La creciente amenaza misilística norcoreana
El 8 de mayo próximo-pasado, Corea del Norte condujo efectivamente su primera prueba de lanzamiento...
19 de May de 2015
El 8 de mayo próximo-pasado, Corea del Norte condujo efectivamente su primera prueba de lanzamiento de un misil balístico desde un submarino (SLBM, submarine-launched ballistic missile). Entendidos en la materia habían predicho que transcurrirían muchos años para que este evento tuviera lugar. Pocos se preguntaban por qué el líder norcoreano Kim Jong-un se mostraba exultante. Kim declaró que el logro era 'una bomba de tiempo adosada a las espaldas de nuestros enemigos, una vez que los SLBMs ingresen en la fase de producción masiva y sean desplegados en combate'.
La prueba fue llevada a cabo en la costa este de Corea del Norte, desde un nuevo submarino de 3 mil toneladas desplegado el año pasado. La demostración de la capacidad de lanzamiento de un misil bajo las aguas y lograr que el vector entre en ignición luego de abandonar la superficie representa una etapa crítica en el desarrollo de un SLBM.
El vocero del ministerio surcoreano de Defensa expresó su 'grave preocupación' en relación a la prueba, pero declamó que Seúl ya cuenta con la capacidad de rastrear y destruir la totalidad de los submarinos norcoreanos. No obstante, la afirmación es cuestionable. Cuatro años atrás, un submarino norcoreano no detectado hundió la corbeta surcoreana Cheonan en aguas de Corea del Sur.
Una vez sea desarrollado en su totalidad, un SLBM norcoreano representaría una nueva amenaza para Corea del Sur, el Japón y, potencialmente, los Estados Unidos. Pyongyang podría tener la capacidad de desplegar el misil en dos o tres años, aún cuando funcionarios surcoreanos predijeron que a Pyongyang le tomaría entre cuatro y cinco años desarrollar completamente un SLBM.
El alcance de estos vectores y si acaso podrían ser equipados con una cabeza nuclear no exhiben certeza. Sin embargo, los comandantes estadounidenses de las fuerzas coreanas, el Comando del Pacífico, y NORAD declararon recientemente que Pyongyang cuenta con la capacidad de miniaturizar sus armas nucleares y colocarlas en misiles para ser lanzados desde tierra, incluyendo el sistema móvil KN-08 ICBM. Expertos de EE.UU. estiman que Pyongyang cuenta ahora mismo con una cantidad de entre 10 y 16 armas nucleares.
En respuesta a la prueba de la pasada semana, el presidente de Corea del Sur, Park Geun-hye, convocó a una reunión de mergencia del Concejo Nacional de Seguridad, y los legisladores surcoreanos llamaron a un análisis inmediato de los planes de defensa misilística del país -temiendo que los mismos sean inadecuados para enfrentar la nueva amenaza.
A pesar de la creciente amenaza nuclear y misilística encarnada por Norcorea, Seúl apenas ha implementado un sistema de defensa de misiles limitado. Se ha resistido tanto a desplegar interceptores más efectivos y a incorporar su sistema independiente en una red aliada de mayor extensión. La presión china sobre Seúl incluso ha logrado que el despliegue potencial del sistema de Defensa Terminal de Altitud estadounidense (Terminal High Altitude Area Defense, THAAD) -que fortalecería la alianza en materia de defensa misilística- se perciba como controvertido.
El desarrollo norcoreano de un SLBM incluso complicaría la dependencia y confiabilidad surcoreana en su estrategia de ataque preventivo o 'kill chain' [cadena de eliminación de objetivos], para compensar las mejoras en su defensa misilística. La estrategia exige una inteligencia perfecta a criterio de: identificar y rastrear misiles móviles norcoreanos en el terreno; discernir el tipo de cabeza (nuclear o convencional); y evaluar las intenciones del líder norcoreano, con tiempo suficiente para atacar previo a que un misil sea lanzado desde el norte. La estrategia también asume que el presidente de Corea del Sur autorizaría un ataque preventivo, desatando potencialmente una guerra total en la Península de Corea frente a un enemigo en posesión de armamento nuclear.
