Estratagema De la Sota: polarización triple Macri-Massa-Scioli
Luego del triunfo de Sergio Tomás Massa en la Provincia de Buenos Aires en 2013...
14 de Junio de 2015
Luego del triunfo de Sergio Tomás Massa en la Provincia de Buenos Aires en 2013, comenzó a develarse el misterio de la sucesión presidencial. La carrera estaba llamada a limitarse a tres aspirantes: el propio ex alcalde de Tigre, el oficialista Daniel Scioli y el mandamás de PRO, Mauricio Macri. Hoy, un año y medio después, el espectro doméstico del análisis político parece haber reducido la puja a los últimos dos. Conforme ya se ha visto, la proposición massista fue diluyéndose con el paso de los meses -escenario que serviría de combustible para las más enloquecidas teorías. Pero, en concreto, pocos han sabido tener en cuenta la influencia desplegada por un cuarto protagonista, que ahora ha abandonado las bambalinas. se trata de José Manuel De la Sota, Gobernador de la Provincia de Córdoba.
Algunos le atribuyen a De la Sota ser el portador de una veteranía y destreza política más profundas que la encarnada por el resto de los actores centrales del plot. El cordobés ofició, por ejemplo, de acompañante del desaparecido Antonio Cafiero en 1988, en la recordada interna justicialista versus el tándem Menem-Duhalde. Con todo, la experiencia le ha revelado, pocos meses atrás, que sus aspiraciones de aterrizar en Balcarce 50 se vieron severamente limitadas; esta variable lo empujó a proponerse en árbitro decisivo de la batalla, siempre con el norte enfocado en contribuir a la remoción definitiva del kirchnerismo del tablero electoral. A tal efecto, garantizar la continuidad de la plataforma presidencial de Sergio Massa resulta, en su óptica, crítico.
Para explicar la tesis mediterránea, es menester dimensionar el escenario actual en su contexto. Dada la hemorragia de votos (e intendentes) acusada por el massismo, no pocos sectores de la vida pública nacional (en donde no ha estado ausente la intromisión de periodistas, opinadores y hasta empresarios e industriales- plantearon la necesidad de un acuerdo del hombre de Tigre con Mauricio Macri. De acuerdo a estos actores, hubiese sido ideal que el Diputado Nacional depusiera su candidatura presidencial, para concentrar su esfuerzo en capturar la Gobernación de Buenos Aires -acaso colgado del eslogan Macri 2015. Esa propuesta aglutinaba a los agentes de influencia mencionados, escudados en el temor ante la eventualidad de un Daniel Scioli ocupando el sillón de Rivadavia. Los más recientes titulares -que destacaron a grandes letras la cerrazón macrista a cualquier acuerdo con Tigre- sobrevolaron la perspectiva purista vigente en el espacio PRO, personificada en el 'asesor espiritual' ecuatoriano Jaime Durán Barba. El consultor predilecto del espectro intimista Macri-Peña argumentó que la asociación con Sergio Massa no necesariamente remitía a una sinergia comprobable. Para justificarlo, se ensayó que la coalición opositora configurada en el Chaco para intentar vencer a Jorge Milton Capitanich devolvió resultados opuestos a los perseguidos. Un escenario idéntico podría computarse próximamente en Córdoba, donde -en apariencia- el consorcio UCR-PRO-Juez-Ahuad no logra hacer pie en su meta de desbancar al delasotismo. En la provincia mediterránea, Juan Schiaretti estaría exhibiendo una ventaja indescontable en la candidatura a Gobernador.
El chamán Durán Barba y el doctorado en redes sociales Marcos Peña promocionan que el ideario del cambio terminará imponiéndose, en segunda vuelta presidencial y por propio mérito, en la mente del votante promedio. En pocas palabras, proponen que el creciente sentimiento antioficialista, un puñado de globos amarillos y la idea firmemente arraigada de enterrar lo viejo, alcanzarán para que Macri aterrice sin mayor problema en la Casa Rosada. Complementariamente, en el circuito macrista crecen los reparos frente al socio que no fue: estiman que Sergio Massa, ungido gobernador de Buenos Aires con el apoyo del PRO, a la postre podría convertirse en una amenaza, oficiando de imán para un peronismo que, eventualmente, se rearme para empujarlo hacia una candidatura presidencial en 2019.
