas a la tarea de reconstruir el muro de Berlín con el que el neo-zar de una Rusia castigada por la crisis económica y carcomida por la corrupción pretende enfrentar al Occidente democrático, conformado por la Comunidad Europea y los Estados Unidos. Que ese proyecto de nueva 'guerra fría' atrase cuarenta años no parece importar a quien, en el escenario interno, utiliza lentes confeccionados en aquella época.
En el curioso (por ser respetuoso) discurso que pronunció en Moscú, llegó a pretender -contra toda evidencia, tal como hicieron las organizaciones terroristas de los años setenta- que Eva Perón, de haber vivido lo suficiente, hubiera sido una revolucionaria, o una montonera, como entonces se cantaba.
Pero lo más notable de esta gira turístico-política de Cristina fue el enorme parecido que, según ha trascendido, guardan los acuerdos suscriptos con Vladimir Putin con los que firmara, hace escasos meses, con Xi Jinping en China. En ambos casos, se trata de contratos estratégicos de enorme importancia que, por los tiempos de maduración que requieren (centrales atómicas, plantas de enriquecimiento de uranio, represas hidroeléctricas, etc.), sólo podrán a comenzar a ver la luz a partir del año próximo; además, se obtuvo de las potencias signatarias promesas de financiamiento e inversión que, en los hechos, sólo se han concretado en pequeños adelantos, casi pocas monedas.
Y ello a cambio de concesiones soberanas de la Argentina de tal gravedad que han obligado al Gobierno a mantener confidenciales sus cláusulas -como ya ocurrió con los acuerdos con el Club de París y con Repsol y con los contratos de importación de gas, por ejemplo- por temor a la natural reacción de la sociedad; si no fuera así, ¿qué sentido tendría tanto secreto?
Porque Putin no es un ignorante ni un estúpido, como tampoco lo es Jinping. Ambos saben que, al menos según las leyes vigentes, Cristina deberá abandonar su sillón el 10 de diciembre; entonces, ¿para qué arriesgar más si quienes la reemplacen, seguramente, corregirán el rumbo en materia de relaciones exteriores? ¿O habrá habido alguna promesa o, al menos, una manifestación de la noble viuda referida a su permanencia en el poder?
Los grandes empresarios rusos, la mayoría de ellos oficiales de la ex KGB que, en la debacle de la URSS se quedaron con todas las empresas públicas y, por ende, tienen la piel muy curtida y saben mucho de corrupción, deben haberse sentido gratamente sorprendidos cuando oyeron a la Presidente responder que las limitaciones que impone el cepo cambiario argentino a la remesa de utilidades sería solucionado "caso por caso", es decir, quedarán sujetos al arbitrio de los funcionarios. Gran ejemplo de seguridad jurídica para ofrecer a los inversores.
La noble viuda parece desconocer -o no le importa- que está jugando, y con ella el país, en tableros geopolíticos que no tiene posibilidad alguna de controlar y que son, como se ve en los casos de Ucrania o del 'Ejército Islámico', potencialmente peligrosos. ¿Sueña, acaso, con convertirse en una reencarnación de un Fidel Castro del siglo XXI en un mundo con el que alucina y no entiende?
Resulta claro ya que tanto China como Rusia pretenden tener injerencia en los asuntos relacionados con el Atlántico Sur y con la Antártida, y competir en la zona, como lo demuestran tanto la base científico-militar de la primera en Neuquén como los contratos de suministro de material bélico y los comprometidos ejercicios militares conjuntos con la segunda, pero ¿por qué la Argentina debe encolumnarse detrás de uno de los polos de poder mundiales, tan lejano a nuestra historia y a nuestra geografía, en lugar de mantener buenas relaciones con todos? ¿Es tan angustiosa la necesidad de divisas como para condenar el futuro de generaciones enteras? Tal vez sí, porque el Gobierno no sólo sigue renovando el blanqueo sino que lo acentuará esta misma semana, con un nuevo bono más favorable aún para los narcotraficantes y lavadores de toda laya.