Sobre la necesidad de optimizar las defensas navales y misilísticas
Las aguas alrededor de Corea del Sur, particularmente las del Mar Occidental, representan un ambiente de guerra antisubmarina altamente complejo -acaso involucrando las peores condiciones posibles, debido a factores tales como poca profundidad, salinidad y redes desplegadas en el fondo que perturban el accionar de sensores. Estas condiciones degradan la capacidad -tanto activa como pasiva- de los sistemas de sonar.
En réplica al hundimiento del Cheonan, Seúl incrementó la provisión de capacidades para la guerra antisubmarina, incluyendo barreminas, helicópteros antisubmarinos y sistemas basados en sensores. A pesar de estos esfuerzos, sin embargo, las capacidades de guerra antisubmarina de Corea del Sur continúan limitadas, debido a bajas dotaciones de personal, boyas submarinas para detección y armamento, y capacidades escasas e insuficientes en materia de control, comando, comunicaciones, computación, inteligencia y vigilancia -particularmente, en lo que hace a interoperabilidad con fuerzas estadounidenses.
A criterio de optimizar sus capacidades tácticas y de guerra antisubmarina, Corea del Sur precisa mejorar sus sistemas de búsqueda, detección, rastreo, identificación y orientación [targeting], para proveer a una inteligencia accionable. Estas mejoras demandan sensores, como ser sistemas aéreos de alerta temprana, sistemas de control y vehículos no-tripulados de gran altitud, así como también sistemas de comando y comunicación integrados.
Adicionalmente, Washington, Seúl y Tokio necesitan de un sistema de defensa misilística ampliado, interoperable y multifase. Los sistemas múltiples que proveen de capacidades complementarias mejoran la probabilidad de una defensa efectiva contra misiles. Seúl debería alentar el despliegue estadounidense de su sistema THAAD en Corea del Sur, conversar con Washington la adquisición potencial de interceptores SM-6 basados en navíos para defenderse ante SLBMs norcoreanos, e iniciar una cooperación misilística trilateral y ejercicios con EE.UU. y el Japón.
La variable de los SLBMs debería estar presente en una agenda cumbre
El desarrollo norcoreano de SLBMs debería ser discutido en una próxima cumbre entre el presidente de Corea del Sur, Park Geun-hye, y su par estadounidense Barack Obama, como parte de su enfoque en desafíos de seguridad regional. Norcorea ha dejado en claro que no tiene intenciones de abandonar su arsenal nuclear, y ha calificado a las conversaciones sexto-partitas sobre negociaciones nucleares como 'nulas y carentes de validez'.
Los aliados necesitan garantizar que sus militares son suficientes para disuadir las amenazas y el comportamiento beligerante de Corea del Norte, y para defenderse ante cualquier agresión. El hacerlo debería incorporar un rol ampliado para el Japón, seguido de un acuerdo para revisar los contenidos de los Lineamientos de Defensa Americano-Japonesa, en el periplo del primer ministro Shinzo Abe a Washington.
Desde hace tiempo, Washington ha convocado a ambos países -dos aliados americanos clave en Asia- para que dieran los pasos necesarios en su reconciliación, con la meta de enfocarse en amenazas comunes a su seguridad. Ello será difícil, especialmente si se tienen en cuenta las sospechas norcoreanas frente a cualquier cambio en la postura de seguridad de Tokio. La animosidad que emergiera tras la ocupación de la Península de Corea por parte del Japón entre 1910 y 1945 permanece hasta el día de hoy.
Recientemente, Seúl ha expresado renovado interés en optimizar sus relaciones con Tokio, en parte, con el objeto de lidiar con el creciente aislamiento de Corea del Norte. El énfasis del presidente surcoreano Park y su visión limitada de la historia han contribuído a fogonear ese aislamiento. Quizás la exitosa prueba norcoreana en el lanzamiento del misil subacuático sirva como catalizador para ayudar a que Estados Unidos y sus aliados en Asia se enfoquen en las amenazas actuales a la seguridad, antes que en diferencias pasadas.
