Por qué nunca invertiría en el mercado de valores chino
Desde el verano de 2009 hasta 2012, fui un economista de origen estadounidense residiendo en Pekín...
10 de Julio de 2015
Desde el verano de 2009 hasta 2012, fui un economista de origen estadounidense residiendo en Pekín.
Aunque era yo un ávido inversor en acciones, nunca antes había tenido papeles de una compañía china -que estuviera listada para cotizar en la bolsa.
Permítanme explicar por qué.
Tradicionalmente, los ahorristas chinos habían tenido (básicamente) dos sitios en dónde depositar sus ahorros: el sistema bancario y el mercado de bienes raíces.
Siendo que los precios de la propiedad se precipitaban en la mayor parte de las grandes ciudades, más ahorristas chinos se volcaban a acciones en estos últimos años -con miras a construir sus ahorros.
Las autoridades chinas abiertamente alentaban que la gente hiciera eso y, de acuerdo al matutino estadounidense The Wall Street Journal, China cuenta ahora con 90 millones de inversores minoristas en el mercado de valores -sobrepasando a los 88 millones de miembros del Partido Comunista local.
Dado que el grueso de las acciones han sido adquiridas con un margen del 50% (esto es, que se prestó el 50% del precio de la acción), una caída en los precios de las acciones exige que los inversores agreguen algo de dinero adicional, perpetuando el ciclo con tendencia a la baja.
No existe nada más importante que la transparencia y la confianza entre el acreedor y el deudor, en lo que hace a tenencia de acciones y títulos.
A pesar de contar con el segundo mercado de valores más grande del mundo (medido en capitalización del mercado de valores) después de Estados Unidos, China carece de la mayoría de los atributos necesarios para imbuir de confianza y sostenerla entre los inversores.
Un increíble 80% de las compañías listadas en el mercado chino de valores (el Shanghai Stock Exchange Composite) pertenecen al Estado.
Como resultado, la política desempeña un rol gigantesco en los ciclos del mercado y las utilidades financieras.
En esencia, los inversores están apostando a información política, a rumores y comentarios.
Adicionalmente, el sistema bancario chino se muestra altamente apalancado, y ha sido rescatado de manera recurrente a lo largo de los años (mientras más grande es el apalancamiento, mayor es el riesgo).
China está intentando reestructurar su economía hacia un sistema basado -más que antes- en el libremercado, utilizando como herramienta el desarrollo de sus mercados de bonos y de renta variable (equities), con miras a depender cada vez menos de su sistema bancario.
Al inicio, esta transición pareció estar funcionando.
Sin embargo, ahora ha perdido más del 30% de su valor, desde que el mercado de renta variable alcanzó su pico hacia mediados de junio (había logrado más que duplicarse en los dieciocho meses previos).
Como respuesta a la precipitada caída de los mercados registrada en la mañana del miércoles de esta semana, más de la mitad de las 2.800 firmas chinas listadas en el mercado de valores suspendieron sus operaciones bursátiles.
¿Cómo es que esta draconiana declinación en las acciones chinas en tan corto período de tiempo impacta potencialmente en la economía china y en los pronósticos políticos?
En primer lugar, una caída en los precios de las acciones (los papeles chinos ya estaban comerciándose a precios relativamente baratos previo a la corrección) incrementa directamente los costos del capital, dificultando para las corporaciones chinas la obtención de capitales frescos que les permitan ascender en la cadena tecnológica.
Para la mayor parte de los mercados emergentes atrapados en esta infame trampa de ingreso medio, el escenario podría comportar peligrosas consecuencias.
El diagnóstico político es más complejo de discernir.
Mientras que el gobierno chino ha cuadruplicado su deuda agregada desde 2008 -de US$ 7 billones a US$ 28 billones, principalmente a partir de enormes estímulos financieros partidos desde el gobierno-, una crisis financiera debería moverse hacia dos direcciones.
Por un lado, podría forzar a las autoridades centrales a acelerar las reformas de libremercado; particularmente si gana espacio la sensación de que no existe otro camino.
Alternativamente, las autoridades chinas podrían presionar aún más, y duplicar su apuesta en la promoción del nacionalismo, lo cual no le haría demasiado bien a la ya de por sí delicada situación en el Pacífico. En 2007 y 2008, el Composite de Shanghai se precipitó desde 6 mil puntos hasta los 2 mil; a pesar de ello, la economía china pateó la pelota hacia adelante y prosiguió su camino, con breves oscilaciones.
Sin embargo, esta vez todo podría ser muy diferente.
De seguro, no compraré acciones chinas en el corto plazo.
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@DailySignal
Sobre William Wilson
Es analista de investigación senior en el Centro de Estudios Asiáticos de la Fundación Heritage (Washington, D.C.). Se focaliza principalmente en el análisis de la performance económica de las naciones del espectro Asia-Pacífico y en ilustrar a líderes de Asia en los principios y las prácticas de libremercado.