El memorandum firmado con Irán, causa de la denuncia de Nisman y de su asesinato, también nos colocó en medio del peor conflicto bélico actual, cual es el que mantienen los chiítas y los sunnitas en Oriente Medio, sin que se haya explicado nunca la verdadera razón de su concreción; ello no fue óbice para que las adocenadas y rastreras bancadas oficialistas en el Congreso lo aprobaran inmediatamente, como también hicieron con el contrato firmado entre YPF y Chevron cuyas cláusulas, como dije, se mantienen en absoluto secreto.
El kirchnerismo, sumamente hábil, levantó falsas banderas desde su llegada al poder -la renovación de la Corte Suprema, la protección de los derechos humanos, el desendeudamiento, etc.- pero, con el tiempo, ha ido derrumbando todos los pilares que el fundador y jefe de esa asociación ilícita había ido construyendo en la imaginación de una sociedad distraída por efecto del consumo y de los sedantes que los precios de la soja astronómicos le suministraron durante varios años.
Para lograr el cambio en la composición del alto Tribunal, no dudó en echar a escobazos a los ministros que la formaban, un proceso convalidado rápidamente por los que ingresaron en su reemplazo; y el Dr. Lorenzetti, tan veloz algunas veces, respaldó inicuas y tuertas persecuciones políticas, para lo cual dio por tierra con todos los principios fundamentales del derecho. Pero ahora la Corte, otrora tan sumisa, viéndose en peligro ha tomado el toro por las astas y ha comenzado a poner límites a las desmesuras de Cristina y su alter ego para la búsqueda de una ciertamente improbable impunidad, la inefable Dra. Alejandra Gils Carbó.
Para vestirse con el ropaje de protector de los antiguos derechos humanos entregó a los terroristas de los setenta los elementos necesarios para que pudieran ejercer una despiadada venganza contra quienes impidieron que aquí triunfaran las políticas asesinas que exportaba entonces Cuba, acompañada por Rusia, Libia, Líbano y Vietnam. Nada hace, en cambio, con los pobres e indigentes que reclaman, en el presente y desde toda la geografía nacional, los derechos humanos que garantiza nuestra Constitución, ese denostado librito que el Gobierno estupra todos los días.
En este giro copernicano que la Presidente ha realizado en materia de política exterior también hizo trizas ese ropaje, ya que no ha dudado en asociarnos con los países que, en el mundo de hoy, menos respetan los derechos humanos; los ciudadanos rusos, chinos, iraníes y venezolanos pueden dar cuenta acabada de eso. Pero, claro, no es posible exigir una mínima coherencia a quien, con tal de cumplir sus fines personales inmediatos, ha demostrado que nunca le importa caer en las más burdas contradicciones.
Y para disfrazarse de 'pagador serial', no dudó en endeudarse con el finado papagayo caribeño que, mediante comisiones enormes -compartidas con sus socios pingüinos- y con tasas de interés siderales, suministró al menos parte de los fondos necesarios para cancelar nuestra deuda con el FMI, que nos cobraba muchísimo menos; y tampoco titubeó a la hora de saquear todas las cajas públicas a las que tuvo acceso, como los fondos jubilatorios. Parte de esa careta se le cayó, otra vez, a Kiciloff esta semana, cuando debió dar marcha atrás con el cacareado 'desendeudamiento' para pedir dinero en el exterior, pagando el doble de lo que ofrecen todos nuestros vecinos; ya lo había hecho para pagar la indemnización a Repsol -ese pago ignorado por el patrioterismo fácil de los argentinos- y a una tasa aún mayor.
Para concluir, y dado que hoy se realizarán elecciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en Neuquén, resultará interesante descubrir cuánto hubo de pronósticos amañados en las encuestas suministradas por las empresas del rubro hasta ahora, y pensar cuál será el porcentaje que el kirchnerismo necesitará en la Provincia de Buenos Aires para compensar tantas y tan graves caídas en otras. Con ello, se le terminarán los delirios de la permanencia por interpósita persona, y a Cristina le quedarán pocos caminos para conservar el poder; recemos para que no los escoja.