Infortunadamente para Durán Barba y Asociados, no solo De la Sota caracteriza la proposición purista del consejero espiritual como apuesta a doble o nada o como maniobra suicida. De tal suerte que el gobernador cordobés viene a sintonizar con los apuntes del influyente analista-columnista de La Nación Carlos Pagni, quien se ha preguntado si acaso el ecuatoriano se muestra más enamorado de su propia teoría que de la eventual conquista electoral de Mauricio Macri. Enfocándose más en el aspecto táctico, los críticos del duranbarbaísmo explican que un grueso de los sufragios más cercanos al massismo podrían migrar más fácilmente a Daniel Scioli -lo cual terminaría por definir la partida en favor del FPV. Es en este contexto que deben interpretarse las 'presiones del empresariado' denunciadas por el Jefe de gobierno porteño, con miras a que consolide un convenio con el líder del Frente Renovador.
La Estratagema De la Sota centra su argumento en la necesidad de que Sergio Massa se mantenga en competencia para octubre. Esta prerrogativa defiende que el partenaire de Malena Galmarini mantendrá en el andarivel opositor aquellos votos que, de otro modo, podrían fugarse al sciolismo. Adicionalmente -asimila el cordobés-, Massa también enlazaría sufragios de parte de ciertos núcleos de la clase media nacional que no se sienten representados ni por Scioli ni por Macri. Esta suerte de línea maginot de contención electoral lograría que el Frente para la Victoria (representado por el actual Gobernador de Buenos Aires o quién luego designe Cristina Fernández) se quede a mitad de camino en su objetivo de torcer para su beneficio el resultado en primera vuelta. El segundo round (escenario que hoy muchos evalúan como ineludible) rematará con la cosecha de votos recogida por la alianza De la Sota-Massa (un promedio que el propio De la Sota sitúa entre los 13 y 16 puntos porcentuales) redirigida convenientemente hacia el PRO de Mauricio Macri. El Jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma sumaría estas unidades a sus (estimados) 30 puntos, poniendo fin a la disputa. Lo ilustra la fuente mediterránea: '¿Por qué los votos de Massa en octubre irían irremediablemente a Macri en noviembre? Aquí falla el criterio de Durán Barba. Al pasar los meses, el triúnfo de Schiaretti en Córdoba, sumado a otros resultados favorables para la oposición en las provincias, la sensación que quedará es de una dolorosa derrota oficialista. Y la sociedad siempre vota a ganador. Para que las elecciones sean peleadas y Scioli vea coartadas sus posibilidades, Massa debe jugar'.
La exposición no debería interpretarse como un interés de De la Sota en ver a un Macri probándose la banda presidencial; en la agenda de 'El Gallego', la prioridad es ver al kirchnerismo derrotado. La relación entre el gobernador de Córdoba y el poder kirchnerista ha sido siempre pendulante. Subcapítulos decisivos en esta tirante relación fueron diseñados a partir de las groseras retenciones al campo (que han hecho perder centenares de millones de pesos a la administración cordobesa en recaudación), la eterna deuda de Nación con la provincia, los saqueos en la capital mediterránea de fines de 2013, y las recientes inundaciones que padeciera el territorio. En ocasión de los incidentes violentos en aquella capital (en gran parte fogoneada por sectores de la policía provincial), Jorge Capitanich y Carlos Zannini privaron a Córdoba de seguridad federal, amplificando las más perniciosas consecuencias del escenario. Luego de contabilizadas las pérdidas por las inundaciones, De la Sota se vio forzado a solicitar créditos a la Casa Rosada. Luego de un encuentro con el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, se suscribió el compromiso de un paquete de ayuda financiera por AR$540 millones -rescate que jamás llegó, porque al gobernador del interior le fue exigido, como contrapartida, que formara parte de un frente electoral junto al FPV. La tensión de la cuerda remató en su previsible ruptura: José Manuel De la Sota vio la oportunidad de mutar en verdugo del kirchner-cristinismo, y a esa empresa destina hoy la totalidad de su energía. Como es lógico, el gobernador cordobés solo podrá certificar la solidez de este rol, recién cuando emerja victorioso de los comicios en el distrito que administra. En igual sentido, la vitalidad del macrismo (y, en particular, la de su jefe político) solo se sostendrá si corona a Miguel Del Sel en Santa Fe, y si mantiene su baluarte en la Ciudad de Buenos Aires.