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2015/05/17/the-growing-north-korean-missile-threat/
La prueba fue llevada a cabo en la costa este de Corea del Norte, desde un nuevo submarino de 3 mil toneladas desplegado el año pasado. La demostración de la capacidad de lanzamiento de un misil bajo las aguas y lograr que el vector entre en ignición luego de abandonar la superficie representa una etapa crítica en el desarrollo de un SLBM.
El vocero del ministerio surcoreano de Defensa expresó su 'grave preocupación' en relación a la prueba, pero declamó que Seúl ya cuenta con la capacidad de rastrear y destruir la totalidad de los submarinos norcoreanos. No obstante, la afirmación es cuestionable. Cuatro años atrás, un submarino norcoreano no detectado hundió la corbeta surcoreana Cheonan en aguas de Corea del Sur.
Una vez sea desarrollado en su totalidad, un SLBM norcoreano representaría una nueva amenaza para Corea del Sur, el Japón y, potencialmente, los Estados Unidos. Pyongyang podría tener la capacidad de desplegar el misil en dos o tres años, aún cuando funcionarios surcoreanos predijeron que a Pyongyang le tomaría entre cuatro y cinco años desarrollar completamente un SLBM.
El alcance de estos vectores y si acaso podrían ser equipados con una cabeza nuclear no exhiben certeza. Sin embargo, los comandantes estadounidenses de las fuerzas coreanas, el Comando del Pacífico, y NORAD declararon recientemente que Pyongyang cuenta con la capacidad de miniaturizar sus armas nucleares y colocarlas en misiles para ser lanzados desde tierra, incluyendo el sistema móvil KN-08 ICBM. Expertos de EE.UU. estiman que Pyongyang cuenta ahora mismo con una cantidad de entre 10 y 16 armas nucleares.
En respuesta a la prueba de la pasada semana, el presidente de Corea del Sur, Park Geun-hye, convocó a una reunión de mergencia del Concejo Nacional de Seguridad, y los legisladores surcoreanos llamaron a un análisis inmediato de los planes de defensa misilística del país -temiendo que los mismos sean inadecuados para enfrentar la nueva amenaza.
A pesar de la creciente amenaza nuclear y misilística encarnada por Norcorea, Seúl apenas ha implementado un sistema de defensa de misiles limitado. Se ha resistido tanto a desplegar interceptores más efectivos y a incorporar su sistema independiente en una red aliada de mayor extensión. La presión china sobre Seúl incluso ha logrado que el despliegue potencial del sistema de Defensa Terminal de Altitud estadounidense (Terminal High Altitude Area Defense, THAAD) -que fortalecería la alianza en materia de defensa misilística- se perciba como controvertido.
El desarrollo norcoreano de un SLBM incluso complicaría la dependencia y confiabilidad surcoreana en su estrategia de ataque preventivo o 'kill chain' [cadena de eliminación de objetivos], para compensar las mejoras en su defensa misilística. La estrategia exige una inteligencia perfecta a criterio de: identificar y rastrear misiles móviles norcoreanos en el terreno; discernir el tipo de cabeza (nuclear o convencional); y evaluar las intenciones del líder norcoreano, con tiempo suficiente para atacar previo a que un misil sea lanzado desde el norte. La estrategia también asume que el presidente de Corea del Sur autorizaría un ataque preventivo, desatando potencialmente una guerra total en la Península de Corea frente a un enemigo en posesión de armamento nuclear.
Sobre la necesidad de optimizar las defensas navales y misilísticas
Las aguas alrededor de Corea del Sur, particularmente las del Mar Occidental, representan un ambiente de guerra antisubmarina altamente complejo -acaso involucrando las peores condiciones posibles, debido a factores tales como poca profundidad, salinidad y redes desplegadas en el fondo que perturban el accionar de sensores. Estas condiciones degradan la capacidad -tanto activa como pasiva- de los sistemas de sonar.