Oscar Muiño
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Esta semana, la Argentina sumó sus fuerzas a la tarea de reconstruir el muro de Berlín con el que el neo-zar de una Rusia castigada por la crisis económica y carcomida por la corrupción pretende enfrentar al Occidente democrático, conformado por la Comunidad Europea y los Estados Unidos. Que ese proyecto de nueva 'guerra fría' atrase cuarenta años no parece importar a quien, en el escenario interno, utiliza lentes confeccionados en aquella época.
En el curioso (por ser respetuoso) discurso que pronunció en Moscú, llegó a pretender -contra toda evidencia, tal como hicieron las organizaciones terroristas de los años setenta- que Eva Perón, de haber vivido lo suficiente, hubiera sido una revolucionaria, o una montonera, como entonces se cantaba.
Pero lo más notable de esta gira turístico-política de Cristina fue el enorme parecido que, según ha trascendido, guardan los acuerdos suscriptos con Vladimir Putin con los que firmara, hace escasos meses, con Xi Jinping en China. En ambos casos, se trata de contratos estratégicos de enorme importancia que, por los tiempos de maduración que requieren (centrales atómicas, plantas de enriquecimiento de uranio, represas hidroeléctricas, etc.), sólo podrán a comenzar a ver la luz a partir del año próximo; además, se obtuvo de las potencias signatarias promesas de financiamiento e inversión que, en los hechos, sólo se han concretado en pequeños adelantos, casi pocas monedas.
Y ello a cambio de concesiones soberanas de la Argentina de tal gravedad que han obligado al Gobierno a mantener confidenciales sus cláusulas -como ya ocurrió con los acuerdos con el Club de París y con Repsol y con los contratos de importación de gas, por ejemplo- por temor a la natural reacción de la sociedad; si no fuera así, ¿qué sentido tendría tanto secreto?
Porque Putin no es un ignorante ni un estúpido, como tampoco lo es Jinping. Ambos saben que, al menos según las leyes vigentes, Cristina deberá abandonar su sillón el 10 de diciembre; entonces, ¿para qué arriesgar más si quienes la reemplacen, seguramente, corregirán el rumbo en materia de relaciones exteriores? ¿O habrá habido alguna promesa o, al menos, una manifestación de la noble viuda referida a su permanencia en el poder?
Los grandes empresarios rusos, la mayoría de ellos oficiales de la ex KGB que, en la debacle de la URSS se quedaron con todas las empresas públicas y, por ende, tienen la piel muy curtida y saben mucho de corrupción, deben haberse sentido gratamente sorprendidos cuando oyeron a la Presidente responder que las limitaciones que impone el cepo cambiario argentino a la remesa de utilidades sería solucionado "caso por caso", es decir, quedarán sujetos al arbitrio de los funcionarios. Gran ejemplo de seguridad jurídica para ofrecer a los inversores.
La noble viuda parece desconocer -o no le importa- que está jugando, y con ella el país, en tableros geopolíticos que no tiene posibilidad alguna de controlar y que son, como se ve en los casos de Ucrania o del 'Ejército Islámico', potencialmente peligrosos. ¿Sueña, acaso, con convertirse en una reencarnación de un Fidel Castro del siglo XXI en un mundo con el que alucina y no entiende?
Resulta claro ya que tanto China como Rusia pretenden tener injerencia en los asuntos relacionados con el Atlántico Sur y con la Antártida, y competir en la zona, como lo demuestran tanto la base científico-militar de la primera en Neuquén como los contratos de suministro de material bélico y los comprometidos ejercicios militares conjuntos con la segunda, pero ¿por qué la Argentina debe encolumnarse detrás de uno de los polos de poder mundiales, tan lejano a nuestra historia y a nuestra geografía, en lugar de mantener buenas relaciones con todos? ¿Es tan angustiosa la necesidad de divisas como para condenar el futuro de generaciones enteras? Tal vez sí, porque el Gobierno no sólo sigue renovando el blanqueo sino que lo acentuará esta misma semana, con un nuevo bono más favorable aún para los narcotraficantes y lavadores de toda laya.