Finalmente, las últimas semanas se caracterizaron por una plétora de noticias incomprobables, a saber, que Francisco De Narváez es, en realidad, un 'topo' de Daniel Osvaldo Scioli, o que Darío Giustozzi lo era de Florencio Randazzo; otros afirman que Randazzo no le reserva reparos ni desprecios al PRO de Mauricio Macri. Observadores indiscretos han apuntado que la Presidente desea entorpecer la existencia y posibilidades del Gobernador de Buenos Aires, en virtud de la ruidosa enemistad que tiene con Karina Rabolini. También se ha dicho que Macri no se esforzará tanto por ganar, alternativa que trae reminiscencias de lo actuado por Eduardo Duhalde durante la campaña de 2011. Baste decir que las elecciones santafesinas de este domingo marcarán el sendero de múltiples definiciones; y que otro tanto sucederá en ocasión del cierre de inscripción de candidaturas individuales, el próximo 20 de junio.
Para explicar la tesis mediterránea, es menester dimensionar el escenario actual en su contexto. Dada la hemorragia de votos (e intendentes) acusada por el massismo, no pocos sectores de la vida pública nacional (en donde no ha estado ausente la intromisión de periodistas, opinadores y hasta empresarios e industriales- plantearon la necesidad de un acuerdo del hombre de Tigre con Mauricio Macri. De acuerdo a estos actores, hubiese sido ideal que el Diputado Nacional depusiera su candidatura presidencial, para concentrar su esfuerzo en capturar la Gobernación de Buenos Aires -acaso colgado del eslogan Macri 2015. Esa propuesta aglutinaba a los agentes de influencia mencionados, escudados en el temor ante la eventualidad de un Daniel Scioli ocupando el sillón de Rivadavia. Los más recientes titulares -que destacaron a grandes letras la cerrazón macrista a cualquier acuerdo con Tigre- sobrevolaron la perspectiva purista vigente en el espacio PRO, personificada en el 'asesor espiritual' ecuatoriano Jaime Durán Barba. El consultor predilecto del espectro intimista Macri-Peña argumentó que la asociación con Sergio Massa no necesariamente remitía a una sinergia comprobable. Para justificarlo, se ensayó que la coalición opositora configurada en el Chaco para intentar vencer a Jorge Milton Capitanich devolvió resultados opuestos a los perseguidos. Un escenario idéntico podría computarse próximamente en Córdoba, donde -en apariencia- el consorcio UCR-PRO-Juez-Ahuad no logra hacer pie en su meta de desbancar al delasotismo. En la provincia mediterránea, Juan Schiaretti estaría exhibiendo una ventaja indescontable en la candidatura a Gobernador.
El chamán Durán Barba y el doctorado en redes sociales Marcos Peña promocionan que el ideario del cambio terminará imponiéndose, en segunda vuelta presidencial y por propio mérito, en la mente del votante promedio. En pocas palabras, proponen que el creciente sentimiento antioficialista, un puñado de globos amarillos y la idea firmemente arraigada de enterrar lo viejo, alcanzarán para que Macri aterrice sin mayor problema en la Casa Rosada. Complementariamente, en el circuito macrista crecen los reparos frente al socio que no fue: estiman que Sergio Massa, ungido gobernador de Buenos Aires con el apoyo del PRO, a la postre podría convertirse en una amenaza, oficiando de imán para un peronismo que, eventualmente, se rearme para empujarlo hacia una candidatura presidencial en 2019.
Infortunadamente para Durán Barba y Asociados, no solo De la Sota caracteriza la proposición purista del consejero espiritual como apuesta a doble o nada o como maniobra suicida. De tal suerte que el gobernador cordobés viene a sintonizar con los apuntes del influyente analista-columnista de La Nación Carlos Pagni, quien se ha preguntado si acaso el ecuatoriano se muestra más enamorado de su propia teoría que de la eventual conquista electoral de Mauricio Macri. Enfocándose más en el aspecto táctico, los críticos del duranbarbaísmo explican que un grueso de los sufragios más cercanos al massismo podrían migrar más fácilmente a Daniel Scioli -lo cual terminaría por definir la partida en favor del FPV. Es en este contexto que deben interpretarse las 'presiones del empresariado' denunciadas por el Jefe de gobierno porteño, con miras a que consolide un convenio con el líder del Frente Renovador.