En réplica al hundimiento del Cheonan, Seúl incrementó la provisión de capacidades para la guerra antisubmarina, incluyendo barreminas, helicópteros antisubmarinos y sistemas basados en sensores. A pesar de estos esfuerzos, sin embargo, las capacidades de guerra antisubmarina de Corea del Sur continúan limitadas, debido a bajas dotaciones de personal, boyas submarinas para detección y armamento, y capacidades escasas e insuficientes en materia de control, comando, comunicaciones, computación, inteligencia y vigilancia -particularmente, en lo que hace a interoperabilidad con fuerzas estadounidenses.
A criterio de optimizar sus capacidades tácticas y de guerra antisubmarina, Corea del Sur precisa mejorar sus sistemas de búsqueda, detección, rastreo, identificación y orientación [targeting], para proveer a una inteligencia accionable. Estas mejoras demandan sensores, como ser sistemas aéreos de alerta temprana, sistemas de control y vehículos no-tripulados de gran altitud, así como también sistemas de comando y comunicación integrados.
Adicionalmente, Washington, Seúl y Tokio necesitan de un sistema de defensa misilística ampliado, interoperable y multifase. Los sistemas múltiples que proveen de capacidades complementarias mejoran la probabilidad de una defensa efectiva contra misiles. Seúl debería alentar el despliegue estadounidense de su sistema THAAD en Corea del Sur, conversar con Washington la adquisición potencial de interceptores SM-6 basados en navíos para defenderse ante SLBMs norcoreanos, e iniciar una cooperación misilística trilateral y ejercicios con EE.UU. y el Japón.
La variable de los SLBMs debería estar presente en una agenda cumbre
El desarrollo norcoreano de SLBMs debería ser discutido en una próxima cumbre entre el presidente de Corea del Sur, Park Geun-hye, y su par estadounidense Barack Obama, como parte de su enfoque en desafíos de seguridad regional. Norcorea ha dejado en claro que no tiene intenciones de abandonar su arsenal nuclear, y ha calificado a las conversaciones sexto-partitas sobre negociaciones nucleares como 'nulas y carentes de validez'.
Los aliados necesitan garantizar que sus militares son suficientes para disuadir las amenazas y el comportamiento beligerante de Corea del Norte, y para defenderse ante cualquier agresión. El hacerlo debería incorporar un rol ampliado para el Japón, seguido de un acuerdo para revisar los contenidos de los Lineamientos de Defensa Americano-Japonesa, en el periplo del primer ministro Shinzo Abe a Washington.
Desde hace tiempo, Washington ha convocado a ambos países -dos aliados americanos clave en Asia- para que dieran los pasos necesarios en su reconciliación, con la meta de enfocarse en amenazas comunes a su seguridad. Ello será difícil, especialmente si se tienen en cuenta las sospechas norcoreanas frente a cualquier cambio en la postura de seguridad de Tokio. La animosidad que emergiera tras la ocupación de la Península de Corea por parte del Japón entre 1910 y 1945 permanece hasta el día de hoy.
Recientemente, Seúl ha expresado renovado interés en optimizar sus relaciones con Tokio, en parte, con el objeto de lidiar con el creciente aislamiento de Corea del Norte. El énfasis del presidente surcoreano Park y su visión limitada de la historia han contribuído a fogonear ese aislamiento. Quizás la exitosa prueba norcoreana en el lanzamiento del misil subacuático sirva como catalizador para ayudar a que Estados Unidos y sus aliados en Asia se enfoquen en las amenazas actuales a la seguridad, antes que en diferencias pasadas.
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2015/05/17/the-growing-north-korean-missile-threat/
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@BruceKlingner
Sobre Bruce Klingner
Es Analista Senior en Investigación para el Centro de Estudios Asiáticos de la Fundación Heritage. Publica periódicamente análisis y escritos sobre Corea del Norte, Corea del Sur, Japón y temáticas de seguridad en la región. Klingner se desempeñó veinte años en la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA). Fue jefe de la estación de la CIA en Corea en el bienio 1993-1994.