El memorandum firmado con Irán, causa de la denuncia de Nisman y de su asesinato, también nos colocó en medio del peor conflicto bélico actual, cual es el que mantienen los chiítas y los sunnitas en Oriente Medio, sin que se haya explicado nunca la verdadera razón de su concreción; ello no fue óbice para que las adocenadas y rastreras bancadas oficialistas en el Congreso lo aprobaran inmediatamente, como también hicieron con el contrato firmado entre YPF y Chevron cuyas cláusulas, como dije, se mantienen en absoluto secreto.
El kirchnerismo, sumamente hábil, levantó falsas banderas desde su llegada al poder -la renovación de la Corte Suprema, la protección de los derechos humanos, el desendeudamiento, etc.- pero, con el tiempo, ha ido derrumbando todos los pilares que el fundador y jefe de esa asociación ilícita había ido construyendo en la imaginación de una sociedad distraída por efecto del consumo y de los sedantes que los precios de la soja astronómicos le suministraron durante varios años.
Para lograr el cambio en la composición del alto Tribunal, no dudó en echar a escobazos a los ministros que la formaban, un proceso convalidado rápidamente por los que ingresaron en su reemplazo; y el Dr. Lorenzetti, tan veloz algunas veces, respaldó inicuas y tuertas persecuciones políticas, para lo cual dio por tierra con todos los principios fundamentales del derecho. Pero ahora la Corte, otrora tan sumisa, viéndose en peligro ha tomado el toro por las astas y ha comenzado a poner límites a las desmesuras de Cristina y su alter ego para la búsqueda de una ciertamente improbable impunidad, la inefable Dra. Alejandra Gils Carbó.
Para vestirse con el ropaje de protector de los antiguos derechos humanos entregó a los terroristas de los setenta los elementos necesarios para que pudieran ejercer una despiadada venganza contra quienes impidieron que aquí triunfaran las políticas asesinas que exportaba entonces Cuba, acompañada por Rusia, Libia, Líbano y Vietnam. Nada hace, en cambio, con los pobres e indigentes que reclaman, en el presente y desde toda la geografía nacional, los derechos humanos que garantiza nuestra Constitución, ese denostado librito que el Gobierno estupra todos los días.
En este giro copernicano que la Presidente ha realizado en materia de política exterior también hizo trizas ese ropaje, ya que no ha dudado en asociarnos con los países que, en el mundo de hoy, menos respetan los derechos humanos; los ciudadanos rusos, chinos, iraníes y venezolanos pueden dar cuenta acabada de eso. Pero, claro, no es posible exigir una mínima coherencia a quien, con tal de cumplir sus fines personales inmediatos, ha demostrado que nunca le importa caer en las más burdas contradicciones.
Y para disfrazarse de 'pagador serial', no dudó en endeudarse con el finado papagayo caribeño que, mediante comisiones enormes -compartidas con sus socios pingüinos- y con tasas de interés siderales, suministró al menos parte de los fondos necesarios para cancelar nuestra deuda con el FMI, que nos cobraba muchísimo menos; y tampoco titubeó a la hora de saquear todas las cajas públicas a las que tuvo acceso, como los fondos jubilatorios. Parte de esa careta se le cayó, otra vez, a Kiciloff esta semana, cuando debió dar marcha atrás con el cacareado 'desendeudamiento' para pedir dinero en el exterior, pagando el doble de lo que ofrecen todos nuestros vecinos; ya lo había hecho para pagar la indemnización a Repsol -ese pago ignorado por el patrioterismo fácil de los argentinos- y a una tasa aún mayor.
Para concluir, y dado que hoy se realizarán elecciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en Neuquén, resultará interesante descubrir cuánto hubo de pronósticos amañados en las encuestas suministradas por las empresas del rubro hasta ahora, y pensar cuál será el porcentaje que el kirchnerismo necesitará en la Provincia de Buenos Aires para compensar tantas y tan graves caídas en otras. Con ello, se le terminarán los delirios de la permanencia por interpósita persona, y a Cristina le quedarán pocos caminos para conservar el poder; recemos para que no los escoja.
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@EGAvogadro
Sobre Enrique Guillermo Avogadro
Abogado. Columnista de temas políticos de Argentina, y colaborador en otros medios nacionales. Sus artículos completos pueden repasarse en el blog del autor, o en el enlace http://www.elojodigital.com/categoria/tags/enrique-guillermo-avogadro.