La Estratagema De la Sota centra su argumento en la necesidad de que Sergio Massa se mantenga en competencia para octubre. Esta prerrogativa defiende que el partenaire de Malena Galmarini mantendrá en el andarivel opositor aquellos votos que, de otro modo, podrían fugarse al sciolismo. Adicionalmente -asimila el cordobés-, Massa también enlazaría sufragios de parte de ciertos núcleos de la clase media nacional que no se sienten representados ni por Scioli ni por Macri. Esta suerte de línea maginot de contención electoral lograría que el Frente para la Victoria (representado por el actual Gobernador de Buenos Aires o quién luego designe Cristina Fernández) se quede a mitad de camino en su objetivo de torcer para su beneficio el resultado en primera vuelta. El segundo round (escenario que hoy muchos evalúan como ineludible) rematará con la cosecha de votos recogida por la alianza De la Sota-Massa (un promedio que el propio De la Sota sitúa entre los 13 y 16 puntos porcentuales) redirigida convenientemente hacia el PRO de Mauricio Macri. El Jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma sumaría estas unidades a sus (estimados) 30 puntos, poniendo fin a la disputa. Lo ilustra la fuente mediterránea: '¿Por qué los votos de Massa en octubre irían irremediablemente a Macri en noviembre? Aquí falla el criterio de Durán Barba. Al pasar los meses, el triúnfo de Schiaretti en Córdoba, sumado a otros resultados favorables para la oposición en las provincias, la sensación que quedará es de una dolorosa derrota oficialista. Y la sociedad siempre vota a ganador. Para que las elecciones sean peleadas y Scioli vea coartadas sus posibilidades, Massa debe jugar'.
La exposición no debería interpretarse como un interés de De la Sota en ver a un Macri probándose la banda presidencial; en la agenda de 'El Gallego', la prioridad es ver al kirchnerismo derrotado. La relación entre el gobernador de Córdoba y el poder kirchnerista ha sido siempre pendulante. Subcapítulos decisivos en esta tirante relación fueron diseñados a partir de las groseras retenciones al campo (que han hecho perder centenares de millones de pesos a la administración cordobesa en recaudación), la eterna deuda de Nación con la provincia, los saqueos en la capital mediterránea de fines de 2013, y las recientes inundaciones que padeciera el territorio. En ocasión de los incidentes violentos en aquella capital (en gran parte fogoneada por sectores de la policía provincial), Jorge Capitanich y Carlos Zannini privaron a Córdoba de seguridad federal, amplificando las más perniciosas consecuencias del escenario. Luego de contabilizadas las pérdidas por las inundaciones, De la Sota se vio forzado a solicitar créditos a la Casa Rosada. Luego de un encuentro con el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, se suscribió el compromiso de un paquete de ayuda financiera por AR$540 millones -rescate que jamás llegó, porque al gobernador del interior le fue exigido, como contrapartida, que formara parte de un frente electoral junto al FPV. La tensión de la cuerda remató en su previsible ruptura: José Manuel De la Sota vio la oportunidad de mutar en verdugo del kirchner-cristinismo, y a esa empresa destina hoy la totalidad de su energía. Como es lógico, el gobernador cordobés solo podrá certificar la solidez de este rol, recién cuando emerja victorioso de los comicios en el distrito que administra. En igual sentido, la vitalidad del macrismo (y, en particular, la de su jefe político) solo se sostendrá si corona a Miguel Del Sel en Santa Fe, y si mantiene su baluarte en la Ciudad de Buenos Aires.
Finalmente, las últimas semanas se caracterizaron por una plétora de noticias incomprobables, a saber, que Francisco De Narváez es, en realidad, un 'topo' de Daniel Osvaldo Scioli, o que Darío Giustozzi lo era de Florencio Randazzo; otros afirman que Randazzo no le reserva reparos ni desprecios al PRO de Mauricio Macri. Observadores indiscretos han apuntado que la Presidente desea entorpecer la existencia y posibilidades del Gobernador de Buenos Aires, en virtud de la ruidosa enemistad que tiene con Karina Rabolini. También se ha dicho que Macri no se esforzará tanto por ganar, alternativa que trae reminiscencias de lo actuado por Eduardo Duhalde durante la campaña de 2011. Baste decir que las elecciones santafesinas de este domingo marcarán el sendero de múltiples definiciones; y que otro tanto sucederá en ocasión del cierre de inscripción de candidaturas individuales, el próximo 20 de junio.
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@PortaluppiPablo
Sobre Pablo Portaluppi
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.